“El Estudiante Concursante” es una película que cuenta la hisoria de Martín Circo Martín, un joven profesor asociado de Historia de la Economía, que acaba de convertirse en el ganador del mayor premio jamás concedido en la historia de la televisión: más de 3 millones de euros en premios de todo tipo. Sin embargo, pronto descubre que ser millonario es caro, y no tiene el dinero para permitirse los premios. Hacienda, por su parte, reclama la mitad de las ganancias. Casi sin darse cuenta, Martín se ve en una trampa sin salida, intentando vender todos los premios que ganó. Edmundo Figueroa (Chete Lera), un viejo extravagante y disidente, puede ser su última oportunidad de escapar. El concurso acaba de empezar…
En dicha película podemos ver este vídeo que intenta explicar el funcionamiento de un banco. No estoy de acuerdo con el mensaje del comienzo del corte (me parece muy manipulado), pero nos puede servir para reflexionar.
Como entretenimiento, el vídeo está bien, de todas maneras el otro día en Cotizalia escribieron un artículo interesante, del cual os pego este fragmento:
Merton, en su libro publicado hace ahora 40 años, Teoría y Estructura Social, toma el ejemplo de un idílico banco bien gestionado, que mantiene en caja una parte de sus pasivos, los necesarios para hacer frente a sus obligaciones corrientes, mientras que el resto lo tiene adecuadamente invertido en negocios de una u otra naturaleza: préstamos hipotecarios, créditos a empresas, participaciones empresariales… Un día, para sorpresa del equipo gestor, y sin un motivo aparente, un grupo numerosos de clientes se dirigen a la vez a la entidad en busca de sus ahorros. Cuando los impositores se encuentran con tanta gente a la vez sacando su dinero, -la historia la tomo tal cual de la Wikipedia-, comienzan a preocuparse y se corre el rumor, falso de toda falsedad, de que la entidad no va bien. A raíz de ello, cada vez son más los ciudadanos que acuden a retirar sus depósitos mientras no sea demasiado tarde. Al poco tiempo se cuentan por centenares las personas que, alteradas y preocupadas, hacen cola delante de las distintas sucursales para rescatar sus ahorros antes de que se anuncie la inimaginada insolvencia y quiebra de la firma que, finalmente, y como no podía ser de otra manera, se termina produciendo. Concluye Merton señalando que “la mentirosa profecía del colapso condujo a la verdadera quiebra del banco”.
Así es, amigos. El banco no tiene en efectivo el dinero que le hemos dejado, eso ha ocurrido ahora y hace 100 años, es su modelo de negocio y no hay que ponerse nervioso por ello. Mucho mal hacemos al sistema financiero (y a nosostros mismos) con rumores de que “tal caja o tal banco va a quebrar” y las mediáticas colas para sacar dinero.
Tran un día tan agitado como el de ayer, muchos nos preguntamos ¿no nos habían dicho que lo peor de la crisis ya había pasado?
Transcurrido un año ya desde el comienzo de la crisis financiera, está claro que los actuales no son buenos tiempos para las predicciones de los grandes gurús. A estas alturas, ha quedado más que demostrado que nadie, por muchos méritos que haya acumulado durante su trayectoria en los mercados, puede precisar la duración de la crisis, su gravedad y las víctimas que se puede cobrar.
Por tanto, y como le gusta decir al propio Trichet, no es cuestión de ser pesimista u optimista, sino realista.
Así es, me temo que uno de los pocos realistas que quedan es Trichet y quizás haya que agradecerle algún día el no habernos puesto en más aprietos. ¿O es que quizás él forma parte del problema?.