“Plata”, “dinero”, “guita”. Uno podría pensar que son sólo palabras, pero conllevan una misteriosa fuerza psicológica. Con sólo paladearlas durante unos momentos, se convertirá en una persona diferente. Pensar en palabras asociadas con el dinero parece hacernos más independientes y menos inclinados a ayudar a los demás.
Así comienza un interesante artículo del diario “La Nación” de Argentina y es que independientemente de donde estemos el dinero nos puede hacer cambiar a todos. El dinero es una droga o al menos, funciona de la misma manera. Algunas investigaciones muestran que contar dinero (solamente sostener los billetes) puede hacer las cosas menos dolorosas.
Hace poco realizaron un interesante experimento en China. Los estudiantes entraban en el laboratorio y se les decía que iban a participar en una prueba de habilidad de los dedos. A un grupo se les daba un montón de dinero chino para contar. A otro grupo se les daba a contar piezas de papel en blanco. En ese momento, a algunos de los estudiantes se les pidió que introdujeran sus dedos en recipientes de agua calentada a 50 ºC (no quema, pero es francamente molesto) y que puntuasen lo desagradable que era. Los sujetos que habían estado contando dinero anteriormente y que tenían las manos sumergidas en el agua dolorosamente caliente dijeron que el agua no les parecía tan caliente, comparado con la gente que había contado trozos de papel.
Este y otros experimentos relacionados se describen en un documento de investigación titulado El poder simbólico del dinero, publicado en la revista Psychological Science. Combinado con trabajos anteriores, muestra una curiosa conexión. Por lo que respecta a su cerebro, el dinero puede funcionar como un sustituto de aceptación social, reduciendo la incomodidad social y, por extensión, incomodidad física e incluso dolor.
El investigador Xinyue Zhou, del departamento de psicología en la Universidad Sun Yat-Sen en China, lo expresó en términos muy humanos. “Creemos que el dinero funciona como un sustitutivo de otro amortiguador del dolor, el amor”. Pasadas investigaciones muestran que una relación social puede hacer que las cosas duelan menos. Un experimento clásico nos muestra que al introducir la mano en agua caliente, si tienes a alguien a tu lado, sentirás menos dolor.
Los resultados del manejo del dinero especialmente sorprendentes porque el efecto dura mucho tiempo. Algunas veces un total de 10 minutos habían pasado desde que los estudiantes manejaron el dinero y el instante que metieron sus dedos en el agua.
Los investigadores los tenían rellenando formularios mientras esperaban. Las respuestas ofrecían algunas pistas sobre lo que estaba sucediendo en el cerebro. A los estudiantes se les preguntaba una variedad de preguntas: ¿Eran más felices después de contar el dinero, o más tristes? Lo que sobresalió fue un sentimiento de fuerza. “Cuando a los sujetos se les recordó el dinero, 10 minutos más tarde dijeron que inexplicablemente simplemente se sentían más fuertes”
La conexión duradera entre ser recordado el dinero y sentir menos daño parece ser un elaborado ejemplo de algo que los psicólogos llaman priming, en el cual pensar sobre algo puede subsconcientemente ejecutar una respuesta relacionada. En otro experimento a los sujetos se les pidió que pensaran en gente mayor. “Resulta que si haces pensar a la gente en gente mayor, !caminan más lento!”
Los economistas han estudiado el dinero durante años, como los precios, por ejemplo, pueden eficientemente dirigir el flujo de los recursos. Pero mientras, en nuestras mentes, el dinero se ha convertido en una fuerza curiosa, en este caso comportándose un poco como una aspirina.
Como véis, las implicaciones del dinero van mucho más allá de ser un simple método de pago, las reacciones que provoca el tenerlo son a veces mucho más fuertes que el no tenerlo, de ahí, que posiblemente, la constante necesidad de incrementar su patrimonio por aquellos que tienen mucho sea bastante mayor que el que experimentamos los que no tenemos casi nada.