El modelo económico chino (que algunos han denominado “mercantilismo salvaje”) consiste en acumular miles de millones de dólares producto de su impresionante superávit comercial, inundando el mundo con sus mercancías de bajo coste, y consolidar un Imperio mediante la acumulación de activos –principalmente bonos del Tesoro de Estados Unidos (aquí lo podéis ver gráficamente)
Pero hasta como ejemplo mercantilista el caso chino es anómalo. Sólo es posible el experimento chino –abrumadoramente exitoso si se atiende al sostenido crecimiento de su Producto Interno Bruto– en un mundo que ha dejado atrás el mercantilismo nacionalista para entrar en el capitalismo global y sólo se explica el éxito comercial de China por la avidez que tienen los mercados globales de bienes cada vez más baratos y competitivos. Es decir, es un mercantilismo que tiene éxito porque el resto del mundo ha abrazado la globalización.
Para colmo el mercantilismo chino florece en medio de una dictadura que sigue, para todo efecto ideológico y retórico, los cánones de una marxista dictadura del proletariado. Nueva paradoja: los proletarios chinos siguen en la pobreza mientras alimentan la fiebre de consumo del mercado global, es decir, su pobreza alimenta el capitalismo. ¿Hasta cuándo aguantarán? ¿Será posible durante mucho tiempo un sistema capitalista que se basa en el miedo de los trabajadores a reclamar sus derechos, que utiliza el comunismo únicamente como excusa retórica para justificar un comportamiento dictatorial?
Ya hay señales que indican que no sólo la burbuja de la bolsa china ha estallado a pesar de las bajadas de tipos de interés: