Este fin de semana, entre la liga de fútbol y los cabreos por los recortes del gobierno nos perdimos algunas noticias realmente interesantes, como esta:
Liberado un hombre secuestrado porque llevaba 21.000 dólares en el estómago
La policía panameña liberó el viernes a dos mexicanos, uno de ellos con 21.000 dólares escondidos dentro del estómago, que habían sido secuestrados por delincuentes que esperaban a que terminara de “expulsar” el dinero, informó un jefe policial.
Y es que, amigos, el dólar sigue siendo muy fuerte aunque haya sido comido, digerido y después expulsado, al menos eso vemos en días como ayer en los que el euro tocó mínimos de cuatro años. Lo más preocupante de todo esto es que la divisa internacional preferida por todo el mundo está bajo el control de un único país con unos défitis externos enormes durante más de una década y que ahora es el mayor deudor del mundo. Así que oímos a algunos países miembros del G20 y especialmente China pedir un nuevo acuerdo que acabe con la supremacía del dólar.
Esto nos puede sonar a una transición racional y ordenada hacia un sistema más adecuado. Lamentablemente, la conclusión de que el dólar será sustituido por una moneda de reserva internacional es una posibilidad que se nos antoja muy remota. El dólar no está en absoluto próximo a perder su posición internacional por una simple razón: no existe una divisa que la sustituya.
¿Y que tal el oro? Algunos bancos centrales han estado acumulando oro, y en este momento pueden ver que ha sido una buena inversión. Pero como moneda, el oro hace mucho tiempo que ha dejado de existir, por una buena razón: es muy poco práctico. Cuando el dinero se está convirtiendo en algo eminentemente electrónico, volver a las monedas de oro y los lingotes sería totalmente anacrónico.
El euro era considerado con frecuencia el contrincante más serio pero con la cantidad de “Euroescépticos” que tenemos ha perdido bastante del sex appeal que tenía, incluso los billetes de 500 ya no son lo que eran. De hecho, los billetes de banco de euro serán pronto reemplazados por los dólares como billetes de banco internacionales preferidos, por la gran cantidad de transacciones en efectivo, a menudo delictivas que se realizan con ellos. La Reserva Federal reconoce que la mitad de los billetes de dólar impresos circulan fuera de los Estados Unidos, representando una cuantía de 400.000 millones de dólares, mientras que el Banco Central Europeo ha informado de que sólo en una década ha enviado alrededor de 100 mil millones de euros fuera de la zona del euro. Estos números impresionan pero se refieren únicamente a uno de los aspectos que convierten a una divisa en internacional.
Otro aspecto es el uso de una moneda para la facturación y el pago de transacciones internacionales. El dólar tiene un papel dominante en este sentido, pero no importa mucho excepto para la contabilidad. Es cierto, los negocios estadounidenses tienen la ventaja de poder llevar a cabo transacciones en su propia moneda. Lo que no es cierto es que esto proteja a los Estados Unidos de las fluctuaciones en los precios de las materias primas. En la mayoría de las ocasiones, si no en todas, los precios de las materias primas se establecen formal o informalmente referenciándolos al dólar, de modo que, en este sentido, aquellos que más padecen las fluctuaciones del dólar son los ciudadanos estadounidenses.
Un tercer aspecto es el que más está atrayendo la atención, y con razón: las reservas de divisas de los bancos centrales en todo el mundo. Estas reservas no están constituidas por efectivo sino principalmente por letras del tesoro. El importe total, 4,4 billones de dólares, tiene alrededor de diez veces el valor de los dólares que se guardan fuera de Estados Unidos. La proporción de dólares en las reservas de divisas es ahora mismo el 60 por ciento y va bajando lentamente. La tendencia, si continúa, podría implicar que el dólar se convertiría en una moneda de reserva secundaria entorno al 2025. El People’s Bank of China que posee la mitad de las reservas del mundo y ha hecho saber que quiere reducir la proporción de dólares en su reserva, podría acelerar el proceso.
No se debería asumir, no obstante, que esta tendencia se mantendrá. Es muy posible que tanto las autoridades chinas como otras adquieran ahora nuevas reservas en otras monedas que no sean el dólar, pero eso no significa que eso pueda continuar de forma indefinida, partiendo de que vayan a seguir acumulando reservas indefinidamente, ni tampoco que puedan cambiar la reserva que tienen en estos momentos. La razón clave es que simplemente no hay alternativa, al menos en el futuro inmediato.
De nuevo, es esencial recordar que las reservas tienen forma de instrumentos de deuda pública generadores de intereses, no son efectivo. Evidentemente, deben ser instrumentos seguros, que, es de suponer, excluyen a un gran número de gobiernos de la zona del euro. El gobierno alemán emite los instrumentos más seguros con denominación euro, con muy pocos candidatos alternativos. Los bancos centrales quieren que estos instrumentos no sean únicamente seguros, sino también vendibles de forma rápida en caso de ser necesario y el mercado de las letras del tesoro estadounidense es el más líquido del mundo. El valor total de los instrumentos de deuda pública de los Estados Unidos existentes está próximo a los 9 billones de dólares, de los cuales, 500 miles de millones se negocian de promedio en un día. Los instrumentos de deuda alemanes ascienden a alrededor de un billón de euros, con una rotación media diaria de menos de 30 miles de millones. Los Estados Unidos juegan en otra división.
A lo largo de los años, algunas divisas alcanzarán una posición internacional. Un requisito clave para lograrlo es que sean emitidas por un país importante. Es lógico pensar en este sentido en el yuan chino y en la rupia india, propuestas a muy largo plazo. No solo deben crecer mucho sus economías, que seguramente lo harán, sino que también tendrán que desarrollar grandes mercados financieros completamente integrados en los tipos mundiales, y sus gobiernos deberán emitir instrumentos de deuda pública de primera clase. En este momento, ni el yuan ni la rupia son totalmente convertibles, los mercados financieros chino e indio no están integrados, y, por diversas razones, la credibilidad financiera de las autoridades locales es limitada.
Para bien o para mal, el dólar seguirá siendo durante mucho tiempo la moneda de reserva más importante, con un euro que pese a que se está quedando con parte del negocio, sigue levantando dudas, no obstante su porción en el comercio internacional podría crecer, en especial si se incrementa la inflación en los Estados Unidos y si el gobierno federal no logra poner freno al desorbitado crecimiento de su deuda.