Hilo de la Guerra Proteccionista iniciada por Trump

Johngo

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La comisaria de Comercio de la Comisión Europea, Cecilia Malmström, ha advertido este lunes a Estados Unidos de que la Unión Europea tomará "represalias" si finalmente decide imponer nuevos aranceles a las importaciones de acero por cuestiones de seguridad nacional, una medida que será "muy mala" para Europa.

"Tendríamos que ver si esta medida cumple con la OMC (Organización Mundial del Comercio) y si nos golpea como podría tomaremos represalias por supuesto. No responderé ahora exactamente cómo y cuándo, pero por supuesto nos estamos preparando", ha asegurado en una rueda de prensa la comisaria sueca.

Aunque Malmström ha señalado que es necesario esperar a la propuesta definitiva de Estados Unidos, ha afirmado que el bloque comunitario se vería "golpeado de forma injustificada" por la medida. "Somos un amigo y un aliado de Estados Unidos y creemos que seríamos golpeados injustificadamente", ha enfatizado.

Además, la liberal sueca ha afirmado que la UE ha sido "extremadamente clara" en sus contactos con las autoridades estadounidenses al trasladar sus "preocupaciones" por esta posible medida, al igual que han hecho "muchos, sino todos, los Estados miembros" del club europeo.

Así, Malmström ha asegurado comprender que Estados Unidos tenga dudas sobre la sobrecapacidad de China para producir acero, pero ha garantizado que imponer aranceles "no es la medida correcta".

"Estamos dispuestos a trabajar con ellos, como ya hacemos, para atajar la sobrecapacidad de China y otras cuestiones", ha garantizado Malmström, antes de añadir, no obstante, que sería "desafortunado" si finalmente Washington opta por imponer nuevos aranceles a las importaciones de acero. BMSFG
 
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Un diario alemán reportó el martes que la Unión Europea está elaborando una lista de productos estadounidenses _como naranjas y whisky de Kentucky_ que serán objeto de represalias si Washington restringe las importaciones de aluminio y acero.

El Departamento de Comercio exhortó la semana pasada al presidente Donald Trump a imponer aranceles o cupos a los metales extranjeros, por cuestiones de seguridad nacional.

El diario Frankfurter Allgemeine Zeitung reportó que la Comisión Europea planea responder con aranceles a los productos agrícolas estadounidenses, al whisky y a las motocicletas Harley-Davidson.

Margaritis Schinas, portavoz de la Comisión Europea, no quiso comentar al respecto de la lista, pero dijo que la UE tomará las “medidas apropiadas para defender a la industria de la UE”.

Agregó desde Bruselas que “estamos listos para actuar rápida y apropiadamente en caso de que nuestras exportaciones se vean afectadas por cualquier medida comercial restrictiva por parte de Estados Unidos”.
 

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Tomando la ofensiva en materia de comercio exterior, el presidente Donald Trump declaró el jueves que Estados Unidos impondrá fuertes aranceles a las importaciones de acero y aluminio, lo que incrementa las tensiones con China y otros socios comerciales y eleva las posibilidades de que los consumidores y las compañías estadounidenses tengan que pagar precios más elevados.

Con una “guerra comercial” en el aire, las acciones cerraron con un fuerte descenso en Wall Street.

Tras un intenso debate interno en la Casa Blanca, Trump dijo que es crucial tomar medidas firmes para proteger a la industria estadounidense de la competencia desleal y para fortalecer la seguridad nacional. El anuncio atrajo duras críticas de algunos republicanos y sacudió los mercados financieros con preocupaciones sobre las ramificaciones económicas de esta decisión.

En el extranjero, las palabras de Trump recibieron una dura respuesta de Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea. Aunque el mandatario suele enfocarse en China cuando se queja de abusos en el comercio internacional, fue Juncker quien describió el plan arancelario como “una intervención flagrante para proteger a la industria interna estadounidense”.

Juncker advirtió que la UE aplicará represalias si Trump cumple su palabra.

Canadá, la mayor fuente de importaciones de acero y aluminio para Estados Unidos, dijo que tomará “medidas en respuesta” para defender sus intereses comerciales y a sus trabajadores si se imponen restricciones a este tipo de productos canadienses.

Trump, que desde hace tiempo protesta por lo que dice son prácticas comerciales injustas de parte de China y de otros países, convocó a ejecutivos del acero y del aluminio a la Casa Blanca y dijo que la próxima semana aplicará aranceles del 25% al acero importado y del 10% a las importaciones de aluminio. Los aranceles, señaló, permanecerán “un largo período”, pero hasta el momento se desconoce si ciertos socios comerciales estarán exentos de ellos.

“Lo que se ha permitido que continúe durante décadas es vergonzoso. Es vergonzoso”, les dijo Trump a los ejecutivos en el Salón del Gabinete. “Cuando llegue el momento en el que nuestro país no pueda fabricar aluminio y acero... no quedará gran cosa del país”.

“Ustedes tendrán protección por primera vez en largo tiempo, y van a hacer crecer de nuevo sus industrias. Eso es todo lo que pido. Ustedes tienen que hacer crecer de nuevo sus industrias”, agregó.

La creciente producción extranjera de estas materias primas, en especial por parte de China, ha hecho bajar los precios y ha afectado a los productores estadounidenses, lo cual ha creado una situación que el Departamento de Comercio considera una amenaza a la seguridad nacional.

Sin embargo, los críticos advirtieron sobre la posibilidad de que surja una guerra comercial, e insinuaron que otros países aplicarán represalias o utilizarán la seguridad nacional como una razón para imponer sus propias penalizaciones comerciales.

La medida de Trump probablemente hará que los precios del acero y del aluminio suban en Estados Unidos, lo cual es bueno para los fabricantes estadounidenses. Pero es malo para las compañías que utilizan esos metales, y generó quejas provenientes de diversos tipos de industrias, desde los fabricantes de herramientas y tintes hasta los distribuidores de cervezas y los fabricantes de aparatos de aire acondicionado. La Asociación Estadounidense de Distribuidores de Automóviles Internacionales advirtió que provocará un alza “sustancial” en los precios.

“Esto va a tener consecuencias sobre nuestros proveedores en la cadena de suministro, en especial en los sectores automotriz, de maquinaria y de aeronaves”, dijo Wendy Cutler, ex funcionaria comercial estadounidense que en la actualidad se desempeña como vicepresidenta del Instituto de Políticas de la Sociedad de Asia. “Lo que beneficia a una industria puede lastimar a otra. Lo que salva un puesto de trabajo puede poner otro en riesgo”.

Las empresas que utilizan acero dijeron que los aranceles a esta aleación impuestos en 2002 por el presidente George W. Bush acabaron con 200.000 empleos en Estados Unidos.
 

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La decisión del presidente Donald Trump de imponer aranceles sobre el acero importado tiene por objeto proteger a una industria que emplea a unos 140.000 estadounidenses, pero al aumentar el precio del acero, esos mismos aranceles perjudican a un grupo mucho mayor de trabajadores estadounidenses: los 6,5 millones que trabajan en industrias que compran acero, desde fabricantes de automóviles o aviones hasta proveedores de materiales de construcción.

Trump promete imponer 25% de aranceles la próxima semana sobre el acero importado y 10% sobre el aluminio, alegando que esos productos representan una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos: al crear barreras comerciales al metal importado, los aranceles permitirían a las empresas siderúrgicas estadounidenses aumentar su producción y también los precios ante la falta de una mayor competencia.

Sin embargo, esos precios más altos se trasladarán a su vez a las empresas que utilizan esos materiales y, potencialmente, a los consumidores que compran los productos terminados.

Algunos economistas advierten que si los consumidores deben pagar más por autos o si los negocios pagan más por equipo pesado, la desaceleración en el gasto podría obstaculizar la economía.

“Los precios más altos para los consumidores podrían llevar a un menor crecimiento económico en Estados Unidos y reducir el empleo en las fábricas”, advirtió Moody’s Investors Service en un informe.

Los aranceles y la perspectiva de que se desencadene un conflicto con los socios comerciales de Estados Unidos ha sacudido a Wall Street: el Dow Jones cayó 420 puntos el jueves y otros 71 puntos el viernes.

El secretario de Comercio, Wilbur Ross, minimizó cualquier temor de que las empresas consumidoras de acero puedan sufrir de alguna manera significativa. “Eso es trivial”, dijo Ross.

El secretario de Comercio argumentó que los aranceles solo sumarían unos 175 dólares al costo de un auto de 35.000 dólares: la mitad del 1%.

Sin embargo, anteriores sanciones comerciales contra el acero importado no han logrado detener una caída constante de los empleos siderúrgicos estadounidenses. Cuando se impusieron los aranceles de 2002, por ejemplo, las empresas siderúrgicas estadounidenses emplearon a 169.000 trabajadores. Desde entonces han perdido 32.000 empleos, una caída del 19%.

“Los aranceles y cuotas del acero nunca han hecho mucho para proteger a la industria a largo plazo”, dice Kent Jones, economista del Babson College y autor de “Politics vs. Economics in World Steel Trade”. “El empleo en la industria ha disminuido constantemente”, agregó.

El culpable podría no ser la competencia extranjera. Una amenaza mayor es la tecnología. Allan Collard-Wexler de la Universidad de Duke y Jan De Loecker de Princeton han descubierto que los empleos en la industria del acero desaparecieron debido al surgimiento de una nueva tecnología: fábricas supereficientes que fabrican acero en gran parte a partir de chatarra metálica.

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Los republicanos en el Congreso se han inclinado por ignorar las caprichosas políticas del presidente Donald Trump, sabiendo que lo que él dice sobre control de armas, inmigración u otros temas complicados puede cambiar de un día al siguiente.

Pero la decisión de Trump de aumentar los aranceles a las importaciones de acero y aluminio ha provocado una rara urgencia entre republicanos, que ahora están apurados por convencer al presidente de que tal aumento desataría una guerra comercial que podría detener las ganancias recientes de la economía si es que él no da marcha atrás.

El asunto enfrenta las promesas populistas que Trump hizo a sus votantes contra la ortodoxia de libre comercio de su partido y los intereses de los líderes empresariales. Contrario a cambios recientes sobre inmigración y control de armas, Trump puede alterar la política comercial con una orden ejecutiva. Eso intensifica la presión sobre los legisladores republicanos para hacerle cambiar de opinión antes de que apruebe las sanciones, lo que podría ocurrir tan pronto como la próxima semana.

El sábado, Trump no dio señales de retroceder. Dijo por Twitter que impondría impuestos a autos fabricados en Europa si la Unión Europea responde al aumento de aranceles subiendo los impuestos a los bienes estadounidenses. También arremetió contra los acuerdos comerciales “muy estúpidos” establecidos durante gobiernos anteriores y añadió que otros países “se ríen de lo tonto que han sido nuestros líderes. ¡Ya no lo harán más!”

Luego que Trump hizo el sorpresivo anuncio del aumento de aranceles, el presidente de la cámara baja Paul Ryan, republicano de Wisconsin, lo llamó. Ryan sigue esperando que la Casa Blanca reconsidere su decisión. El senador Ben Sasse, republicano por Nebraska, y otros legisladores han ofrecido a Trump asesoría privada. Algunos están apelando a su deseo de ver una bolsa robusta y advirtieron que los castigos comerciales podrían deshacer algunas de las ganancias que ellos atribuyen a la reforma fiscal que Trump promulgó el año pasado.
 

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El gobierno del presidente Donald Trump parece no ceder a las amplias críticas internas y externas contra el anuncio de que impondrá aranceles a las importaciones de acero y aluminio, al afirmar el domingo que el mandatario no prevé exentar a ningún país de esta enérgica medida.

En declaraciones al programa “State of the Union” de la cadena CNN, el asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, dijo: “Por el momento ningún país está excluido”.

El anuncio de Trump del jueves de que impondrá aranceles de 25 y 10% a las importaciones de acero y aluminio respectivamente agitó los mercados, irritó a los aliados y aumentó las perspectivas de una guerra comercial. Aunque la medida estuvo dirigida contra China, también abarcará importaciones considerables procedentes de Canadá, México, Corea del Sur, Japón y la Unión Europea.

Al hablar de las críticas a las acciones propuestas, Trump tuiteó el domingo que “las industrias (estadounidenses) del acero y el aluminio están muertas. Lo siento, ¡es momento de un cambio!”

El Pentágono ha recomendado que Trump sólo aplique los aranceles de manera selectiva para no molestar a los socios de Estados Unidos en el extranjero. Sin embargo, el secretario de Comercio, Wilbur Ross, dijo el domingo que el presidente no obrará de esa manera.

“Se trata de un escobillado bastante amplio”, declaró Ross al programa “This Week” de la cadena ABC. Ross rechazó las amenazas de los aliados de que adoptarán represalias y las describió como “bastante triviales”.

Pocos temas podrían borrar las líneas del partidismo en la era de Trump en Washington. El comercio es uno de ellos.

Los sindicatos y los demócratas liberales han asumido la postura inusual de aplaudir la posición de Trump, mientras que los republicanos y diversos grupos empresariales advierten de terribles consecuencias económicas y políticas si el mandatario sigue adelante con los aranceles.

A menudo las políticas comerciales se trazan de acuerdo con líneas regionales, más que ideológicas, ya que los políticos reflejan los intereses de las industrias y los trabajadores locales. Sin embargo, rara vez una controversia genera una escisión tan grande entre un presidente y su partido, dejándolo casi exclusivamente con el apoyo de sus rivales ideológicos.

“Que bien, por fin”, dijo el senador demócrata progresista Sherrod Brown al aplaudir la medida de Trump. El senador demócrata Bob Casey, que ha exigido la renuncia del mandatario, estuvo de acuerdo.

“Exhorto al gobierno a que prosiga y adopte medidas enérgicas para garantizar que nuestros trabajadores puedan competir en una cancha pareja”, afirmó Casey en un tuit.

Este momento de alianza inusual ya se esperaba.
 

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Ante la preocupación de una crisis económica, los legisladores republicanos y asociaciones industriales presionaron al presidente Donald Trump el martes para que limite su plan de aranceles a las importaciones de acero y aluminio. Trump pareció impávido y declaró: “Las guerras comerciales no son tan malas”.

El presidente dijo que seguirá adelante con los aranceles para el acero y aluminio importado, y afirmó que desde hace mucho Estados Unidos ha sido “maltratado” en los acuerdos comerciales.

“Impondremos aranceles en el acero. No podemos perder nuestra industria acerera. Es una fracción de lo que alguna vez fue. Y no podemos perder la industria del aluminio”, dijo Trump en una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro sueco Stefan Lofven.

La promesa del presidente de tomar medidas, que también fue un compromiso de campaña, sucedió después de que el líder de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, pidiera “un enfoque más quirúrgico” para evitar una peligrosa guerra comercial. El líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, dijo que había preocupaciones de que el plan de Trump pudiera generar agitación.

“Hacemos un exhorto a actuar con precaución”, dijo McConnell.

El senador republicano David Perdue, quien se opone a los aranceles, dijo luego de una reunión el martes con el jefe de despacho de la Casa Blanca, John Kelly, que el gobierno estaba dispuesto a considerar sus puntos de vista. “Definitivamente. Ahora hay una apertura”, dijo Perdue.

Pero esos puntos de vista parecían más una ilusión luego de la conferencia de prensa de Trump, en donde reiteró sus planes de imponer un arancel de 25% a la importación de acero y de 10% a la importación de aluminio. Dijo que sus acciones eran en respuesta a un trato injusto por parte de otros países y a los enormes déficits comerciales. “Lo haremos bien y lo haremos de una forma amorosa”, dijo Trump.

El presidente también reiteró la posibilidad de que Canadá y México no tendrán que pagar los aranceles si están dispuestos a ofrecer términos más favorables en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que está en renegociación.

El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, les dijo a los legisladores que Trump intentaba balancear las protecciones para los productores de acero y aluminio mientras “se asegura de que no hacemos daño innecesario a la economía”.

“No buscamos entrar a una guerra comercial. Buscamos asegurar que las compañías de Estados Unidos puedan competir justamente en el mundo”, dijo Mnuchin en una audiencia en la Cámara de Representantes.

Trump es consciente de la influencia que podría tener el plan de aranceles en una elección legislativa especial para el 13 de marzo en el occidente de Pennsylvania, parte de la zona acerera, dijeron funcionarios de la Casa Blanca. El presidente participará en un mitin el sábado en apoyo a Rick Saccone, quien se enfrenta al demócrata Conor Lamb por un distrito con inclinaciones republicanas.

Internamente, funcionarios de la Casa Blanca opuestos a los aranceles han exhortado al gobierno a limitar los países que se verían afectados y a imponer límites de tiempo. Esto ayudaría al presidente a decir que cumplió a tiempo su promesa y aun así intentar evitar posibles consecuencias negativas, dijo Stephen Moore, exconsejero de campaña y ahora economista en la Fundación Heritage.

Los republicanos en el Congreso y en la administración de Trump dicen que las industrias y sus empleados saldrán afectados por los aranceles de Trump. Dicen que los estadounidenses pagarán precios más altos por autos, electrodomésticos y edificios si el presidente continúa con su amenaza y otros países toman represalias.

Trump ha dicho que los aranceles son necesarios para preservar las industrias estadounidenses y proteger la seguridad nacional, pero también ha intentado utilizarlos como ventaja en las conversaciones actuales para revisar el TLCAN.
 

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Los principales afectados por los aranceles de Trump al acero y el aluminio
 

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Japón y Corea del Sur se mostraron alarmados el viernes por el posible daño económico a causa del incremento a los aranceles por parte del presidente Donald Trump sobre las importaciones de acero y aluminio, y China acusó al mandatario estadounidense de dañar el sistema de comercio global.

El ministerio de Comercio de China indicó que se “opone firmemente” a la medida de Trump, pero no dio ninguna señal de que Beijing vaya a cumplir con sus amenazas previas de tomar represalias en caso de que sus compañías resulten perjudicadas. El ministro de Comercio de Corea del Sur hizo un llamado a otros gobiernos para evitar que la disputa se convierta en una “guerra comercial”.

“Exhortaremos a la comunidad internacional a que se abstenga de adoptar medidas que obstaculicen el libre comercio”, dijo el ministro surcoreano Paik Un-gyu en una reunión de emergencia, de acuerdo con un comunicado del ministerio.

Trump impuso el jueves un incremento a los aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio, en lo que dijo que era una necesidad por proteger la seguridad nacional de Estados Unidos al garantizar la supervivencia de los fabricantes de metal del país.

Japón y Corea del Sur, ambos aliados de Estados Unidos, expresaron su consternación de que la medida vaya a perjudicarlos.
 

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Los aliados estadounidenses que quieran evitar los aranceles al acero y al aluminio aprobados por el presidente Donald Trump podrían verse obligados a aumentar sus compromisos económicos con la OTAN.

El secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, dijo a CNBC en una entrevista el viernes que el presidente tomará en cuenta la seguridad nacional, y subrayó que Trump desea asegurarse de que la OTAN reciba más fondos de los aliados europeos a quienes el mandatario estadounidense ha criticado anteriormente por no contribuir lo suficiente.

“Si estamos en la OTAN, él desea asegurarse de que la OTAN reciba más dinero a fin de que la OTAN pueda protegernos a todos y cumplir su objetivo”, declaró Mnuchin, enfatizando la presión de Trump para que los aliados de la OTAN paguen 2% en Defensa.

Trump recurrió a una justificación poco usada de seguridad nacional para establecer un impuesto de 25% a las importaciones de acero y 10% en las importaciones de aluminio. Sólo Canadá y México _ambos socios en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que se encuentra en negociaciones_ fueron excluidos de los aranceles.

El secretario del Tesoro afirmó que ha estado en contacto con sus homólogos en el extranjero y “mi expectativa es que podría haber otros países que él considere en las próximas dos semanas”.

Otras naciones que quieran quedar exentas de los aranceles tendrán que plantear sus casos por medio del representante comercial del gobierno estadounidense, Robert Lighthizer, pero el presidente tomará la decisión final, afirmó un funcionario de alto rango a los reporteros el jueves. Ciertos productos de acero y aluminio también podrían ser excluidos, y tal decisión será tomada por el secretario de Comercio, Wilbur Ross.

Se prevé que Lighthizer visite Bruselas este fin de semana para sostener reuniones con funcionarios comerciales europeos y japoneses.

La Unión Europea ha advertido que podría tomar represalias con aranceles al acero estadounidense, así como a productos agrícolas y otros, como mantequilla de maní, arándanos y jugo de naranja.

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La decisión del gobierno de Donald Trump de imponer aranceles a la importación de aluminio y acero provocó advertencias de empresas y socios comerciales de Estados Unidos de que la medida provocaría una guerra comercial.

Trump dijo que los aranceles, que entrarán en vigencia en 15 días, son necesarios para proteger a los trabajadores estadounidenses. Las empresas dicen que el impuesto de 25% sobre el acero y de 10% sobre el aluminio importados elevarán los costos, lo cual se transmitirá a los precios al consumidor y podría eliminar muchos empleos.

Trump critica sobre todo a China por prácticas comerciales desleales y por el dumping de acero barato en los mercados globales, lo cual rebaja los precios; pero los expertos dicen que los nuevos aranceles no afectarán mucho a China y en cambio perjudicarán a aliados cruciales como la Unión Europea y Corea del Sur.

La medida causó consternación fuera de Estados Unidos.

El gobierno chino dijo que se “opone enérgicamente” a los aranceles, pero no dio indicios de concretar las amenazas de tomar represalias.

El canciller japonés Taro Kono dijo que “estas medidas podrían afectar significativamente la relación económica y de cooperación entre Japón y Estados Unidos, que son aliados.

La Unión Europea expresó la esperanza de quedar exenta de los aranceles, como ocurrió con México y Canadá, o que el asunto se resuelva mediante arbitraje en la Organización Mundial de Comercio. En caso contrario, la UE prometió tomar represalias.

“Tendremos que proteger nuestra industria con medidas que restauren el equilibrio”, dijo la comisionada de Comercio de la UE, Cecilia Malmstroem, quien confirmó que los Estados miembros están elaborando una lista de productos a los que se aplicarán aranceles de represalia, como vaqueros Levi’s, motos Harley Davidson, bourbon y otros productos.

El presidente de Eurofer, la principal federación siderúrgica europea, dijo que las razones de Trump para aplicar aranceles eran absurdas y que la medida provocaría la pérdida de miles de empleos.

Los aranceles costarían pérdidas comerciales de 2.600 millones de dólares anuales a la UE y 1.100 millones a Corea del Sur, dijo Chad Bow, del Instituto Peterson sobre Economía Internacional.

No es una cifra muy alta para la economía en su conjunto, pero sí para la rama industrial afectada.

Por su parte, el presidente argentino Mauricio Macri se comunicó telefónicamente con Trump para expresarle su “preocupación por el efecto negativo de estas medidas”, detalló un comunicado de la presidencia de Argentina.

De acuerdo con la versión oficial el mandatario estadounidense “se comprometió a evaluar su pedido para que la Argentina sea exceptuada de cualquier medida restrictiva que afecte las exportaciones de acero y aluminio” a Estados Unidos.

El Ministerio de Producción informó que esa cartera y la Cancillería enviaron el viernes pasado sendas notas al titular del Departamento de Comercio y al Representante de Comercio de Estados Unidos argumentando que, por la baja participación que tienen las ventas nacionales en el mercado norteamericano, Argentina debería quedar exenta de la aplicación arancelaria.

Al respecto indicaron que las exportaciones argentinas representan sólo 0,6% del acero y 2,3% del aluminio de todas las importaciones que hace Estados Unidos en ambos rubros y el país sudamericano “no es causante ni contribuye a las distorsiones” que afectan a los mercados mundiales y al país norteamericano.

La Cámara Argentina del Acero manifestó su preocupación porque se podría generar un desvío de comercio hacia Latinoamérica, y Argentina en particular, de productos de acero, que “muchas veces ingresan en condiciones de comercio desleal provenientes desde países como China, Corea del Sur, Vietnam, Rusia, y Ucrania”.
 

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Las cosas parecían ir tan bien. Durante el año pasado, las principales regiones del mundo finalmente eliminaron las cicatrices de una crisis financiera mundial y crecieron al unísono por primera vez en una década. Se espera que el crecimiento mundial alcance el 3,9% este año _la tasa más alta desde 2011_ y el Fondo Monetario Internacional expresó que la mayoría de los países están compartiendo la prosperidad.

Sin embargo, el anuncio del presidente Donald Trump de que Estados Unidos aplicará aranceles a sus importaciones de acero y aluminio _con algunos países exentos_ provocó de repente un temor que pocos habían anticipado: que los aranceles estadounidenses podrían desencadenar una ola de represalias por parte de los socios comerciales de Estados Unidos, lo que podrían hacer estallar una guerra comercial a todo galope y posiblemente amenazar la economía global.

“Los aranceles amenazan con estrangular la gansa de los huevos de oro global”, opinó Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics. “La economía global está en la misma onda por primera vez en más de una década. Esto amenaza con descarrilarla”.

Dista de saberse cómo se aplicarán los aranceles del gobierno de Trump, qué países estarán sujetos a ellos o cómo podría resultar económicamente dañina la represalia de las naciones afectadas. El presidente anunció un arancel del 25% al acero extranjero y del 10% al aluminio importado. Eximió temporalmente a Canadá y México, siempre y cuando acepten renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, a gusto de Trump.

El presidente también ha invitado a otros países a que busquen negociar cómo sortear los aranceles, pero su gobierno no ha explicado aún cómo funcionará el proceso de apelaciones. La falta de detalles sobre cuándo o cómo los distintos países podrían solicitar exenciones no ha hecho sino agravar la incertidumbre en torno al impacto económico de los aranceles.

Sin embargo, las naciones europeas ya están amenazando con tomar represalias, aplicando sus propios aranceles a exportaciones estadounidenses tan emblemáticas como motocicletas, pantalones vaqueros y bourbon, entre otros.

China, la segunda economía más grande del mundo después de Estados Unidos, también está enviando señales alarmantes. Beijing dijo estar listo para responder si los aranceles estadounidenses perjudicaban a las empresas chinas, aunque en una declaración el viernes no hizo ninguna amenaza específica de represalia.

Los economistas en Barclays Bank advierten que la expansión económica sólida y estable mostrada por la economía mundial en los últimos años, “podría revertirse tras el anuncio de los aranceles de Trump”. Esos impuestos a las importaciones no son el problema principal. S&P Global Ratings subraya que Estados Unidos importó el año pasado 29.000 millones de dólares de acero y 17.000 millones de aluminio, una insignificancia si se compara con las importaciones de bienes estadounidenses, que totalizaron 2,4 billones de dólares el año pasado.

Crece la preocupación de que una guerra comercial cada vez más amplia y aranceles en represalia depriman el comercio mundial, que creció un 4,2% el año pasado, la cifra más alta desde 2011. El comercio es el combustible de la economía mundial.

Estados Unidos tiene mucho que perder ante cualquier deterioro del entorno económico. La tasa de desempleo de la nación se ha mantenido durante meses en 4,1%, el nivel más bajo en 17 años. Y los empleadores en febrero agregaron 313.000 puestos de trabajo, el mayor número en cualquier mes en un año y medio.
 
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