Viendo la situación política italiana en la que las elecciones fueron ganadas por un movimiento –el 5 estrellas- autodenominado “transversal” y que nació, al igual que en España Podemos, como un intento de romper la política tradicional pero en el que su gobierno parece estar dominado por las decisiones de un socio minoritario de ultraderecha, xenófobo y que busca la secesión de la parte más rica del país (y que según las encuestas ya duplicaría sus últimos resultados electorales), la situación en España no se ve tan mal. Por supuesto hay quien está contento con el cambio de gobierno y quien está disgustado pero lo que importa es que el sistema funciona. La imagen de un Rajoy que en unos pocos días deja de ser presidente de gobierno a registrador en Santa Pola (porque así lo han decidido los parlamentarios elegidos por los españoles) es el ejemplo casi perfecto de normalidad democrática en un país.
Está claro el mérito que tuvo Sánchez, que parecía destinado a un nuevo fracaso electoral y estaba siendo olvidado por la opinión pública sobre todo por culpa de no ser diputado, al saber unir a casi toda la oposición ante la falta de responsabilidades del PP tras conocerse la sentencia de la Gürtel. Eso sí, a nadie se le debe olvidar que si Rajoy cayó fue gracias a que tenemos un sistema de justicia -la Udef, la UCO, la Fiscalía y finalmente los jueces- que siguió investigando también durante estos últimos 6 años en los que gobernó el PP (y de hecho registró su sede varias veces) y que no se ha doblegado tampoco a la hora del fallo. Muchos la critican con cierta razón sobre todo por su lentitud pero es un privilegio (y una excepción respecto a lo habitual en el mundo) que nuestra justicia funcione hasta el punto de hacer caer a un gobierno.
Y es que uno de los grandes valores de las democracias consolidadas es la independencia judicial. Todos se llenan la boca pidiendo eso pero… en cuanto sale una sentencia que no nos gusta entonces queremos intervenir, queremos injerencias, queremos que juzgue la turba o que los políticos hagan “entrar en razón” a los jueces. Y lo peor es que nos parece normal presionar. Un día nos quejamos de lo duras que son las leyes y las sentencias, el otro que son demasiado laxas… y está bien que tengamos opinión (yo también la tengo, por supuesto) aunque lo que sepamos del asunto sea de forma indirecta pero todo lo que no sea acatar y respetar las decisiones de quienes se han formado toda su vida para hacer lo que hacen y han tenido el tiempo suficiente y todos los datos, es un intento de acabar con la independencia judicial y volver a los tiempos de los linchamientos públicos y/o del dedazo del político de turno. Y todos sabemos lo manipulable y veleta que es la turba. Basta con ver las encuestas de intención de voto: ¿De verdad los que situaban al PP como partido más votado han necesitado la sentencia de la Gürtel para cambiar su voto, no sabían antes de eso de la complicidad del PP con numerosos casos de corrupción, por qué han caído en intención de voto Ciudadanos y Podemos si ambos han hecho lo contrario: uno votar en contra de Sánchez y otro a favor?
Nada hay más peligroso que dejar que las sentencias las dicten tuiteros o manifestantes y nada puede dañar más a un estado de derecho que dejar que los políticos controlen totalmente el poder judicial. Lo que acabamos de ver con RTVE (y no lo digo yo si no la periodista Ana Pardo de Vera cuandoafirmó “me llamó Pablo Iglesias para decirme que el presidente Sánchez y él habían alcanzado un acuerdo para que los nombramientos de RTVE dependieran de Podemos”) utilizando un medio público como pago secreto de favores prestados entre partidos políticos (y qué no sabremos de cada uno de los medios públicos locales y autonómicos en este país, así como de RTVE en el pasado) y el motivo por el que es tan valioso todo ese poder de manipulación como para disputárselo, nos deja una advertencia muy clara sobre la necesidad de dejar a los jueces hacer su trabajo sin injerencias políticas. Es más, lo que hay que hacer es aumentar su independencia y dotarles de más medios. Los políticos pueden en el Parlamento cambiar las leyes que les apetezcan, incluso aprobar una nueva constitución si tienen mayoría suficiente tras un referéndum. Creo que ya es bastante poderosa su labor como para meterse, aún más, en los asuntos judiciales.
En cuanto a los mercados, sigue sorprendiendo la tranquilidad en las bolsas. Hasta Paul Krugman lo dice: “Los inversores creen que el mandatario fanfarronea y no se lo toman en serio. Cuando lo hagan puede ser tarde”. Y es que las consecuencias de los actos de Trump ya están siendo visibles en el comercio global y además están provocando un terremoto geopolítico que tiene ramificaciones incluso dentro de su propio partido. Destacados republicanos –algunos incluso se han unido a la campaña de acusarlo de traidor- no entienden que su presidente crea más a un exmiembro del KGB que a su propia inteligencia y tampoco comulgan con las formas utilizadas con los tradicionales amigos de su país (por ejemplo llamando enemigo a la UE) en contraste con la camaradería con rivales como Rusia y enemigos como Corea del Norte. Roubini ha ido más lejos y ya habla de hacer descarrilar la recuperación económica y Powell, presidente de la FED, ya ha advertido de los riesgos inflacionarios. Y sin embargo, Wall Street no sólo no reacciona mal, es que el Nasdaq ha vuelto a marcar nuevos máximos históricos esta semana. No es extraño que haya críticas sociales sobre esto ya que los salarios de los trabajadores caen –en términos reales- mientras que las empresas gastan miles de millones para impulsar el precio de sus acciones; que si todavía fuera para reinvertir los beneficios podrían tener una excusa pero el destino principal es la recompra de acciones propias. Con todo, lo más destacable de la semana -por sus implicaciones en la economía real- es la notable caída del precio del crudo, que ya está un 10% por debajo de los máximos de hace dos meses. Y como imagen, podemos ver que las subidas de precios inmobiliarios de este año son bastante comunes a todo nuestro entorno, típicas de un periodo de crecimiento económico e inflacionario.
Links.
- Situación La Rioja 2018 – BBVA Research
- ¿Un ?momento Reagan? para el comercio internacional? by Mohamed A. El-Erian
- Las barreras comerciales no detendrán el ascenso de China by Adair Turner
- Cómo proteger a los trabajadores sin aranceles comerciales by Robert J. Shiller
- Políticos con ideas de bombero
- Que haya más que luz by Bjørn Lomborg
- Tres hurras por la regulación by Diane Coyle
- La historia británica del Brexit by Robert Skidelsky
- Situación España. Tercer trimestre 2018 – BBVA Research