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Johngo

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Estados Unidos - Afganistán

La guerra más larga en la historia de Estados Unidos ya terminó técnicamente. Terminó cuando Estados Unidos y sus aliados de la OTAN anunciaron la conclusión oficial de su misión de combate en Afganistán en 2014. Pero con el objetivo de estabilizar el país sin alcanzar, los planes para una salida de las tropas estadounidenses se han retrasado. Los 13.400 efectivos extranjeros restantes en Afganistán -8.400 de los cuales son estadounidenses- apoyan a un gobierno que se enfrenta a ataques cada vez más intensos de los talibanes, los fundamentalistas islámicos que una vez gobernaron el país. Un acuerdo de paz concebiblemente podría pacificar el país. Pero en ausencia de uno, si las tropas extranjeras se retiran, el débil ejército afgano quedaría vulnerable a la derrota a manos de sus tenaces enemigos.

La situación

Desde que el ejército afgano se hizo oficialmente responsable de la seguridad en 2014, el conflicto en el país se ha intensificado. El Estado Islámico estableció una presencia en el este del país y se ha atribuido ataques terroristas en la capital, Kabul. Estados Unidos lanzó la mayor bomba no nuclear en su arsenal contra posiciones del Estado Islámico el 13 de abril, según funcionarios, para que el grupo no tenga libertad de movimiento a través de un sistema de túneles y cuevas. La mayor amenaza es el resurgimiento del Talibán, que ha expandido su alcance territorial, y controla alrededor de 9 por ciento de los distritos de Afganistán, mientras que otro 26 por ciento está en riesgo de caer.

El número de desplazados internos aumentó casi 80 por ciento en 2015, y más de 200.000 afganos huyeron de la turbulencia a Europa, según la Organización de las Naciones Unidas. Tendencias similares continuaron en 2016. Las dudas de que el ejército afgano, obstaculizado por un poder aéreo insuficiente y las fuertes pérdidas en combate y deserciones, estaría preparado para quedarse solo, impulsó a Estados Unidos, bajo el presidente Barack Obama, a retrasar la salida de Afganistán tres veces. Obama dejó el cargo en enero diciendo que solo 8.400 soldados permanecerían en 2017. Su sucesor, Donald Trump, aún no ha articulado una política para Afganistán. El comandante de las fuerzas internacionales en Afganistán lideradas por Estados Unidos, el general John W. Nicholson, dijo al Congreso en febrero que necesitaba unos pocos miles de efectivos adicionales. Los esfuerzos para organizar las conversaciones de paz se han estancado, y los talibanes, que han experimentado divisiones internas, dicen que no negociarán hasta que todas las fuerzas extranjeras hayan abandonado el país.

Los antecedentes

En 1989, el ejército soviético se retiró de Afganistán, después de una ocupación de una década que convirtió al país en una línea de frente en la Guerra Fría. Estados Unidos, que apoyaba activamente a los opositores de los soviéticos, incluidas facciones islámicas radicales, también se desentendió. El caos sangriento siguió hasta que los talibanes quitaron el poder de la capital, Kabul, a combatientes que casi acabaron con ella. Los talibanes impusieron un severo gobierno teocrático y dieron al grupo terrorista al-Qaeda una base para entrenar y lanzar operaciones. Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2011, el presidente George W. Bush ordenó una invasión estadounidense cuando los talibanes se negaron a extraditar al líder de al-Qaeda, Osama bin Laden. Cuando Bin Laden y los líderes talibanes huyeron, la misión de Estados Unidos se transformó en un proyecto de construcción del país, pero con recursos militares limitados, mientras Estados Unidos se concentraba en otra guerra, en Irak.

Con el tiempo, más de 50 naciones se unieron a una coalición encabezada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte. En 2009, Obama ordenó un "aumento" en las fuerzas que alcanzaron un máximo de 140.000 en 2011. Los comandantes militares reportaron progresos en el terreno, pero cansancio por la guerra, especialmente después del asesinato de Bin Laden, que llevó a Obama a tratar de reducir la presencia de tropas estadounidenses. Estados Unidos ha gastado unos US$680.000 millones en la guerra de Afganistán. Cerca de 149.000 personas han muerto en el conflicto en Afganistán y Pakistán, según un estudio.

El argumento

Algunos funcionarios de inteligencia de Estados Unidos y legisladores piensan que es hora de traer a todas las tropas de vuelta a casa. Temen que acaben involucrándose más si el gobierno de Kabul se tambalea. Otros dicen que Estados Unidos no debe simplemente retirarse después de semejante compromiso de vidas y dinero. Argumentan que, con ayuda, el gobierno afgano puede contener a los talibanes y evitar el resurgimiento de al-Qaeda. Ambas partes apuntan a Irak, donde el gobierno obligó a Estados Unidos a una retirada total en 2011. El ascenso del Estado Islámico allí provocó un retorno de las fuerzas estadounidenses tres años después. La intervención comenzó como una misión de entrenamiento y bombardeo, pero las tropas no combatientes han sido asesinadas y el ejército ha desplegado fuerzas especiales. La experiencia de Irak puede ser un recordatorio de los peligros de una retirada completa, o de las razones para salir antes de que todo se complique más.
 
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El líder de los talibán paquistaníes, el mulá Fazlulá, murió en un ataque aéreo de un dron de Estados Unidos en el este de Afganistán, según ha confirmado este viernes un portavoz del Ministerio de Defensa afgano.

El jueves, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos aseguraron que habían llevado a cabo un ataque aéreo contra un importante comandante insurgente en la provincia de Kunar, en el este de Afganistán, junto a la frontera con Pakistán. Un responsable estadounidense afirmó que el objetivo de ese ataque era el mulá Fazlulá, líder del grupo Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP), los talibán paquistaníes.

Fazlulá es el miliciano más buscado en Pakistán y se le ha atribuido la responsabilidad por el atentado que acabó con la vida de 130 niños en un colegio de Peshawar en 2014 y del ataque con el que los talibán intentaron matar a Malala Yousafzai, galardona posteriormente con el premio Nobel de la Paz por su defensa del derecho de las niñas a recibir una educación.

"Confirmo que el mulá Fazlulá, líder de los talibán paquistaníes, ha muerto en una operación aérea conjunta en el distrito de Marawera, en la provincia de Kunar, cerca de la frontera", ha asegurado a Reuters un portavoz del Ministerio de Defensa afgano, Mohammad Radmanish. El portavoz ha dicho que el ataque se llevó a cabo a las 9.00 horas del jueves.

Una fuente consultada por la cadena de televisión privada afgana Tolo ha contado que, además del mulá Fazlulá, el ataque ha acabado con la vida de varios comandantes talibán paquistaníes, identificados como Abu Bakr, Sajjad, Emran y Mawlawi Omar.

Por su parte, el Ejército paquistaní ha desvelado a última hora del viernes que el presidente afgano, Ashraf Ghani, ha telefoneado al jefe de las Fuerzas Armadas del país, Qamar Yaved Bajua, para informar de la muerte del mulá Fazlulá.

Asimismo, ha recalcado que "Fazlulá se escondía en Afganistán desde 2009" y ha afirmado que "la muerte del comandante del TTP "es un acontecimiento positivo" que "supone un alivio para muchas familias paquistaníes que cayeron víctimas del terrorismo del grupo".

"La cúpula militar de Pakistán siempre ha mantenido que una postura cooperativa y de coordinación es la mejor respuesta a la amenaza del terrorismo", ha zanjado en su comunicado.

Las autoridades paquistaníes acusan al mulá Fazlulá de haber dirigido varios ataques contra objetivos de Estados Unidos y de Pakistán en territorio paquistaní en los últimos años.

Entre otras acciones, al jefe de los talibán paquistaníes se le ha atribuido la responsabilidad por el atentado que en diciembre de 2014 acabó con la vida de 151 personas, de las cuales 130 eran niños, en una escuela del Ejército paquistaní en Peshawar.

Hace años, la prensa local apuntó que el mulá Fazlulá fue quien ordenó el intento de asesinato de la niña Malala Yousafzai, una firme defensora del derecho a la educación de las niñas y que fue luego fue galardonada con el premio Nobel de la Paz.

En marzo de 2018, el Departamento de Estado estadounidense ofreció una recompensa de cinco millones de dólares por el mulá Fazlulá. Durante años, el Gobierno de Pakistán ha asegurado que Fazlulá estaba escondido en territorio afgano pero el Ejecutivo de Kabul lo negaba.
 
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