El auge de la inversión sostenible

por Marc Fortuño

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La fijación de precios del carbono y otras políticas fiscales tienen un papel primordial en la reducción de emisiones y la movilización de ingresos pero el sector financiero tiene un papel complementario importante. Las instituciones financieras y los mercados ya brindan protección financiera a través de seguros y otros mecanismos de riesgo compartido, como los bonos de catástrofe, para absorber en parte el coste de los desastres.

Pero el sistema financiero puede desempeñar un papel aún más fundamental, movilizando los recursos necesarios para las inversiones en mitigación climática (reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero) y adaptación (creación de resiliencia al cambio climático) en respuesta a las señales de precios, como los precios del carbono. 

En otras palabras, si los formuladores de políticas implementan políticas para fijar el precio en las externalidades y proporcionan incentivos para la transición a una economía baja en carbono, el sistema financiero puede ayudar a lograr estos objetivos de manera eficiente. 

Los requisitos de inversión global para abordar el cambio climático se estiman en billones de dólares estadounidenses, y las inversiones en infraestructura solo requieren alrededor de 6 billones de dólares por año hasta 2030 (OCDE 2017). Es probable que la mayoría de estas inversiones sean intermediadas a través del sistema financiero. 

Desde este punto de vista, el crecimiento de las finanzas sostenibles (la integración de criterios ambientales, sociales y de gobernanza en las decisiones de inversión) en todas las clases de activos muestra la creciente importancia que los inversores atribuyen al cambio climático, entre otras consideraciones no financieras. Las estimaciones del tamaño de los activos globales de las finanzas sostenibles oscilan entre 3 billones y 31 billones de dólares. 

Si bien la inversión sostenible comenzó en renta variable, la fuerte demanda de los inversores y el apoyo a las políticas impulsaron la emisión de bonos verdes, aumentando las acciones a un estimado de 590.000 millones en agosto de 2019 desde los 78.000 millones en 2015. Los bancos también están comenzando a ajustar sus políticas de préstamos, por ejemplo, dando descuentos en préstamos para proyectos sostenibles.

La financiación sostenible puede contribuir a la mitigación del cambio climático al proporcionar incentivos para que las empresas adopten tecnologías menos intensivas en carbono y específicamente financiar el desarrollo de nuevas tecnologías. Los canales a través de los cuales los inversores pueden lograr este objetivo incluyen involucrarse con la administración de la compañía, abogar por estrategias bajas en carbono como activistas inversionistas y otorgar préstamos a empresas líderes en lo que respecta a la sostenibilidad. Todas estas acciones envían señales de precios, directa e indirectamente, en la asignación de capital.

Sin embargo, medir el impacto que las inversiones sostenibles tienen en sus objetivos ambientales sigue siendo un desafío. Existen inquietudes sobre las reclamaciones sin fundamento de la naturaleza ecológica de los activos, conocida como “lavado ecológico”. Existe el riesgo de que los inversores se vuelvan reacios a invertir a la escala necesaria para contrarrestar o mitigar el cambio climático, especialmente si las medidas de política para abordar el cambio climático es rezagado o insuficiente.

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