Eso que véis a la derecha es la imagen de la NASA del asteroide 2011 UW-158 y el pasado 19 de Julio pasó muy cerquita de la tierra.
Generalmente no solemos hablar de asteroides en este blog a no ser que estén compuestos de platino y otros materiales preciosos, como es este caso. Se estima que su valor, basándose en la materia prima, rondaría entre los 300.000 millones y 5.400.000 millones de dólares. La distancia más cercana a la que estuvo fue de solo 2.414.016 kilómetros (6 veces la distancia de aquí a la Luna) y la gravedad de la Tierra no fue suficiente como para atraer a semejante joya.
¿Y qué habría ocurrido, si ese meteorito hubiese caído en algún desierto del planeta? ¿Cómo habría beneficiado al país receptor un regalo de ese calibre? ¿Cuánto se habrían enriquecido sus habitantes?.
Seguramente, les arruinase la vida.
Para ello, vamos a ver tres ejemplos similares que acabaron de la misma manera.
Cuando un helicóptero soltó sobre la borda del Alakrana un fardo de billetes que contabilizaban cuatro millones de dólares, no era consciente de los efectos de tal inyección de liquidez a coste cero en la primaria economía de Haradhere. La reactivación de las expectativas de la ciudadanía se disparó: en sólo 24 horas, siempre si lo que cuenta hoy un periódico nacional se ajusta a la verdad, un buen número de ciudadanos decidió casarse, y se desató una oleada de consumo centrado en bienes y servicios considerados de lujo.
Los comercios que tradicionalmente ofertaban azúcar, té, maíz o cecina, pusieron en sus rudimentarios estantes bebidas alcohólicas, y multiplicaron por diez el precio normal, elevando notablemente la actividad comercial. Los bucaneros que optaron por la vida libre en vez de por el prometido matrimonio, se dieron a las mujeres malas, y dispararon los precios de los servicios de la prostitución en no menos de un 1000%. Incluso se cuenta que se produjeron actos de extorsión de ciudadanos fuera de la ley a los piratas recien llegados del Alakrana, allí considerados héroes honorables.
La inflación se desbocó por la presión de la demanda y la escasez de la oferta, y convirtió en más pobres todavía a quienes no habían estado en el Alakrana o habían tenido la suerte se ser invitados a sus bodorrios.
El descubrimiento de América fue uno de los acontecimientos de la historia mundial que más repercusión tuvo. Si esto fue cierto para Europa y el mundo occidental, aún lo fue más para España, la potencia que construyó el imperio americano más extenso.
Desde un principio, los españoles buscaron el símbolo de la riqueza en la época: los metales preciosos, el oro y la plata.
El siglo XVI fue testigo de un espectacular fenómeno económico en Europa y, con especial virulencia, en España: la “revolución de los precios” o, dicho de otra forma, la inflación.
Dos razones principales explican este fenómeno. Por un lado, el siglo XVI se caracteriza por el crecimiento demográfico. Un fenómeno que produjo un aumento de la demanda de productos que a su vez llevó a un alza de los precios. Por otro lado, la llegada masiva de metales preciosos significó un importante crecimiento de la moneda en circulación lo que inmediatamente revertió en un aumento de los precios. Como los metales llegaban a Sevilla y en España era más abundante su circulación, nuestro país vivió con especial gravedad la inflación que afectaba a toda Europa.
La mayor inflación en Castilla hizo que los productos castellanos fueron aún menos competitivos con respecto a las mercaderías de Holanda, Inglaterra y Francia lo que agudizó la decadencia de la producción castellana y española. Finalmente España y las Indias dependieron en gran medida del suministro de mercancías por parte de las potencias hostiles a la monarquía hispánica.
La denominación enfermedad holandesa tiene su origen en los Países Bajos donde, a comienzo de la década de los años setenta, aparecieron importantes yacimientos de gas que incrementaron fuertemente las exportaciones de dicho producto y, como consecuencia, la entrada de divisas en el país. Esta entrada de divisas condujo a que el tipo de cambio (cotización) del florín holandés se apreciara alcanzando un nivel que ponía en peligro la competitividad externa del resto de los bienes y servicios que exportaba Holanda y, consecuentemente, de los niveles de actividad y empleo dependientes de éstos.
Un problema similar surgió años más tarde en Gran Bretaña con el descubrimiento de los yacimientos de petróleo del Mar del Norte. Pero los casos más claros de enfermedad holandesa se dan en países petroleros como Venezuela o México, en los que un aumento en el precio del petróleo provoca fuertes entradas de divisas y como consecuencia la apreciación o revaluación de sus monedas hasta el punto de amenazar con asfixiar al resto de la actividad económica. También está sucediendo algo similar a la enfermedad holandesa en Chile como consecuencia de las fuertes subidas del precio del cobre y de los aumentos de las exportaciones chilenas de este metal.
Con estos 3 ejemplos creo que queda claro que si queremos mejorar la economía de un país no tenemos que mirar al cielo esperando a que caiga un meteorito con platino o un helicóptero con dinero, basta con trabajar y ser competitivo. De momento, la manera más infalible para alcanzar la prosperidad de los pueblos.