En la economía española sigue sin haber demanda

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Una condición para que la economía española mejore es que se recupere la demanda nacional; no en vano, representa en torno al 60 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB). Sin embargo, no hay síntomas que anticipen que esto vaya a suceder. Al menos a corto plazo, parece que ninguno de sus componentes va a despuntar. El consumo público está frenado por la exigencia de sanear las cuentas del Estado. El privado retrocede cada mes desde el fin de los estímulos y las subida del IVA, según confirma el Instituto Nacional de Estadística a través de distintos indicadores (este lunes, el de ventas minoristas: han caído por cuarto mes consecutivo). La inversión está casi desaparecida porque las empresas ni tienen facilidad de acceso al crédito ni muchos incentivos. Sólo el sector exterior da ciertos síntomas de salud, aunque demasiado frágiles para compensar las carencias del resto.

Los principales socios comerciales, como Alemania o Francia, han empezado a reactivar su demanda, lo que echa una mano a favor de las exportaciones españolas. Aunque limitarse a confiar en su tirón sin pensar en hacer otros esfuerzos es un comportamiento casi temerario. De ahí que los principales empresarios españoles hayan pedido al presidente Rodríguez Zapatero medidas concretas para potenciar una competitividad que, según el Foro Económico Mundial, se pierde a marchas forzadas.

El consumo privado mejoró en la primera parte del año debido a estímulos de carácter temporal que ya son humo. Para que recupere el pulso, antes han de producirse otras circunstancias que, por el momento, se presumen lejanas. Entre ellas, mejorar la confianza: los españoles deben creerse que el país es capaz de salir de la crisis. Esto es complicado en un contexto de destrucción constante de empleo. España es el país de la UE con una tasa de paro más elevada, según se encarga de recordar cada mes Eurostat, la oficina de estadística europea. La cuestión es que la economía será incapaz de generar puestos de trabajo si no crece alrededor de un 2 por 100, una situación que tanto el Gobierno como los organismos internacionales retrasan, como mínimo, hasta 2012.

De momento, ni siquiera hay confianza en el mínimo crecimiento previsto en los Presupuestos Generales para 2011. Este lunes, la Comisión Europea se ha adherido a las tesis del Fondo Monetario Internacional, al rebajar casi a la mitad la cifra del PIB anunciada por Economía para el próximo año. Junto con Grecia e Irlanda, España va a ser el único país de la eurozona que va a terminar 2010 en negativo.

Con este escenario, todo hace prever que el empleo irá a peor al menos durante los próximos meses. La incertidumbre seguirá presente. Los ciudadanos continuarán administrando sus recursos con cuentagotas, es decir, controlando el gasto. Aún hay más: ¿hasta qué punto se puede esperar un repunte del consumo privado si muchos aún no han reducido el alto nivel de endeudamiento que acumulan con anterioridad a la crisis?

El ajuste del gasto cercena el crecimiento. Sin crecimiento no se genera empleo. Sin trabajo, no se consume. Sin consumo, no hay inversión empresarial... La sucesión de condicionantes plantea varias reflexiones. Una de ellas es si simplemente con un duro control presupuestario se conseguirá el contexto adecuado para despertar demanda e inversión privadas, ya que la pública parece condenada. Parece que no. Y lo peor de todo es que también está en duda que finalmente se consiga ese objetivo porcentual del déficit.
 
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