¿Alguna vez habéis aceptado un soborno?. Intuyo que la respuesta para la mayoría de los lectores será no.
Principalmente por porque nunca os lo han ofrecido y en el caso de que os lo hayan ofrecido, no ha sido lo suficientemente grande. A fin de cuentas los factores que influyen en el aceptarlo podríamos resumirlos en el daño producido, el tamaño y la recompensa. Los riesgos morales y penales de una adjudicación del sistema de seguridad del AVE llevarían a un soborno mucho más alto que la contratación de un grupo en las fiestas populares de un pueblo. Personalmente, por lo primero jamás me dejaría sobornar y por lo segundo podría aceptar algún pequeño detalle por facilitar la gestión (salvo alguna excepción).
El problema es que el ser humano está predispuesto a sobornar y ser sobornado y para ello rescato dos noticias de este año.