Un rumor falso difundido por WhatsApp pudo estar detrás del linchamiento de más de una decena de personas en la India a principios del verano. El poder de difusión de internet, redes sociales y sistemas de mensajería instantánea es abrumador y puede ser usado con fines malévolos. Por eso, las principales compañías tecnológicas presionadas por los gobiernos de diversos países ya han puesto en la diana a las denominadas fake news. Y es que las noticias falsas en internet ya no son solo una broma entre amigos, sino un contenido que mueve millones de euros y capaz de alterar la opinión pública.
Facebook lidera la batalla contra las ‘fake news’
La supuesta injerencia rusa en la victoria de Trump en las Presidenciales de 2016 abrió la caja de pandora sobre el poder de las noticias falsas difundidas en internet. En Europa, el Brexit tuvo un efecto similar. Fue entonces cuando los gobiernos llamaron a filas a las principales compañías tecnológicas vinculadas a internet y a la difusión de contenido, como Google, Facebook y Twitter, para que remaran en la misma dirección: confinar las noticias falsas en la red.
La compañía fundada por Mark Zuckerberg es la que, al menos de puertas afueras, más está poniendo de su parte para limpiar su red social de bulos, chismes y chascarrillos más o menos divertidos disfrazados de noticias.
Estos días ha anunciado la implementación de una herramienta que clasifica la veracidad y confianza de los internautas según la información que difunden. Esta clasificación de confianza determina la posición de los contenidos en el feed, de forma que si un usuario suele difundir información falsa quedará en las últimas posiciones. Al contrario, si un internauta suele compartir noticias veraces, aparecerá en las primeras posiciones.
«No podemos convertirnos en árbitros de la verdad. No es factible dada nuestra escala y no es nuestro rol», decía Facebook en un comunicado. O dicho de otra forma: se comprometen a marginar, no a censurar, lo que podría ser todavía más peligrosos que las fake news…
Además de esta nueva herramienta, Facebook lleva tiempo trabajando en optimizar su algoritmo para detectar de forma automática contenido falso. En este sentido, colaboran con firmas externas como FactCheck.org, PolitiFact o Snopes con el objetivo de aumentar la precisión en la relegación de contenido falso. Y es que si se elimina una noticia verdadera de forma equivocada vendría ser como meter a un inocente en la cárcel, ¿no? Incluso estaría pensando en eliminar el botón compartir para minimizar la difusión de contenido engañoso.
Algoritmos para luchar contra la desinformación
En un artículo publicado en Science News hace semanas se hace un recorrido por los diferentes proyectos en marcha para la detección de noticias falsas mediante el uso de técnicas de computación.
Por ejemplo, dos investigadores del Rensselaer Polytechnic Institut en Troy (Nueva York) están creando un sistema automatizado que analiza la sintaxis de las noticias para diferenciar las veraces de las falsas. Según estos investigadores los artículos falsos tienden a ser más repetitivos y cortos y a utilizar más adverbios, además de que usan menos citas, palabras técnicas y sustantivos.
Estudios como este son seguidos muy de cerca por las grandes tecnológicas vinculadas a internet con el objetivo de poner coto automático a las fakes news. Pero como bien dice Julio Amador Díaz López, científico informático y economista del Imperial College de Londres, «hay una gran escala de grises en la desinformación».
¿Derecho a la desinformación?
El éxito de las fake news en internet, en última instancia, obedece al propio carácter del ser humano que, generalmente, prefiere sentir a pensar. Una noticia falsa, pero impactante a nivel emocional, tiene más posibilidades de ser difundida que una noticia aburridamente veraz. Es el todo vale de la viralidad en internet muy relacionado también con la posverdad, ese término nacido a principios de los 90, pero que se ha viralizado desde 2016 con motivo del Brexit o la victoria Trump.
Al fin y al cabo, muchos usuarios de la red prefieren pasar el rato riéndose de noticias falsas más o menos inocentes que frunciendo el ceño con una taciturna noticia del New York Times. Y es que hasta los medios de comunicación tradicionales se están sintiendo atraídos por el mecanismo emocional de las fake news incorporando algunas de sus estrategias a sus noticias veraces (tales como el titular irresistible pero engañoso, la coartada de la viralidad o el clásico sensacionalismo made in El Caso) engendrando un potingue en el que la (dichosa) verdad apenas tiene sabor rodeada de tanto potenciador.
Mientras luchan como pueden por perpetuarse en el (cuarto) poder por la amenaza de internet, los medios de comunicación tradicionales parecen haber firmado un alto el fuego con sus viejos rivales Facebook o Google para combatir un enemigo común: las (dichosas) fake news. Veremos si el algoritmo consigue sus objetivos a corto plazo.