El Domingo pasado me sorprendió leer la noticia en El País de que “El 82% de los españoles prevén otra crisis económica antes de 2023“, datos sacados de una encuesta que había hecho a 2.000 personas.
Realmente me cuesta pensar que tantos españoles piensen en una nueva crisis cuando son muchos los que todavía no han pasado la anterior. Esto es como que te maten antes de resucitarte. No obstante, un porcentaje tan alto de pesimismo se debe basar en algo, en los mensajes que vamos captando por todos sitios.
Recientemente JP Morgan afirmó que la próxima crisis será en el 2020 y traerá una corrección de los índices bursátiles en EEUU del 20%, una caída del 35% en los precios de la energía (petróleo), junto con una corrección del 29% de los metales. La peor parte podrían llevársela los emergentes cuyas bolsas caerían un 48% y los bonos soberanos de esos países incrementarían su prima de riesgo (respecto a los de EEUU) en 2,79 puntos porcentuales.
Como veis apuntan fino fino.
Por otro lado MdF Family Partners, firma especializada en asesorar a grandes patrimonios familiares prevé que la siguiente recesión se producirá en el año 2019 como consecuencia de un accidente crediticio. Esto supondría volver a un escenario similar al de 2007. Al igual que ocurrió en ese momento, la economía global está muy endeudada, por lo que es muy vulnerable a episodios de pánico en el mercado. Los bancos centrales apenas tienen margen para seguir actuando, ya que durante la crisis han desplegado toda su batería de estímulos que apenas han comenzado a retirar (el BCE todavía sigue ampliándolos). La consecuencia es que ya quedan pocos instrumentos para combatir una crisis de crédito, lo que podría agravar la situación.
El prestigioso economista Nouriel Roubini (economista principal de asuntos internacionales en la Casa Blanca durante la administración Clinton) aseguró en un artículo en MarketWatch, “la próxima crisis y recesión podría ser aún más severa y prolongada que la anterior”, dado que “a diferencia de 2008, cuando los gobiernos tenían las herramientas políticas necesarias para evitar una caída libre, los responsables de las políticas que deben enfrentar la próxima recesión tendrán sus manos atadas, mientras que los niveles generales de deuda son más altos que durante la crisis anterior”. Para 2020 el estímulo fiscal de EEUU se agotará y el crecimiento se reducirá dado que el potencial actual es “insostenible” y la economía del país se está “recalentando”
La revista Forbes no se queda atrás en esta carrera de ver quién prevé una crisis más gorda y ya avisó recientemente que la década del 2020 será la peor en la historia de los EEUU, la que llama “el gran reset” que durará hasta el 2039.
Incluso aquí mismo publicamos hace un par de meses un artículo titulado “Los 5 ingredientes con los que se está cocinando la próxima crisis” (Deuda, mercados emergentes, comercio, banca y peligros cibernéticos).
Lo que nos ha dejado claro la historia económica es que pese a que los motivos de una crisis son previsibles nunca lo es su fecha ya que los gobiernos (principalmente con los bancos centrales) son especialistas en poner parches y aguantar lo máximo hasta que todo explote. Lo que si que es preocupante es la tendencia de “voy a prever una crisis muy gorda para que así luego no me digan que no avisé” que acaba llegando al sentimiento de los ciudadanos, que somos sobretodo, consumidores y buenos pagadores de impuestos.