Obama: momento difícil

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Aunque no es la primera vez que ocurre en la reciente historia estadounidense, el castigo al partido del presidente en las elecciones intermedias ha tenido más eco, probablemente por lo que llevó aparejado el triunfo de Barack Obama hace ahora justo dos años. ¿Cambio de rumbo? Es la lectura que dan los republicanos al margen obtenido en su victoria sobre los demócratas, arrebatándoles la mayoría en la Cámara de Representantes, comprometiendo seriamente su posición en el Senado y recuperando más de un estado para ellos tradicional. En la memoria está el varapalo que recibió Clinton en semejante ocasión y su clara reelección dos años después. ¿Es correcto el paralelismo? A lo mejor, no.

Las primeras valoraciones unen al habitual castigo de mitad de mandato los decepcionantes perfiles de la situación económica. Es verdad que la crisis llegó con Bush, pero también es cierto que no se ha ido con Obama, a diferencia de lo que probablemente esperaban muchos de sus votantes, algunos de ellos prestados del tradicional electorado republicano e inclinados más a votar por un cambio que decididos a secundar el credo demócrata. Y también es posible que, más a la izquierda, muchos votantes de 2008 se hayan sentido decepcionados por la abundancia de subsidios y escasez de correctivos a los culpables de Wall Street.

Otros factores se antojan más difíciles de evaluar. El más relevante, sin duda, la eventual solidez que haya adquirido o vaya a adquirir el ala ultraconservadora ya conocida como tea party, ¿Revela un giro drástico del electorado? Es pronto para decirlo, lo mismo que para valorar su posible incidencia en el camino hacia las próximas elecciones presidenciales (2012).

Lecturas aparte, nadie discute la incidencia de la situación económica en el ánimo de los electores. Estados Unidos empezó 2010 con un sorprendentemente crecimiento del 3,7 por 100 del PIB, pero sufrió unos cuantos pasos atras en el segundo trimestre: hasta el 1,7 por 100. El indicador adelantado para el tercer trimestre se sitúa en torno al 2 por 100 y la OCDE ha anticipado que terminará el ejercicio entre el 2,5 y el 3 por 100. El cuarto se prevé peor, entre el 1,7 y el 2,2 por 100. Un continuado proceso de desapalancamiento de los hogares y un mercado laboral débil, con una reducida creación de puestos de trabajo y una elevada tasa de desempleo, han provocado la pérdida de dinamismo en la demanda privada, un componente que aporta aproximadamente el 70 por 100 del PIB.

La necesidad de adoptar medidas para reactivar la demanda está asumida por todos. El desencuentro está en las medidas para conseguirlo. Mientras que el presidente es partidario de continuar con los estímulos, el bando republicano tiene en la contención del gasto para reducir el déficit uno de los objetivos prioritarios.

¿Se ha agostado el yes we can? Como hiciera su predecesor demócrata, Bill Clinton, el actual presidente tendrá que demostrar capacidad negociadora y habilidad política si -en 2012- quiere repetir mandato. Tiempo hay.
 
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