Toda empresa (sea una pyme o una multinacional) divide en dos partidas contables su patrimonio:
- El pasivo o dinero que invertimos en la compañía
- El activo que es donde hemos invertido dicho dinero
Si el pasivo procede de fondos propios, la empresa podremos cerrarla cuando queramos o cuando empecemos a perder dinero con ella. Esto ocurre en muy pocas ocasiones, la mayoría de las veces el capital nos ha sido prestado, bien por algún socio, bien por el banco. Es lo que se denomina fondos ajenos.
Lo que debe hacer un empresario cuando obtiene beneficios es reducir deuda o al menos no gastarse todos los beneficios en reinversiones aumentando los activos pero lo cierto es que puede hacer ambas cosas, e incluso una tercera: repartir el beneficio entre los socios vía dividendo. Eso, repito, vale para un autónomo y para la mayor empresa del mundo.
El problema es cuando la empresa da pérdidas. Si eso pasa el activo se reduce y hay que recurrir al pasivo. Puesto que los fondos ajenos -las deudas- no suelen poderse renegociar, toca ampliar, o bien con más fondos propios o bien con más fondos ajenos (ampliando capital si cotiza en bolsa, emitiendo deuda propia si es una gran empresa, encontrando nuevos socios particulares o recurriendo al banco a por más créditos) aumentando con ello el riesgo. Si no puede aumentar los fondos ajenos pues no encuentra socios ni bancos que le concedan créditos, sólo le quedarán sus propios fondos. Si estos desaparecen, la única forma de mantener vivo el negocio es dejando de pagar algunas deudas (suministradores y empleados suelen ser los primeros en la lista, incluso antes de que se acaben dichos fondos propios). Si la situación no mejora, la empresa se declara en quiebra (lo que hoy se conoce como ley concursal o en los EUA acogerse al “chapter 11”) que básicamente es un proceso en el que hay un concurso de acreedores, que no es más que un procedimiento para ordenar y redistribuir el pago de los fondos ajenos que se adeudan.
Que algo así ocurra es desgraciadamente muy fácil en cuanto hay una crisis del sector de la empresa -por ejemplo un fabricante textil que no puede competir con las importaciones chinas-; las de mayor tamaño son las que mejor pueden sobrevivir diversificando pero las pequeñas también tienen más facilidad para cambiar de sector. Si, como en el caso actual, la crisis es global y además viene acompañada de una falta de crédito bancario, la situación es insalvable para muchas. Es por ello que es importante que haya unas normas contables que tengan en cuenta estas posibilidades, de hecho suelen ser conocidas como normas de prudencia contable.
Por ejemplo, una empresa debe revaluar a precio de mercado y no a precio de compra: por ejemplo, si yo compro acciones del Santander a 10 euros y hoy valen 7, debo revaluar a 7, porque es al precio en el que puede convertir el activo en pasivo. Esto es algo que nuestro gobierno ha eliminado en algunos supuestos para evitar grandes quiebras -sobre todo en empresas con activos inmobiliarios permitiendo revaluar edificios a precios de adquisición y no a su valor actual- que salpicarían a la banca e incluso ha permitido algunas maniobras puntuales que han inflado los beneficios de algunos bancos. John Mauldin lo llama “ingresos psíquicos”. Todos hacemos esto cuando invertimos pero no somos conscientes de que los ingresos psíquicos, no son ingresos reales hasta que no veamos el dinero. Y precisamente la crisis llegó porque cuando se empezaron a deshacer todos los activos el dinero que los respaldaba resultó que se encontraba muy por debajo del valor que creímos tenía.
Así pues, lo que se debe hacer todos sabemos que no se hace y enturbia nuestra confianza en los resultados empresariales y bancarios. ¿Cómo podemos asumir que algo tan importante podría no ser cierto y a la vez creernos que estamos saliendo de esto? ¿No habíamos quedado que esto era una crisis de confianza, cómo salir de ella si los actores económicos se andan con triquiñuelas, si ellos mismos no son de fiar? Como se ha visto en los primeros párrafos, la contabilidad de una empresa es en el fondo un ejercicio muy básico de coherencia y todos sabemos que gran parte de esta crisis ha venido por complicar esas reglas tan sencillas.
Pero es que estas reglas se ignoran aún más si las empresas en problemas son bancos. Ya lo hemos comentado en alguna ocasión pero no sobra un ejemplo: si una inmobiliaria o una promotora con problemas de liquidez deja de pagar los intereses y el principal de su deuda, la entidad financiera tiene que pasarlo a la cartera de clientes de dudoso cobro y provisionar una parte del importe. Si continúa en esa situación tiene que considerar la cantidad como morosidad pura, en cuyo caso debe hacer una provisión por el importe total contra la cuenta de resultados.
Es decir, en la situación actual y según las normas contables más elementales muchas empresas quiebran pero los bancos no es porque la solución que han adoptado la mayoría de las entidades financieras es adquirir directamente los activos de las inmobiliarias en crisis. Mientras puedan revaluar los activos al precio de adquisición y obtener liquidez de BCE y de los estados para seguir viviendo…el sistema se mantiene. Y si el tamaño es demasiado pequeño para disfrazar todo esto, se “subvenciona” una fusión o incluso se llega a intervenir como en el caso de CCM.
Ahora se comenta que tanto Banco de España como los bancos y cajas están preocupados por la cantidad de inmuebles que tienen ya en su balance las entidades financieras y hay presiones para que -aprovechando que otros activos como las inversiones en bolsa han mejorado- suelten lastre y dejen de ser bancos “zombies”, que sobreviven pero no pueden ejercer su función por falta de efectivo. Para ello por un lado están aumentando su liquidez abusando de las emisiones de deuda (preferentes sobre todo) y por otro parece que están empezando a vender pisos a pérdidas…la cuestión es si todo este tiempo que ha pasado se ha ganado o se ha perdido. Es decir, ¿Hubiera sido más fácil asumir los errores desde el principio y sobre todo mucho más barato para el estado -que al fin y al cabo somos todos- o se ha hecho lo correcto y el coste ha merecido la pena ahora que parece que se ha evitado el derrumbe del sistema?
El debate está abierto…