A pesar de las declaraciones de varios exministros británicos, de toda la potencia de la propaganda de la presa inglesa (“La Roca no se toca”) y la firme oposición gibraltareña, lo cierto es que el divorcio anglo-europeo está empezando a mostrar sus primeros frutos a favor de las pretensiones españolas sobre la colonia británica. Bruselas comienza tímidamente a posicionarse a favor de España, abandonando su tradicional neutralidad y hasta países históricamente favorables al Reino Unido, como Holanda o los países nórdicos, comienzan a apoyar las reivindicaciones españolas sobre el peñón.
La Comisión Europea se posiciona junto a Madrid y se prepara para desbloquear varios expedientes ligados a la situación gibraltareña. De momento se habla del transporte aéreo, pero en la mente de todos está el entramado fiscal de la colonia.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk ha incluido, en el borrador de directrices de negociación de Bruselas con Londres, la demanda española de que el futuro de la colonia sólo puede ser el resultado de un acuerdo bilateral entre España y el Reino Unido. Lo que significa, si el resto de los socios europeos apoyan la propuesta, que el futuro de Gibraltar quedará fuera de las negociaciones del Brexit. Gran Bretaña tendrá que esperar a concluir el proceso de salida de Europa para tratar el tema de Gibraltar con España, lo que significa una primera victoria diplomática.
Gibraltar tendrá, pues, que esperar y quedar a merced de lo que acuerde España con el Reino Unido, que, en los últimos quince años se ha negado a negociar cualquier aspecto que tenga que ver con la soberanía del Peñón. Y ello ha sido así por su compromiso con la colonia, a la que concedió la llamada “doble llave”: no entrar en conversaciones sobre la soberanía sin el consentimiento de los gibraltareños y no concluir ningún acuerdo que no cuente con el visto bueno de estos.
De momento, con la cuenta atrás del Brexit ya en marcha, Bruselas tiene previsto reactivar la modificación del reglamento sobre el cielo único europeo, bloqueado en 2013 por Londres por el contencioso territorial sobre el aeropuerto gibraltareño: España denuncia que el mismo se encuentra en el istmo que une el peñón con la península, territorio que nunca fue cedido a la corona inglesa y que, por tanto, no es reconocido por nuestro país.
La modificación del reglamento de cielo único conllevará también la regulación de franjas horarias de despegue y aterrizaje de aviones, paralizado desde 2012, la modificación de los derechos de los pasajeros, con la implantación de nuevas normas en materia de indemnizaciones, y posibilitará acuerdos de aviación con terceros países como Ucrania o Brasil.
Pero no acaba ahí la cosa. Es más espinoso el tema fiscal. Gibraltar tiene 18.000 empresas y apenas 30.000 habitantes: miles de contribuyentes españoles ocultan allí patrimonio a través de sociedades pantalla. El Gobierno acusa al Peñón de plantear riesgos para el funcionamiento del sistema tributario español por su peculiar estatus dentro de la Unión Europea, que le otorga cierto blindaje. Cuando cristalice el Brexit, España presionará para que Gibraltar esté en la lista europea de paraísos fiscales por “falta de transparencia” y “falta de cooperación”. Madrid defiende que ya hay análisis críticos sobre Gibraltar en Bruselas, tanto por asuntos fiscales como en Competencia, por posibles ayudas de Estado.
Un informe del Ayuntamiento de La Línea cifra en más de 400 millones de euros las importaciones que Gibraltar realiza desde España, “con un efecto directo en el PIB” español de más de 10 millones. Por otro lado, los gibraltareños gastan al año en nuestro país más de 150 millones de euros, incluyendo bienes, servicios y ciudadanos con segunda vivienda aquí. Así, el impacto total de Gibraltar en la Comarca del Campo de Gibraltar, según el mismo informe, es de 695 millones de euros anuales. Por otro lado, Bruselas aprobó para Gibraltar, para el período 2014-2020, un programa de por valor de 11 millones de euros, de los que 5,7 provienen del Fondo Europeo de Desarrollo Regional.
Gibraltar representa el 25% del PIB de La Línea. Y eso sin tener en cuenta la masa salarial europea que vive en el municipio gaditano y aporta divisas en forma de salario, además de las empresas que exportan a Gibraltar (unos 200 camiones pasan cada lunes la frontera con derivados del petróleo y todo tipo de material de limpieza). Unas 10.000 personas —y una media de 6.744 vehículos— acceden diariamente desde allí a la Roca; según la oficina estadística de Gibraltar, a febrero de 2017, los trabajadores transfronterizos alcanzaban la cifra de 12.625 (7.411 son españoles); la mayoría trabaja en el comercio distributivo, el juego online y los servicios a empresas. En 2015, además, más de 10 millones de turistas visitaron el Peñón, el 95% lo hizo a pie.
De momento, Luis de Guindos tan solo ha afirmado que la posible inclusión de Gibraltar en la lista de paraísos fiscales que elabora la UE se estudiará solo tras el “brexit”, puesto que entonces el Peñón será ya parte de un país tercero. Negando tener indicios sobre si el Peñón estará incluido en la futura lista negra de la Unión Europea que debería estar terminada para finales de 2017.