Al igual que ocurre con el balance de muchas empresas, dado su opacidad y ocultismo, es muy difícil estimar la cantidad de dinero que ha pasado por las manos de Michael Jackson aunque siempre podemos hacer una idea con los datos que sabemos. Las ventas de sus discos a través de Sony le proporcionó unos 300 millones de dólares en royalties y los beneficios por conciertos más otros ingresos como merchandising, vídeos e incluso sus derechos sobre las canciones de los Beatles, se estima en otros 400 millones de dólares, dólar arriba dólar abajo.
Pese a todo el metálico que disponía allá por el 2005 tuvo que pedir un préstamo al banco por 270 millones de dólares, entre otras cosas, para el mantenimiento su rancho en California y su finca “Neverland”.
¿Cómo se puede llegar a esta situación?
Al parecer sus finanzas se deterioraron no sólamente por lo abultado de sus gastos, ya que de alguna manera siempre tenía un ojo puesto en su contabilidad, si no que la principal causa podrían haber sido las malos consejos financieros que recibió. Algunos de ellos, indudablemente con mala intención. Así lo decía Frank Dileo, su manager desde 1984 hasta 1989.
Creo que después de mi hubo mucha gente que no tuvo cuidado. Todo lo que buscaban era enriquecerse. Y mataron a la gallina de los huevos de oro.
En mitad del fenómeno “Thriller” el nivel de vida de Jackson era relativamente modesto aunque empezaba a experimentar alguno de los placeres que sólo los ricos pueden sentir, eso sí, como si fuese un español, todavía en casa de sus padres. Alguna de sus rarezas incluían el querer comprar el esqueleto del “Hombre elefante” por 1 millón de dólares o algo tan folclórico como fue la compra en 1988 de su finca “Neverland” por 17 millones de dólares. Podríamos decir que fue a finales de los 80 cuando pensó que su cartera era casi infinita.
En lo profesional se centró en revolucionar e incluso redefinir el concepto de espectáculo dentro del pop. Por ejemplo contrató a Scorsese para dirigir un vídeo musical que costó cerca de 1 millón de dólares no obstante podía permitírselo ya que gracias a su tour “Bad” se embolsó más de 35 millones de dólares en un año. Digamos que ese millón de dólares, más que un gasto fue una buena inversión
A raiz de su LP “Dangerous” decidió tomarse un prolongado descanso que le llevó por el mal camino siendo el caso más conocido el del arreglo extrajudicial de 20 millones de dólares por un caso de pedastria. Eso le obligó a desacerse del 50% de uno de sus activos más valiosos, los derechos sobre las canciones de los Beatles por no hablar del desgaste que sufrió su activo por excelencia; su imagen.
Jackson estuvo cerca de 10 años sin producir un disco con material nuevo, tiró de refritos con inversiones de marketing descabelladas para un producto que no era nuevo. Por ejemplo grabó un vídeo que costó un millón de Euros y en el que participaban soldados profesionales del ejército Húngaro.
En 1998 se cepilló el crédito de 90 millones de dólares que le había prestado el banco y tuvo que pedir uno nuevo de 140 millones que también agotó en pocos meses entrando en una peligrosa espiral de financiaciones y refiananciaciones.
Como decía su manager de entonces.
Jackson se obsesionó en comprar posesiones caras que alimentasen su ego escuchando los consejos de impostores y vendedores de humo.
No ayudaban a sus finanzas los 8 millones anuales que se gastaba en viajes, pinturas, hoteles y otros gastos personales a los cuales había que añadir el coste de mantenimiento de su rancho por más de 4 millones de dólares. Según contaban Jackson tenía que hacer un pago mensual al banco por 4.5 millones de dólares lo que equivalía a un interés de cerca del 20%.
Tras ver lo mal que le fueron las finanzas a Jacko creo que podemos sacar algunas interesantes conclusiones para que no nos ocurra lo mismo, pero a escala, claro.
- Cualquiera, por mucho que tenga puede arruinarse.
- El dinero atrae a las sanguijuelas.
- La adicción al gasto sólo es superada por la adicción al crédito.
- Muchas veces, cuando hacemos cuentas es demasiado tarde.
- Debemos distinguir bien los gastos de las inversiones.
- Y una de actualidad: El dejar de trabajar (bien voluntariamente como forzosamente) puede llevar a una espiral de autodestrucción. Hay que dedicar el tiempo libre a cosas útiles