Ayer nos tocó ponernos rebeldes y metimos algo de caña a los economistas que se especializan en explicar lo que ha pasado. Quizás si en vez de economistas se hubiesen llamado historiadores ahora gozarían de más popularidad aunque posiblemente de menos ceros en su cuenta corriente.
No obstante ahora que esta ciencia, en la que por cierto no sólo participan economistas, está pasando por momentos delicados en la que se la cuestiona mucho, conviene recordar que su área de influencia va más allá de lo que imaginamos y sus estudios pueden darnos interesantes resultados. ¿Sería aplicable un estudio económico a vuestro trabajo? ¿Os podría ayudar a mejorar vuestro sueldo?.
Para ello recurro a un interesante estudio “Ovulatory cycle effects on tip earnings by lap dancers:economic evidence for human estrus” que traducido viene a ser “Los efectos del ciclo ovulatorio en las propinas recibidas por las bailarinas de Strip Tease: evidencia económica del celo humano”. No es que sea un tema que me afecte demasiado pero me parece un ejemplo estupendo por lo absurdo y curioso que es.
Miller, un psicólogo evolutivo de la Universidad de Nuevo México junto con un estudiante universitario llevaron a cabo un estudio sobre los efectos de la ovulación en los ingresos de las bailarinas de streaptease. Lamentablemente lo realizaron a través de un sitio Web con lo cual se perdían la parte más divertida del estudio, la investigación de campo. En la web que crearon las stripers se registraban de forma anónima para facilitar información sobre sus ingresos, productividad y ciclos menstruales durante 296 jornadas de trabajo (unos 5.300 bailes). Los resultados fueron los siguientes: al ovular, y, por tanto, el momento de mayor fertilidad, las strippers ganaban un promedio de 30$ por hora más que las mujeres con la menstruación y 15$ por hora más cuando estaban en cualquier otro momento del ciclo. Las mujeres que toman la píldora, y que normalmente no ovulan, ganaban, en general, significativamente menos que las mujeres con ciclos naturales.
Según comentaba Miller, estudios como este muestran la naturaleza de la sexualidad humana y la atracción, y responden a preguntas importantes que los científicos han debatido durante décadas. Por ejemplo, el conocimiento científico convencional dice que casi todos los mamíferos, a excepción de los humanos pasan por momentos de celo o ardor sexual. Los gatos maullan y levantan el trasero, las zonas relevantes de las hembras de primate se ingurgitan de forma visible. Pero a los humanos no les ocurre lo mismo, según han pensado durante mucho tiempo los científicos. La investigación de Miller y Jordan indican otra cosa. «Es muy controvertido porque se trata de ciencia que desdibuja la frontera entre los hombres y otros primates,» nos cuenta Miller, «pero los resultados proporcionan pruebas económicas claras de que el celo humano existe de verdad.»
Francamente no sé que conclusiones sacar, por un lado me parece sorprendente los estudios económicos que se pueden hacer pero más sorprendente me parece las aplicaciones que se podrían obtener de uno como este. Por ejemplo, los efectos del “celo” en los ingresos podrían tener consecuencias en mujeres que se convierten en vendedoras ciertos días o que hacen presentaciones importantes en calidad de Consejeras Delegadas. ¿Deberían programar las entrevistas de trabajo o una subida de sueldo, sólo ciertos días del mes? ¿Sería ético aprovecharse de estos resultados?.
Espero que este artículo haya ayudado, al menos, a alguna bailarina de streptease…