Ayer hicimos una pequeña introducción sobre la economía conductual. Vimos principalmente que no es una disciplina fácil ya que requiere de conocimientos tanto científicos como económicos. Hoy os traigo la traducción de un artículo del Financial Times (esta semana estoy de vacaciones) de un economista que practica esta rama que independientemente de su metodología llega a unas conclusiones que en mi opinión son de lo más sensatas.
Practico lo que se ha venido a llamar economía conductual. Los teóricos de esta corriente diferimos de nuestros hermanos tradicionales en la manera en la que caracterizamos a los agentes en la economía. La economía tradicional está basada en criaturas imaginarias a las que a veces se les llama “homo economicus”. Yo los llamo Econs para abreviar. Los Econs son increíblemente listos y no sienten emociones, distracciones ni problemas de auto control. Algo así como Spock de Star Trek.
La gente de verdad no son Econs. La gente de verdad tiene problemas para equilibrar sus cuentas, aunque menos para calcular cuánto necesitan ahorrar para su jubilación; a veces despilfarran su dinero en comida, bebida o televisiones de alta definición. Son más como Homer Simpson que como Spock. Llamémosles Homer economicus, o simplemente Humanos. La economía conductual es el estudio de los Humanos en los mercados.
Es bastante fácil diseñar políticas para los Econs. Ya que son consumidores listos y toman decisiones adecuadas, las mejores políticas les dan todas las opciones posibles y simplemente les garantizan que tendrán acceso a toda la información relevante.
Los humanos, por otro lado, necesitan más ayuda, sobre todo cuando las opciones son difíciles de entender. A menudo, es posible ayudar a la gente a que tome mejores decisiones sin restringir sus opciones en absoluto. Así que, ¿no debería ser fácil intentarlo? Algunas de las normativas financieras propuestas recientemente por el gobierno Obama nos dan un buen ejemplo.
Pensemos en las hipotecas, la fuente de tantos problemas en la crisis financiera. Hubo un tiempo en el que era fácil elegir una hipoteca. Casi todas las hipotecas eran de tipo fijo y a 30 años, requerían un 20% de entrada y carecían de elementos engañosos como los pagos globales finales, los tasas iníciales reducidas y las penalizaciones por pago anticipado.
Una normativa sensata es fácil en este contexto. El congreso estadounidense aprobó lo que se conoce como la Ley para la Veracidad en los Préstamos (Truth in Lending Act), que requería a los prestamistas comunicar los tipos de interés de manera uniforme utilizando un tipo porcentual anual (el TAE en español) ahora omnipresente. Escoger la mejor hipoteca no era mucho más complicado que encontrar el TAE más bajo.
Avancemos hasta 2008, y veremos que el mundo de la contratación de hipotecas se había convertido en un lugar mucho más complicado. A los prestatarios se les aplicaban tasas iniciales bajas que luego subirían a nivel mucho más alto, dependiendo de los tipos de interés del mercado en ese momento. Además, había penalizaciones por pagar anticipadamente los préstamos. Para dichas hipotecas, el TAE ya no podía medir adecuadamente el coste de un préstamo.
¿Cómo podemos ayudar a la gente a que entienda todo esto?
Un enfoque radical sería prohibir en su totalidad las hipotecas complejas: podríamos volver al mundo de las hipotecas de tipo fijo uniformes. Pero el coste de la simplicidad implica el fin de la innovación. Comprar una televisión era más fácil en los setenta, cuando no teníamos que decidir entre el plasma y el LCD, pero ¿quién quiere volver a esas antiguas y pesadas televisiones?
Un enfoque mejor es intentar mantener diversas opciones pero ayudando además a los consumidores a tomar decisiones más inteligentes y a evitar las trampas más comunes.
Para las hipotecas, el plan específico propuesto por el Gobierno parece estar muy influido por Michael S. Barr, un subsecretario de Hacienda. Barr es un antiguo profesor de derecho de la Universidad de Michigan, quien escribió un importante artículo que explicaba estas ideas con Sendhil Mullainathan, un economista de Harvard, y Eldar Shafir, un profesor de psicología y asuntos públicos de Princeton. Como está descrito en el plan del Gobierno, podría obligarse a los prestamistas a que ofrecieran algunas hipotecas que llaman “básicas” con términos uniformes. Podría haber una hipoteca a tipo fijo a 30 años y una hipoteca a tipo ajustable a 5 años. Las características de estas hipotecas básicas serían uniformes, como en el alquiler estándar utilizando en la mayoría de los contratos de alquiler.
Los prestamistas también serían libres de ofrecer otras hipotecas más exóticas junto a las básicas, pero aquellas recibirían un escrutinio más intenso por parte de los reguladores.
Aunque los detalles de este enfoque dual no se han concretado en su totalidad, el concepto tiene principalmente dos puntos fuertes.
El primero, que los prestatarios inexpertos se dirigirían a las hipotecas básicas, cuyos términos serían fáciles de entender. Las hipotecas básicas serían el equivalente a las pistas para principiantes de las estaciones de esquí. Las hipotecas exóticas vendrían al menos con algunas etiquetas de advertencia (“No piense siquiera en bajar por esta pista a menos que sea un experto esquiador o esté acompañado de un instructor profesional de confianza”) y es posible que para obtener las hipotecas más exóticas, los prestamistas tengan que demostrar que entienden los riesgos o que han sido asesorados por un gestor hipotecario certificado.
En segundo lugar, debido a que los términos de las hipotecas básicas son todos iguales, estas hipotecas serían más fáciles de comparar. Igual que en los viejos tiempos, el TAE sería una buena base con la que evaluar el coste de una hipoteca.
Algunos críticos sostienen que los economistas conductuales no han prestado atención al hecho evidente de que los burócratas también cometen errores. Pero eso no es determinante. Después de todo, ¿no preferirías que un técnico cualificado, aunque humano, inspeccionara los motores de tu avión antes que hacerlo tú mismo?
Los propietarios de estaciones de esquí contratan a expertos que han esquiado sus pistas con anterioridad, en diferentes condiciones, para decidir qué caminos deberían estar designados para esquiadores avanzados. Estos expertos saben más que un recién llegado a la montaña. Los burócratas también so humanos, pero también pueden contratar a expertos y realizar investigaciones.
El año pasado aprendimos de mala manera que cuando la gente obtiene hipotecas que no pueden pagar, toda la economía puede verse afectada. Arreglar el problema es complicado. Pero un buen primer paso sería hacer que el proceso de préstamos de hipotecas fuera a prueba de Homers.