Fallas estructurales de la eurozona

Johngo

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Economistas aseguran que la eurozona no podrá sobrevivir en su forma actual a menos que Alemania ayude a corregir desequilibrios aumentando la demanda interna

TONY BARBER – Financial Times

En Europa aún se habla de la noche en que George Papandreou, el primer ministro griego, confesó ante los otros dirigentes de la región que su nación era corrupta. “Fue muy impresionante y muy honesto. Básicamente dijo: mi país es corrupto de la A a la Z”, recuerda un asistente a esa cena de Bruselas el 10 de diciembre de 2009. Su admisión era un primer paso esencial para persuadir a sus socios de que era sincero en sus esfuerzos por introducir reformas y para convencerlos de rescatar al país.

Ya a principios de julio de 2009 el comisionado de Asuntos Monetarios, el español Joaquín Almunia, ya había hecho circular entre los ministros de Hacienda del bloque un memorando que estimaba que el déficit de presupuesto griego probablemente se elevaría por encima de 10% del PBI. Aún así, los gobiernos de la UE no tomaron ninguna acción antes de octubre, quizá porque consideraban inapropiado avergonzar a un gobierno miembro.

Si este episodio revela mucho de la forma en que las consideraciones políticas interfieren con un manejo eficiente de la unión monetaria de Europa, también lo hace la triste historia del pacto de estabilidad y crecimiento. Estas normas, fijadas en 1997, establecían para los países que aspiraban a adoptar el euro un tope de 60% del PBI para la deuda pública y de 3% para los déficit de presupuesto, pero sin imponer sanciones claras.

Una alarma sonó en 2002, cuando la Comisión Europea propuso que Alemania y Portugal recibieran una “advertencia temprana” ya que sus déficit se acercaban al límite de 3%. Los gobiernos ignoraron a la Comisión, que volvió a la carga en 2003, solicitándole a Francia y Alemania que tomaran más medidas para recortar sus déficit. Pero en una crucial reunión del 25 de noviembre de 2003, los ministros de Finanzas de los miembros suspendieron los procedimientos contra París y Berlín.

Ya para marco de 2005, la Unión Europea había modificado sustancialmente el pacto de estabilidad, haciendo menos estrictas sus normas con el resultado de que era cada vez menos probable que cualquier país pudiera ser castigado por un déficit excesivo.

“Este fue el primer gran error en la eurozona, porque abrió la puerta para que otros países se excusaran y apuntaran a Alemania diciendo: ‘ellos también lo hicieron, déjennos tranquilos’”, recuerda Jürgen Thumann, presidente de BusinessEurope, la asociación paneuropea de empleadores.

Las tensiones acumuladas entre 1999 y 2009 no fueron sólo el resultado de fallas estructurales en el diseño de la unión monetaria o mal manejo económico de parte de los gobiernos de la eurozona. Reflejan también malos juicios en los mercados financieros, que con la llegada del euro prácticamente eliminaron los spreads de tasas de interés entre los bonos del gobierno alemán y los de otros países, como Grecia, con historiales económicos menos sólidos.

Pero no se puede culpar a los mercados por los peligrosos desequilibrios que surgieron en los diez primeros años de la unión monetaria entre países competitivos con superávit, sobre todo Alemania, y otros como Grecia, Portugal y España, que perdieron competitividad, acumularon grandes déficit y se endeudaron mucho.

Algunos economistas dudan que la eurozona pueda sobrevivir en su forma actual a menos que Alemania ayude a corregir estos desequilibrios, por ejemplo aumentando la demanda interna para impulsar el crecimiento en el sur de Europa.

Según Katinka Barysch, subdirectora del Centro para la Reforma Europea, los alemanes no están con ánimo de hacer concesiones. “Tal vez por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, se están permitiendo ser desafiantes y orgullosos. Su modelo económico exportador y obsesionado con la estabilidad, no es discutible”.

FUENTE: Financial Times
 
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