Urgente: Desaparece la deducción por vivienda
para rentas superiores a 24.000 euros a partir de 2011
(se mantiene para los que compren antes de esa fecha)
Raputín, a parte de ser una horrorosa canción de Boney M, se trataba de un Monje (superdotado) con mucha influencia en la Rusia de principios del siglo pasado, aunque si de algo se le recuerda es por lo difícil que resultó matarle, el propio príncipe Yusúpov (que fue quien se lo cargó) contaba que el pobre monje fue primero envenenado, más tarde tiroteado, y cuando lo creían muerto, envolvieron su cadáver en una alfombra y lo tiraron al río Neva. Posteriormente, la autopsio reveló que murió ahogado
Últimamente tenemos por ahí a otro Rasputín, que los rusos en su día quisieron asesinar y últimamente todo el mundo le da por muerto pero al igual que el monje tiene más vidas de las que muchos piensan. Se trata del capitalismo, veamos que nos contaba el otro día* la revista Time en el artículo titulado “¿Puede el capitalismo sobrevivir? del cual os rescato un parrafo (el artículo es muy largo e interesante)
Según Marx, el capitalismo produciría más bienes de los que los trabajadores podrían adquirir con los míseros salarios que les pagaba el sistema. Aunque los salarios aumentaran durante un período de expansión, ese incremento recortaría los beneficios, dejando a los capitalistas con muy poca inversión de dinero para mantener el auge y el sistema se desplomaría.
El objetivo de los grandes capitalistas sería recortar los salarios, adquirir las plantas y la maquinaria de sus hermanos arruinados y restablecer el auge económico. Aún así, el ciclo se repetiría, llevando a una caída peor. A la larga, los medios de producción quedarían concentrados a manos de tan pocos capitalistas que éstos podrían acabar siendo derrocados por un proletariado al que el aumento de la miseria llevaría a la revolución.
A pesar de estar totalmente equivocado en su profecía apocalíptica, Marx señaló dos áreas altamente vulnerables en el sistema. Su teoría de la concentración capitalista previó el aumento del poder de las grandes empresas, lo que podría ahogar la competencia e incrementar los precios, incluso en períodos de baja demanda. Más importante aún, Marx anunció las aterradoras y largas depresiones de la década de 1870 y de 1930 que, según los economistas clásicos, la autorregulación de los mercados nunca iba a permitir. La pesadilla de la década de 1930 estuvo durante un tiempo a punto de darle la razón a Marx.
Afortunadamente, la Gran Depresión también inspiró las más significantes teorías de John Maynard Keynes, el economista británico al que a menudo se ha considerado el salvador del capitalismo. Según Keynes, un gobierno podía revitalizar su libre economía fomentando el crecimiento del poder adquisitivo a través de la reducción de impuestos y gastos y la creación de dinero. Así aumentaría la producción y se generarían más ahorros para poder invertir. Su receta funcionó para acabar con la Depresión, a pesar del inimaginable coste que supondría para el Gobierno la Segunda Guerra Mundial. (Keynes dijo también que el aumento de los impuestos y el recorte de los gastos ayudarían a contener la inflación, pero los gobiernos elegidos popularmente pocas veces han sido lo suficientemente valientes como para seguir esta parte de la receta keynesiana.)
Desde la Segunda Guerra Mundial, todos los gobiernos capitalistas se han convertido en entusiastas keynesianos. A nadie se le ocurriría pensar que una depresión o recesión severa se puede solucionar por si sola. Con la idea cada vez más aceptada de que el gobierno es responsable de la salud de la economía, Keynes promovió un grado de intervención estatal en el mercado que ha contribuido a transformar el capitalismo de tal forma que Smith nunca lo hubiera previsto.
La filosofía keynesiana aceleró la tendencia hacia la legislación progresista que se había empezado a forjar en los EE.UU. desde la época de Theodore Roosevelt y los primeros antitrust, e inspiró un apabullante conjunto de políticas intervencionistas. Las empresas de EE.UU., por ejemplo, se ven restringidas por regulaciones de la banca y del mercado de valores, prohibiciones antitrust, leyes de protección del consumidor y leyes antipolución, así como programas de “acción afirmativa” cuyo objetivo es emplear a más población femenina y afroamericana, para nombrar solo algunas medidas. La población pobre que no se puede sustentar en el mercado recibe prestaciones sanitarias, ayudas de la Seguridad Social o vales para comida.
Evidentemente, no toda esta intervención gubernamental ha sido beneficiosa, incluso en algunos casos ha sido altamente perjudicial. Concretamente, las agencias federales reguladoras del trasporte, a menudo han establecido los precios y han restringido la competencia. Pero en general, este conjunto de leyes ha llevado a un capitalismo más humano y más efectivo…”
Lo anecdótico de este artículo es que se escribió el 14 de Julio de 1975. Hace 35 años nos preguntábamos si el capitalismo puede sobrevivir y ahora nos lo preguntamos de nuevo, hacemos incluso reuniones con los países más importantes (e invitados) en los cuales nos proponemos refundarlo pero por mucho que les pese a algunos, es el sistema que mejor nivel de vida nos ha traído a la mayoría. ¿Creéis que es necesario “refundar el capitalismo”? ¿Sobrevivirá de esta?