En Asia vuelve el temor a una crisis

Johngo

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Los gobiernos de la región están atentos a lo que pasa en Occidente y procuran no repetir los errores de 2008

HONG KONG.- Walmart en China no es igual que Walmart en otras partes. Sus tiendas venden tortugas y sapos vivos, acepta que su personal se afilie a un sindicato y en Kunming, una ciudad sureña en la que la cadena tiene seis supermercados, al igual que varios de sus competidores, ahora debe informar y justificar ante el gobierno todo aumento de precios con 48 horas de anticipación.

El control de precios es parte de la lucha no ortodoxa de China contra la inflación, que es de más del 4% anual. Los precios en alza están incomodando a otras economías asiáticas en desarrollo. Los gobernantes de la región siguen temiendo una repetición del otoño boreal de 2008, cuando los golpeó la crisis financiera. Pero una mayor amenaza es una repetición de la primavera y el verano de ese año, cuando los precios de las commodities se fueron por las nubes.

En la India (donde Walmart es un joint venture mayorista), Paquistán, Bangladesh y Vietnam se ha dado una feroz batalla contra la inflación todo el año. En Indonesia se está perdiendo el control al subir los precios a los consumidores un 6,3% en los 12 meses transcurridos hasta noviembre. En otras partes la inflación sigue siendo moderada según los estándares de las economías emergentes. Pero la presión va en aumento.

Desde junio, los precios de los productos agropecuarios han subido tan aceleradamente como en 2007 y 2008, aunque aún no al nivel de entonces. Y el Indice de Negocios de Asia del HSBC, que se basa en encuestas de gerentes de compras de la región, muestra que las presiones alcistas sobre los precios en Asia (excluyendo Japón) están en su punto más alto en por lo menos una década.

Hay mucho debate sobre lo que provoca esta inflación. Algunos la achacan al mal clima, como en el caso de las inundaciones en octubre en la provincia china de Hainan, que causaron daño a los cultivos e influyeron en el alza de los precios de los alimentos. Otros lo achacan a diluvios más metafóricos: inundaciones de capitales del extranjero o de crédito local. El banco central de Indonesia, por ejemplo, ha dejado de vender bonos a tres meses, que extranjeros hambrientos de rindes compraban entusiastas. También está pensando en reintroducir topes a las cuentas de extranjeros en rupias, lo último en una serie de diques, muros de contención y desagües, destinados a controlar los flujos de capital. A pesar del alza de la inflación, el banco central ha evitado elevar los tipos de interés (que no se han modificado en 16 meses) por temor a atraer más capital. Así, el temor al capital extranjero puede ser un peligro económico mayor que el capital extranjero mismo.

Esta renuencia a ajustar la política monetaria más aceleradamente ha permitido que el crédito privado crezca más del 20 por ciento al año en Bangladesh, Vietnam y la India. "Visto en retrospectiva, ahora parece que el apoyo a la liquidez puede en algunos momentos haber sido excesivamente generoso", admitió el banco central de Bangladesh en su declaración semestral. En China, donde se suponía que los bancos no expandirían sus créditos en más del 18% (7500 billones de yuan o US$ 1,1 billones) este año, parece probable que superarán ese límite. El 3 de este mes el Politburó del Partido Comunista Chino dijo que aplicaría una política monetaria "prudente" en 2011, habiendo implementado una política "moderadamente laxa" este año. Eso se interpreta como que sólo habrá una expansión del crédito del 14 por ciento en 2011.

Paranoia

Los responsables de la política en Asia están "paranoicos por el temor a sustos provenientes de occidente relacionados con el crecimiento", sostiene Sean Darby, de Nomura. No quieren repetir el error de 2008, cuando aplicaron políticas restrictivas en momentos en que llegaba el azote de la crisis financiera. Pero las economías asiáticas han vuelto a la normalidad más rápido que sus políticas monetarias. En el Asia emergente, la producción industrial está a la par de su tendencia histórica, casi como si nunca se hubiera dado la gran recesión. Y al mismo tiempo que exportan pesimismo a los gobernantes asiáticos, Estados Unidos y Europa importan productos de sus fábricas. La economía de Estados Unidos, por ejemplo, creció a tasa anualizada de tan sólo el 1,7% en el segundo trimestre, pero sus importaciones crecieron 33,5 por ciento. Goldman Sachs describe esto como el "mayor arrastre comercial en la historia" de ese país.

Y no es sólo que las importaciones de EE.UU. se recuperaron más rápido que su producción; sus importaciones desde Asia se recuperaron más aceleradamente que las compras a zonas del mundo menos afortunadas, señala Frederic Neuman, de HSBC. Este puede ser un fenómeno nuevo, resultado de que consumidores faltos de dinero compran productos asiáticos más baratos. O puede ser un fenómeno cíclico: los fabricantes asiáticos de partes a menudo se ven favorecidos en las primeras fases del ciclo económico occidental, al reconstruir sus stocks las compañías, anticipando un aumento de las ventas.

Con sus depósitos llenos, las firmas estadounidenses pueden perder ahora su entusiasmo por comprar. Goldman Sachs prevé que el crecimiento en EE.UU. se mantendrá en su nivel actual, pero anticipa una desaceleración de las importaciones. Eso le quitará demanda a las exportaciones asiáticas, que ya pueden estarse aplanándose.

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Traducción de Gabriel Zadunaisky
 
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