La organización de China

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La provincia china de Henan tiene una población de unos 100 millones de habitantes: mayor que la de la mayoría de los países. En el sistema administrativo chino, una provincia está en el nivel superior de gobierno subnacional, seguido de condados, ciudades y municipios, pero un municipio de la provincia de Guangdong puede contar fácilmente con una población de entre 500.000 y un millón de habitantes: mayor que la de muchas ciudades de fuera de China. De modo que resulta difícil sobreestimar la importancia de las cuestiones regionales –en particular las disparidades interregionales– para la política de China.

China está dividida por la naturaleza. Entre los grandes países continentales, incluidos la India y el Brasil, sólo China tiene un pequeño segmento de costa, pero vastas regiones interiores. Cuando el principal objeto de consumo humano era la comida, eso no era un problema, porque lo que importaba era la tierra y el agua, pero en las modernas sociedades industriales, urbanas y basadas en el mercado, lo que puede importar cada vez más son los costos del transporte, lo que significa que la geografía puede causar profundas desigualdades regionales.

Aunque, desde luego, dichas disparidades pueden tener también otras causas, la geografía sí que parece explicar muchos fenómenos. En primer lugar, explica por qué las regiones costeras de China se desarrollaron antes y más rápidamente después de que el país lanzara sus reformas de mercado y se abriera al mundo. No fueron políticas “preferenciales” ni una asignación sesgada de los recursos por parte del Gobierno lo que causó el auge de las ciudades costeras de China, sino su proximidad al océano, que era y sigue siendo la forma más barata de trasladar recursos y productos.

En el futuro, China puede llegar a tener más y mayores industrias de servicios y de tecnología avanzada, sectores que no dependen tanto del transporte, pero, a medida que China dependa cada vez más de las importaciones de recursos naturales de origen mineral para satisfacer sus necesidades básicas, su costa seguirá disfrutando de una ventaja en materia de costos del transporte.

Así, las disparidades regionales en cuanto a prosperidad económica pueden no llegar a reducirse nunca; de hecho, podrían aumentar. Lanzhou, la capital de la provincia de Gansu en el Oeste, podría no reducir nunca la distancia que la separe de Suzhou, base manufacturera muy conocida cerca de Shanghai.

El esfuerzo de China para desarrollarse más uniformemente, pese a las ventajas permanentes inherentes a la costa, adopta la forma de un tráfico de dos direcciones en capital y mano de obra entre las regiones costeras y las interiores. Las transferencias financieras van de las regiones costeras a las interiores, mediante la asignación fiscal estatal u otros mecanismos, para mejorar las infraestructuras, incluido el transporte. Semejantes inversiones pueden no ser tan rentables como en otras regiones, pero se debe considerarlas bienes públicos encaminados a igualar las condiciones para el crecimiento. El gobierno central de China lo ha intentado durante los 10 últimos años mediante su “programa de desarrollo occidental”.

Naturalmente, las medidas estatales por sí solas no pueden incitar a los inversores industriales a que “vayan al Oeste”, porque el gasto en infraestructuras públicas no puede superar todos los problemas. Sin una carretera, no se pueden transportar recursos y productos acabados, pero, incluso con una carretera, hay que seguir pagando peajes, gasolina, mantenimiento de la flota y otros costos... y, aun así, pueden hacer falta cinco días para llevar los productos a la costa, si se quiere exportarlos.

El otro “tráfico” puede ser, en algunos sentidos, más importante incluso. Se trata de la mano de obra que se traslada en la dirección opuesta, del Oeste al Este, lo que fomenta la única igualdad económica que un país puede lograr: la de renta por habitante, no de PIB. Una ciudad costera que produce más PIB y cuenta con productividad y salarios mayores atraerá a más personas para que compartan su prosperidad hasta que la “productividad marginal” disminuya. A medida que parte de la población migre hacia la costa, menos serán las personas que compartan los recursos de las regiones interiores, con lo que su renta por habitante aumentará.

Ésa es la razón por la que la movilidad es tan importante para lograr una igualdad social mayor. La mayoría de los países desarrollados experimentaron grandes migraciones internas a medida que se modernizaban y con el tiempo el 80 por ciento de sus poblaciones se trasladaron a regiones costeras. China está experimentando ese proceso ahora. Si las autoridades de China siguen fomentando la migración interna, el problema de las disparidades regionales acabará resolviéndose.

Lo mismo se podría decir de la disparidad Norte-Sur mundial. Algunos afirmaban que, mientras un factor de producción –por ejemplo, el capital– pudiera circular libremente, se podría lograr la igualdad en el mundo, pero yo creo que otros factores son también esenciales. La movilidad de un factor puede funcionar bien en un modelo teórico, pero en el dinámico mundo real, si no se puede reducir con la suficiente rapidez el desfase de la renta, las condiciones que contribuyen a aumentar el desfase –como, por ejemplo, una geografía desfavorable– pueden llegar a predominar, lo que mantendrá –si no aumenta– las disparidades mundiales, en particular dada la renuencia de los países del Norte a permitir la libre migración internacional.

La buena noticia para China ahora es la de que el nuevo plan quinquenal para el período 2010-2015 pide no sólo que el Gobierno fomente la migración interna entre las regiones, sino también que mejore las condiciones para que la población rural se traslade a las ciudades y se establezca en ellas. Será imposible abolir de la noche a la mañana el infame “Hukou” (el sistema de registro de residentes que limita la migración), sino que se lo eliminará gradualmente.

Naturalmente, la migración y la urbanización crearán problemas y conflictos sociales, pero ya han ocurrido en todos los países en la fase actual de desarrollo de China y también China debe pasar por ella. De lo contrario, el país quedará dividido para siempre.

Fan Gang es profesor de Economía en la Universidad de Beijing y en la Academia China de Ciencias Sociales, Director del Instituto de Investigaciones Económicas Nacionales de China, Secretario General de la Fundación para la Reforma de China y miembro del Comité de Política Monetaria del Banco Popular de China.
 
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