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El Euríbor, principal indicador al que están referenciadas las hipotecas en España, ha bajado dos milésimas en tasa diaria y se ha colocado en el 1,405%, a la espera de la reunión del BCE, tras la que el organismo liderado por Mario Draghi podría anticipar las líneas a seguir en los próximos meses.
En los tres primeros valores correspondientes a los días de abril en los que ha habido actividad bancaria, el Euríbor alcanza una tasa mensual del 1,407%. Este nivel sería más de 0,6 puntos porcentuales inferior al marcado en el mismo nivel de 2011, cuando se estableció en el 2,086%.
En concreto, para una hipoteca de 120.000 euros a un plazo de 25 años y un tipo de interés de Euríbor más 1%, el usuario de una hipoteca a la que tocara revisión en abril se beneficiaría de un abaratamiento de la letra mensual de al menos 43 euros.
El presentismo laboral consiste en pasar más horas en la oficina más allá de la jornada laboral. Habrá personas que tengan mucho trabajo y no les quede más remedio, pero todo parece apuntar a que el miedo a perder el trabajo con la crisis es lo que hace que pasemos más tiempo en nuestro puesto de trabajo aunque no tengamos nada que hacer, es simplemente, estar presente.
Así lo desvela un estudio de Randstad según el cuál ocho de cada diez profesionales reconocen que pasan más horas de las establecidas en su puesto de trabajo.
Si lo comparamos con el año 2010 se observa que en estos dos últimos años, el presentismo en España ha aumentado un 40%, pasando del 45% en 2010 al 85% este año.
Los motivos que alegan los trabajadores para pasar más tiempo en la oficina, son en primer lugar el miedo a perder el empleo (60%), seguido del hecho de la falta de personal en la empresa (24%) y sólo un 15% asegura que no pasa más horas de las necesarias en la oficina.
El otro día, en El País publicaron un artículo titulado “Generación cangrejo” en el que intentaban desmitificar la idea que tienen muchos jóvenes de hoy en día acerca de que sus padres vivían mejor que ellos.
¿Qué más pueden pedir los jóvenes de hoy en día? La pregunta suena a conflicto intergeneracional, pero la respuesta es sencilla: la mayoría se conformaría con un empleo y, si puede ser, que esté acorde con su formación. En todo lo demás, la comparación con la juventud de sus padres no resiste un análisis fino: ahora tienen formación, viajes, amigos por medio mundo, idiomas, moda, cultura, ocio, información, tecnologías y libertades. Todas. Muy pocos cambiarían su vida por la que llevaron sus padres a la misma edad. ¿Quién quiere estar casado con 24 años, tener tres hijos a los 28, vivir en un cuarto sin ascensor, viajar al mismo pueblo cada verano y comer paella todos los domingos? ¿Podemos hablar de que esta generación vivirá peor que la de sus padres? Cabe dentro de lo posible, pero, en términos históricos, España apenas se está desperezando de una larga siesta de carencias. Por eso, es difícil concebir que los jóvenes de hoy vayan a vivir peor que ellos, en una suerte de generación cangrejo.
En el artículo me encuentro un interesante comentario realizado por uno de sus lectores: