Hace unas semanas el que apodan como el hombre más sabio de España –Eduard Punset- (del cual también hablamos el Miércoles pasado) se asombraba de la enorme importancia de lo mágico en el ser humano y se sorprendía de lo poco racionales que somos a veces. Lo ejemplificaba mostrando a una persona que iba a un examen en un taxi y solicitaba al taxista que diera la vuelta porque se había olvidado el bolígrafo de su abuelo, como si ese objeto pudiera tener algún elemento que influyera en la capacidad de ese individuo para obtener mejores notas. Pero somos así, a veces nos dejamos la lógica en una esquina y nos domina la superstición. Y ese olvido momentáneo de lo racional ha sido estudiado con métodos científicos.
Por ejemplo, Ellen Langer, en 1975, realizó un estudio donde afirma que los jugadores desarrollan una percepción de control ilusorio en lo que se refiere a juegos de azar. El individuo en situación de juego se convence de desarrollar estrategias que son capaces de vencer a la suerte y tiende de forma sistemática a sobrevalorar sus posibilidades subjetivas de ganar. Pocos son capaces de valorar la enorme dificultad de no tener esa ilusión de control. Lo malo es que este fenómeno de la ilusión de control es letal para el que intenta ganarle dinero a los mercados financieros y a veces –como hemos visto en esta crisis- incluso para los banqueros centrales y las autoridades políticas, que creyeron poder controlar la situación y en su inmensa mayoría hasta negaron el problema obsesionados por la exitosa –y hoy ampliamente criticada- teoría de los mercados eficientes. Un trabajo realizado por el banco germano Dresdner Kleinwort Wasserstein demostraba la existencia de esta ilusión de control con un experimento a una muestra amplia de población: a determinadas personas se les asignó un número de la lotería al azar y a otras se les dejó escoger el número que quisieran. Los resultados fueron sorprendentes, aquellos que escogían el número apostaban una media de 9 dólares por billete, los que se tenían que conformar con un número al azar apostaban una media de 2 dólares. Es decir, los jugadores que escogían los números sufrían de pleno la ilusión de control y esto les hacía apostar 4,5 veces más que los que no, cuando obviamente el hecho de escoger el billete no tenía ninguna influencia sobre el azar puro que determinaría el número premiado.
Los factores psicológicos no sólo inciden en los traders y en los mercados financieros como ya hemos comentado alguna vez, ahora que se acerca la temporada navideña (el inicio a nivel mundial suele ser el Día de Acción de Gracias americano, el cuarto jueves de Noviembre) y el ahorro está en máximos históricos muchas grandes compañías relacionadas con el consumo arriesgan sus resultados anuales y por supuesto muchas pymes dedicadas al comercio pueden incluso jugarse su supervivenci,a dependiendo de si la mayoría de los consumidores confían o no en que la situación en 2010 irá o no a mejor. Esta es la expectativa de las tiendas americanas:
Evidentemente, nadie se comprará una caravana, un yate o un chalet por ser navidad, más bien serán pequeñas compras. En los EUA los máximos históricos bursátiles de compañías como Amazon y Apple insinúan que el gasto navideño se centrará en tecnología (Las tecnológicas se vuelven optimistas ante el final de año ), en el fondo da igual que sea consumo al por menor, tal y como está montado nuestro sistema económico lo importante es que reduzcamos nuestro ahorro y aumentemos nuestro gasto. Dado que la mayor parte de los medios de comunicación –incluido este- vive de la publicidad, no soy yo el que vaya a criticarla, además lo que hace es simplemente explotar nuestras debilidades pero previsiones como estas El gasto de las familias en Navidad se desplomará un 19% con menor prespuesto para comida y fiestas y Las ventas de cestas de Navidad caerán este año un 20%, pese a reducir los precios hasta un 15% serán combatidas duramente por la publicidad, que insistirá en que la situación económica es mejor de lo que parece y seguro insiste en iconos asociados al optimismo. En España, además, estamos en ahorro –como en paro- por encima del resto de Europa como se aprecia en este gráfico del INE:
Desde un punto de vista filosófico, y dado que la vida está marcada a diario por el azar, es una gran ventaja evolutiva ese optimismo innato que nos hace afrontar los problemas creyendo que tenemos el poder de resolverlos, esa ilusión de control. ¿Cómo hubiera sobrevivido el hombre prehistórico cuando tenían todo en contra? Pero al hombre actual le empuja a los créditos y con eso cuenta la publicidad, ¿Por qué si no nos insisten más en los 200 euros al mes del coche en lugar de los 21000 euros del precio final? ¿Cómo entender si no es por nuestra fe en vencer las dificultades del futuro el firmar una hipoteca a 30 años por un cuarto de millón de euros? Ahí nos influye otro factor estudiado por el francés Mikael Mangot, que comenta que las personas buscamos expresamente y de forma excluyente las informaciones que confirman nuestras opiniones evitando escrupulosamente cualquiera que sea diferente, es decir, cuando compramos un coche tendemos a fijarnos mucho menos en los anuncios de modelos de coche que hagan la competencia al nuestro para no tener que cuestionarnos la decisión tomada y por supuesto nos auto-convencemos que la vivienda que hemos comprado es la mejor y que sólo puede subir de precio, siendo el alquiler tirar el dinero (igual ocurre al contrario, el alquilado tiende a pensar que el propietario ha hecho una mala inversión). Como la bolsa es una actividad humana más, es habitual que el inversor que quiere comprar barato se crea todos los argumentos bajistas y cuando por fin ha comprado no quiera saber de ellos y sólo se fije en los alcistas.
Eso sí, si aumentáis el consumo en Navidad, salvo que sea en comilonas, copas, regalos o viajes, si os gastáis el dinero en comprar algo para vosotros, aseguraos –si me permitís el consejo- de que sea de utilidad. Que no os pase como a al emperador Menelik II de Etiopía (también conocido como Sahle Maryam of Shewa), que ordenó comprar tres sillas eléctricas, asombrado de su efectividad en los EUA, pero tras desembalarlas no las pudo utilizar porque en su país no había corriente eléctrica.