Para el común de los mortales que intente comprender la situación catalana sin ningún tipo de apasionamiento, no puede sino verse inundado por dos sentimientos: estupor y abandono. Estupor porque no se entiende cómo se ha llegado hasta esta situación, cuando era evidente que el nacionalismo estaba creciendo desde hace años, alimentado en muchas ocasiones, por fondos públicos y por un sentimiento de odio y rechazo a lo español (que no tanto a los españoles). Abandono porque, ante algo así, no cabe refugio ni en un bando ni en otro, porque no hay quien represente a aquellos que no son independentistas ni afectos a Rajoy.
Todos los avances en democracia y tolerancia, que son los principales logros que nuestra sociedad ha alcanzado, la crisis económica y el progresivo endurecimiento del costo de la vida, la corrupción institucionalizada de todos los gobernantes (independientemente del signo), además de fenómenos como la globalización, con sus luces y sombras, y la revolución de la información, que vivimos cada vez con más intensidad, quedan olvidados por el resurgir del espíritu tribal con el que estos últimos tiempos se nos brinda casi a diario. Con un bando que lleva años reinterpretando en muchos casos la historia con el fin de crear una “mitología catalana” y otro que se mira el ombligo mientras piensa que, con ignorar el problema, éste desaparecerá por sí solo.
El caso es que la situación ha alcanzado un punto en el que si uno intenta determinar a qué tipo de situación final nos encaminamos, las conclusiones son tan poco halagüeñas como la situación de partida. Ya que, partiendo del hecho de la imposibilidad de un proceso de independencia pacífico y satisfactorio para ambas partes, sólo cabe la confrontación. Pero claro, esto ya lo ven todas las mentes pensantes implicadas, entonces, ¿Cuál es la parte que no vemos el resto de los mortales?
Por un lado, ¿hasta qué punto no podría ser una gran pantalla de humo impulsada por políticos corruptos que buscan de este modo desviar la atención de ese gran entramado generador de riqueza (para ellos)? Y aquí uno tres ideas que me vienen a la cabeza: por un lado, el aparente trato de favor por parte de la fiscalía al entorno de los Pujol, por otro la promesa del proceso independentista de otorgar indulto a todo aquel que colabora a la proclamación de la República Catalana y, por último, la enorme cantidad de fondos defraudados por dicho clan, del cual una parte podría estar siendo utilizado para financiar el proceso. Del otro bando, en lo referente a la corrupción mejor ni hablar, pero una victoria política en el asunto catalán enjugaría muchos desmanes cometidos, de hecho, últimamente ni se habla de ello.
Por otro lado, si el origen de todo es un simple tema de financiación, sería triste que todo concluyera con la concesión por parte del Estado de una serie de prerrogativas económicas, hasta ahora inasumibles, y ya veremos si insuficientes conforme se vayan atravesando líneas rojas.
A día de hoy, la realidad ha superado al plan, de modo que, para una parte de la población catalana, la consecución de una financiación autonómica satisfactoria para Cataluña puede no ser ya suficiente. Es decir, la desactivación del proceso puede haber superado ya el punto de no retorno, de modo que la fracturación de la sociedad catalana sea ya un mal que, con un resultado u otro, conlleve una factura muy cara de pagar.
De momento, la decisión de Standard&Poor’s de mantener el “rating” de España en aprobado raspado alegando, como gran objeción para subir la nota, la confrontación en Cataluña, costará, al menos, 2.000 millones y, si persiste, más de 7.000 millones a medio plazo para el conjunto de la economía española, debido a lo que se deja de abaratar nuestra financiación. De hecho, se estima en 60 puntos básicos el ahorro que iba a suponer el que la calificación de la deuda volviera a la calificación de “A”, lo que significa un ahorro de 2.000 millones de euros a corto plazo, teniendo en cuenta que España emite 350.000 millones anuales de deuda pública y privada.
Pero, además, multitud de empresas (entre las que se cuentan La Caixa, el Banco Sabadell o FCC) tienen preparados “planes de contingencia” para reubicar su sede fuera de Cataluña en cuestión de horas, al tiempo que establecerían un sistema de gestión centralizada de caja para que la liquidez de la empresa no se concentre en cuentas bancarias de la sucursal en Cataluña, sino en otra del mismo banco fuera de ella.
El escenario final de la batalla por el 1-O es desolador: unilateralidad, desobediencia, uso ilegítimo de servicios públicos por parte del independentismo, intervención de facto del gobierno catalán por parte del Estado, tanto a nivel económico, como a nivel policial y mucha, pero que mucha, falta de ganas de entenderse. ¿La solución? Incierta, pero indudablemente pasa por el cumplimiento de la ley, la convocatoria de unas nuevas elecciones autonómicas y empezar a hablar de una reforma constitucional que de satisfacción a las aspiraciones de una gran parte de la sociedad catalana.
La nota curiosa es la noticia de que Amazon abrirá un nuevo centro de investigación y desarrollo centrado en inteligencia artificial en Barcelona durante la primera mitad de 2018, en el que tiene previsto contratar a más de 100 científicos e ingenieros de software para estas instalaciones. Como siempre, el mercado dispuesto a suministrar bienes y servicios allí donde escasean.