Ayer volví de vacaciones de pasar unos días en el pueblo de mi familia, por en el camino de vuelta puede ver ciertas poblaciones que en su día fueron relativamente importantes pero que hoy podemos ver como se quedan sin gente, casi muertas, mientras otros núcleos van creciendo muy por encima de la media del país. La razón de este desajuste no suele ser generalmente ni culpa del alcalde, ni de la especulación que hayan podido hacer estos años ni de las subvenciones que haya conseguidas, al igual que en las empresas la clave de su éxito es la capacidad que tengan para atraer y retener a gente con talento.
Para intentar analizar qué ocurre, partiremos de una premisa que es cuanto menos discutible, pero dada la dificultad de un estudio de este tipo asumiremos y es que las regiones con más titulados universitarios son las que tienen más potencial de prosperar. No he encontrado ningún estudio acerca de la realidad Española, así que tiraré de datos americanos. Por ejemplo en 1970 el capital humano estaba distribuido de manera uniforme a través de los Estados Unidos. A nivel nacional, un 11 por ciento de la población mayor de 25 años poseía título universitario, y esa figura variaba entre el 9 y el 13 por ciento en la mitad de las 318 regiones metropolitanas de América. Observando los porcentajes más bajos, llegamos al 4 por ciento de los adultos que en Cleveland tenían título universitario, seguidos de Detroit y St. Louis que tenían un porcentaje algo mayor, del 6 por ciento cada uno. Los porcentajes más altos estaban en San Francisco, con un 17 por ciento de adultos con titulación universitaria y Washington encabezando la lista con un 18 por ciento.
Durante las últimas tres décadas, el porcentaje de americanos con título universitario se ha duplicado, alcanzando un 27 por ciento en el año 2004. Pero este aumento no se ha distribuido de manera uniforme. Por ejemplo, más de la mitad de los residentes en la zona de San Francisco poseen en la actualidad títulos universitarios. Y hay cinco regiones en el país en las que más de un 45 por ciento de los adultos son licenciados.La cuota nacional de adultos con estudios universitarios se ha doblado, pero regiones como Detroit y Cleveland cuentan con el mismo porcentaje o un porcentaje ligeramente mayor al que tenían hace tres décadas; el 11 y el 4 por ciento respectivamente.
Igual nos perdemos con las ciudades, pero quizás el mejor ejemplo para comprender las implicaciones de esta distribución sea pensar en los sectores más representativas de San Francisco (Informática e Internet) y Detroit (Automóviles). La primera (con Google y Apple como representantes) lleva siendo muchos años la favorita de los americanos para vivir, mientras que la segunda (con General Motors) cada vez cuenta con más casa abandonadas. Las personas con más talento y ambición necesitan vivir en ciudades “dinámicas”. La proximidad física de personas altamente cualificadas y con talento tiene un fuerte efecto sobre la innovación y el crecimiento económico. Los lugares que reúnen diferentes talentos aceleran el índice local de desarrollo económico. Cuando grandes números de emprendedores, economistas, ingenieros, diseñadores y otras personas inteligentes y creativas se encuentran frecuentemente dentro y fuera del trabajo, las ideas empresariales cogen forma, se materializan y se ejecutan, y si tienen éxito, se expanden. Cuanta más gente inteligente haya y mayor sea la conexión que haya entre ella, más rápido funciona todo. Es el efecto multiplicador del trabajo en grupo en funcionamiento.
Además de los beneficios de ser un punto de encuentro para gente inteligente y sus ideas creativas, estas ciudades prósperas tienen una ventaja más simple y más grande sobre las otras regiones. Un aprendizaje temprano. Por varias razones históricas; la presencia de grandes universidades suele ser una de ellas; los metros de recursos comienzan con una gran concentración de personas con talento. Cuanto más personas se añaden, mayor es el efecto multiplicador sobre el crecimiento. Esto es cierto no sólo para el crecimiento del conjunto sino también para los ingresos individuales y las oportunidades.
Por supuesto, las oportunidades no son iguales para todo el mundo. Para la mayoría de la historia de la humanidad, un crecimiento de población significa una mejora económica. Esto se cumplía en los casos de economías basadas en la agricultura, en las que un crecimiento de la población significaba más personas para trabajar en las granjas. En las economías industriales también, ya que un aumento de población suponía más personas para trabajar en las fábricas. En ambos casos, el crecimiento general de la población era un factor clave para el crecimiento económico, y el crecimiento económico significaba más oportunidades para todos.
Lo más importante hoy en día no es dónde se asientan más personas sino dónde se asientan los que están cualificados. Debido a que los beneficios de ubicarse entre los mejores son altos, y porque los altos ingresos crecen demasiado rápido, es lógico que estos trabajadores continúen haciendo subir el precio de la vivienda y que acepten otros costes que los trabajadores y familias tradicionales de clase media no se pueden permitir. Debido al desplazamiento de las familias tradicionales de clase media, sustituidas por familias con rentas más altas; la población puede descender incluso en momentos de gran crecimiento económico. Las ciudades y regiones más exitosas del mundo puede que cada vez estén más habitadas por un núcleo de trabajadores ricos de alta movilidad con gran calidad de vida y privilegios, satisfechos por una clase secundaria de trabajadores de servicios viviendo en suburbios apartados.
La consecuencia es la siguiente: la migración de recursos está dividiendo el mundo en dos tipos de regiones con futuro económico muy diferenciado. Un pequeño número de metrópolis prósperas atrayendo a la meca de los trabajadores más cualificados y libres, quienes ven cómo suben sus sueldos y el valor de sus bienes immuebles; y por otro lado las masas que experimentan exactamente lo opuesto. Cierto es que no deja de ser otra burbuja con potencia de explotar pero hay razones más contundentes para creer que la disparidad económica entre algunas ciudades-regiones y otras continuará creciendo, y quizás incluso se acelere gracias al efecto bola de nieve de la atracción del talento.
¿No creéis que el cambio del modelo productivo de España debería comenzar con una orientación a convertirse en un “importador de talentos” en vez de un exportador?