La crisis turca retrasa el rebote económico de la Eurozona

Johngo

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Turquía es el país que centra las miradas este mes de agosto. La caída de la lira turca, un 47% en el acumulado anual, ha desestabilizado la economía de un país. El miedo llega por el posible efecto contagio. Los analistas coinciden en que no lo habrá. No obstante, matizan que retrasa el rebote económico y la confianza económica de Europa.

El ruido que genera esta crisis “podría retrasar este rebote unos meses más, a pesar de que las tensiones comerciales entre EEUU y la Unión Europea se han relajado”, aseguran los analistas de Berenberg. De esta manera, señalan que mientras los mercados continúen alerta sobre el riesgo de Turquía el euro, las acciones y los bonos pueden estar más bajos de lo que se preveía.

Con este riesgo creciente, el rebote, tanto económico como de confianza, se puede retrasar hasta finales de 2018. De hecho, señalan que es uno más de los problemas e incertidumbres a los que se enfrenta la Unión Europea junto al Brexit o los problemas políticos en Italia. Berenberg ha decidido ajustar sus previsiones. Para finales de 2018 sitúan al euro en los 1,17 dólares desde los 1,21 dólares que preveían anteriormente. Sin embargo, alertan de que los problemas turcos hay que ponerlos en perspectiva. Lo primero que advierten los analistas de Berenberg es que los problemas de Turquía se deban, en parte, a la independencia de su Banco Central, que está dirigido por el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan. Asimismo, explican que Turquía está sufriendo las consecuencias “de una borrachera de crédito que ha ido demasiado lejos”. Además, “Turquía tiene un déficit en cuenta corriente abultado (hasta el momento en el curso del 6,5% de su PIB) que necesita para financiar a través de entradas de capital”.

IMPACTO EN LA EUROZONA “MUY LIMITADO” (….)

Los analistas de Berenberg y de Danske Bank coinciden en que el impacto en la Eurozona será “muy limitado”. Apuntan que las exportaciones de la Eurozona a Turquía suponen solo el 0,57 % de su PIB. “Incluso una caída del 20% en las exportaciones a Turquía no restaría más de un 0,1 punto porcentual del crecimiento anual del PIB de la Eurozona”, señalan desde Berenberg. Por esto, apuntan que a medida que la demanda mundial se mantenga saludable, las empresas de la Eurozona “probablemente podrían contener aún más el daño al cambiar a otros mercados para algunos de estos bienes afectados con solo modestas reducciones en sus precios de venta”.

Por lo que respecta a los vínculos financieros, Berenberg recuerda que España, Francia e Italia son los países de la Eurozona más expuestos a Turquía. Las pérdidas turcas pueden afectar visiblemente a las instituciones individuales en la Eurozona. Aún así, los bancos de la Eurozona están en una mejor condición que la que tuvieron durante la crisis del euro 2011-2012 que se produjo justo después de la recesión de 2008. El riesgo de que la exposición de algunos bancos a Turquía se convierta en un problema sistémico para la Eurozona o provoque un endurecimiento de las condiciones crediticias en España, Italia o Francia sigue siendo remoto

Por su parte, los analistas de Danske Bank explican que la exposición de los bancos de la UE a los activos turcos es limitada y “nos sorprendería ver que el Banco Central Europeo reacciona ante la crisis de Turquía con cualquier medida de política”. Por otro lado, si la crisis se intensifica aún más, “la UE podría verse presionada a considerar medidas de apoyo para Turquía, ya que el país se ha convertido en un enigma importante en la estrategia de migración europea”. BMFG
 
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