Solanum tuberosum es el nombre de la patata, tubérculo conocido en otros países como “Papa” pero que por respeto, debido a nuestras raices cristianas, preferimos llamarla patata. Llegaron a Europa gracias a Pizarro (Francisco, no Manuel) y en algunos países, como en Francia tradaron en consumirse ya que eran valoradas por su bonita flor. Se dice que Maria Antonieta la utilizaba para adornar su cabellera.
Y las patatas no sólo sirven para comerlas o adornar peinados, si no también para crear fábulas interesantes como la que nos cuentan en Expansion: Hay que cultivar patatas (mejor que viviendas, ¿no?).
Hace unos cuantos años, en un pueblo de la Cataluña interior, un grupo de agricultores se reunían en pleno invierno. Comentaban: “Este año no toca cultivar patatas. Dicen que los precios van a seguir cayendo. Que está la cosa muy mal. Mejor cultivamos otras cosechas.” Pasaron los meses y al final del otoño se volvieron a reunir. “Pues mala pata con la patata. Los precios, al final, por las nubes”, se quejaban, lamentándose de su decisión. Ese día alguien les explicó, aunque quizás demasiado tarde, que cuando la oferta es escasa y la demanda no baja, los precios suben. La anécdota la cuenta un empresario y es cierta. Lo que este empresario no se imaginaba es que años después, en el mundo de los MBA´s y los grandes expertos, se encontraría con una situación similar, pero en el sector inmobiliario. Creían que la demanda era infinita y empezaron a producir sin parar ni ahorrar.
Repitamos: “cuando la oferta es escasa y la demanda no baja, los precios suben” (y viceversa, claro). Parece mentira, todos los economistas del mundo dándole vueltas al coco con distintas leyes financieras y al final la que funciona es la de la oferta y la demanda (podéis ver un ejemplo con patatas sobre esta ley en la Wikipedia).
Siguiendo con tan admirado tubérculo, tenemos en Cotizalia un interesante artículo titulado La patata se planta, y las canta: en peligro la ensaladilla rusa.
Les voy a decir cuál es, a juicio de un servidor, la noticia más importante recogida ayer por la prensa económica nacional y, me atrevería a decir, hasta internacional. La encuentran ustedes en la página 34 de Expansión: “los productores de patata también piden auxilio público”. En sí parece la llegada de un colectivo más a la lista de damnificados post-electorales que acumula el candidato Zapatiestas. Pero el fondo de su reivindicación va mucho más allá y ahonda sobre uno de los principales asuntos que, en materia de precios, le queda por resolver al gobierno que finalmente se constituya. La de la ineficiencia de una cadena de distribución que hunde a los productores en origen a la vez que penaliza la cesta de la compra de los consumidores en destino. Un tema que no es, ni mucho menos, irrelevante ya que apunta al corazón de la parte inflacionaria de este monstruo económico llamado estanflación que amenaza España.
Volvemos al tema de siempre, suben los precios de los alimentos y los agricultores cada vez cobran menos ¿Quién se lo queda? ¿Por qué si el petróleo es igual de caro en toda Europa, en España tenemos más inflación?. Quizás por eso, competencia expedienta a la industria alimentaria por las subidas de precios.
La que está hecha una patata, es la economía americana, tanto que el propio Paulson (secretario del tesoro) pinta un negro panorama económico en EE UU para segundo semestre. Lo curioso es que ahora nos vienen con frases del tipo “No es placentera, pero la necesitábamos” y “era necesaria una corrección así”. Vamos, que al final una recesión será una buena noticia. Será porque en Europa nos han pasado su patata caliente de las hipotecas basuras…
Como véis, hemos hablado de un alimento con un papel destacado en la economía, supongo que será porque según las Naciones Unidas, este es el año de la patata.