En 1880 en un pueblo de Ciudad Real llamado Piedrabuena nace Mónico Sánchez Moreno. Pronto destacó como un gran estudiante en el colegio aunque sabía que, cuarto hijo menor de una familia de obreros, no podría estudiar en la universidad si no conseguía ingresos propios. Para obtenerlos, con 14 años y descalzo, sale a trabajar a otros pueblos como chico de los recados y dependiente. También viaja a Madrid donde intenta, sin tener el bachillerato elemental, durante dos años estudiar el preparatorio para ser ingeniero industrial (escuela que reabrió en 1902 tras ser cerrada en 1867 por el ministro Orovio, un personaje que, empeñado en que no se enseñara nada que oliera a darwinismo y pudiera contradecir las enseñanzas católicas, ayudó al atraso técnico de España durante décadas con esa decisión) pero las huelgas de la época retrasaron su apertura.
La clave que cambió su vida fue que, para no perder el tiempo, se inscribió en un curso por correspondencia sobre electricidad con un profesor norteamericano y en inglés –lengua que desconocía- y tras casi tres años su profesor, Joseph Wetzler, comprobando su talento, le anima a ir a Nueva York adonde se traslada en 1904 con 60$ en el bolsillo y, al no saber pronunciar el idioma, se ayuda de un pizarrín para comunicarse. Su prioridad es estudiar y costearse los estudios trabajando. Su tesón le llevó a conseguirlo. Se especializa en el campo de la electricidad de gran precisión.
Su primer invento fue la mejora de un aparato de telegrafía pero su gran éxito, que patenta, es la creación de un aparato portátil de rayos X que tiene dos grandes cualidades: la primera es obvia, se puede trasladar ya que pesa 10 kilos en lugar de los 400 del tradicional, y la segunda es que crea un circuito que le permite funcionar tanto con corriente continua como alterna, algo muy importante entonces ya que coexistían esas instalaciones (unas defendidas por Edison y otras por Tesla). Su calidad y bajo peso otorgan una muy buena acogida a su invento y ayuda a que una tecnología de la que sólo se disponía en hospitales pudiera ser aplicada tanto en ambulancias como en otros edificios no médicos.
(hay que decir que el invento en sí fue una insensatez porque como no se usaban protecciones provocó enfermedades –debido a la radiación- en casi todos los médicos y enfermeros que los utilizaron pero por aquella época, como le pasó a Madame Curie, nadie conocía la peligrosidad de las radicaciones)
Frederick Collins le ofrece 500 mil $ por su invento –que pasará a llamarse The Collins Sánchez Portable Apparatus- y le contrata como ingeniero jefe de su Collins Wireless Telephone Company. Por suerte, Mónico deja la empresa antes de que su jefe acabara en la cárcel. El motivo fue que colocó acciones prometiendo que su empresa había conseguido la telefonía sin hilos (vamos, el móvil actual). El problema es que, aunque consiguieron comunicaciones, el micrófono apenas sobrevivía unos pocos segundos sin echar chispas. Hay versiones que dicen que “un español inventó el primer móvil” pero lo cierto es que no hay constancia de que Monico Sánchez participara directamente en ese proyecto que además, como hemos visto, fracasó.
Mónico había viajado a España para presentar su invento, que es muy bien recibido por la comunidad médica hispana ganando un premio en un congreso sobre electricidad que se celebra en Madrid, y se convence de que lo mejor es regresar. En 1912 deja definitivamente Estados Unidos pero no vuelve a ninguna gran ciudad sino a su tierra. En Piedrabuena apenas saben qué es la electricidad pero él instala allí en 1913 un laboratorio eléctrico donde introduce la fabricación de los tubos de vacío, algo que aprende viajando a Alemania y contratando un técnico de allí. También crea una central eléctrica que permite a sus vecinos disfrutar de la electricidad. La I Guerra Mundial lleva a que Francia le encargue 60 aparatos portátiles de rayos X para sus ambulancias de guerra por lo que el negocio no le iba mal.
Su buena estrella pareció declinar cuando estalla la Guerra Civil española donde despertó recelos en ambos bandos, quizás por el españolísimo defecto de la envidia. Era rico pero también era de origen muy humilde y en lugar de ser bien considerado por unos y otros, ambos lo rechazaban. El caso es que él era republicano, y había sido concejal en su pueblo pero tras el Golpe, desconfiaban de él y tuvo que huir del pueblo por miedo a los milicianos. Al menos esa huida le reconcilió con el otro bando. Al acabar la contienda pudo recuperar su laboratorio pero la autarquía impedía que pudiera comprar los productos en el extranjero que necesitaba, Viajó a los Estados Unidos buscando ayuda y adquirió algunas patentes para fabricarlas en España pero no pudo desarrollarlas. Emprendedor como era, y a pesar de su edad, llegó a montar un cine y una fábrica de hielo en su pueblo. Muere en 1961
La figura, apenas conocida, de este personaje, viene al caso en estos tiempos en los que muchos jóvenes, con mucha más formación, deben irse al extranjero para poder trabajar y desarrollar sus habilidades pero muchas veces no vuelven, Él volvió a una España mucho más atrasada respecto al exterior que la actual, perdiendo muchas posibilidades profesionales por mejorar su pueblo. No viene mal recordarle.