La empresa Faraday proyecta construir un auto hiper conectado

Johngo

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¿Usted pagaría u$s 100.000 por un sistema de correo electrónico sobre cuatro ruedas?

Esto es una exageración, pero es lo que Faraday Future espera conseguir con el FF 91, un coche eléctrico de ensueño que demostró esta semana en el Consumer Electronics Show. Aunque no es tan exagerado como se podría pensar.

Convertir una pieza de hardware en poco más que un canal para servicios digitales podría sonar como una buena manera de devaluar el hardware.

Pero el encanto de construir redes "pegajosas" de dispositivos y servicios que atraen a los clientes hacia una relación más estrecha y duradera con sus dispositivos se está convirtiendo en un objetivo en partes del sector de la tecnología de consumo.

Las compañías prometen crear experiencias digitales que, como diría Jobs, conviertan bits y bytes mundanos en pura magia. Pero eso puede no ayudar mucho a las ventas, o las ganancias de los distintos fabricantes de hardware.

Faraday, una empresa "startup" de Silicon Valley respaldada principalmente por inversionistas chinos, está promoviendo la idea al máximo. Su FF 91 de 1050 caballos está diseñado para aventajar al Tesla en aceleración, autonomía y pura frescura.

Pero estaríamos equivocados, dice el jefe de ingeniería Nick Sampson, si pensáramos que el FF 91 es un simple coche. Se trata en realidad de una "categoría de tecnología que no había existido antes". Con un entusiasmo rayano en la arrogancia, lo comparó con la presentación hace 10 años del iPhone de Apple, el último artículo de hardware revolucionario que redefinió su categoría y cambió el mundo de la tecnología.

Lo primero en la visión de Faraday es la creación de lo último en dispositivos conectados a Internet, poniendo los medios personalizados frente a cada pasajero y convirtiendo el coche en el punto de acceso más conveniente del planeta.

Hay algunas razones obvias para ensalzar el valor de los ecosistemas digitales como éste. Se ha vuelto más difícil mantener una ventaja en muchas categorías de hardware. El auge del teléfono inteligente ha llevado la cadena de suministro mundial de productos electrónicos y el incremento de los fabricantes de dispositivos genéricos a un estado de híper-eficiencia, reduciendo las barreras de acceso a muchos mercados.

Ni siquiera los coches son inmunes: los sistemas de propulsión eléctrica han simplificado enormemente la ingeniería, y los proveedores venden muchos de los módulos que se utilizan en los vehículos de hoy en día. Crear una nueva experiencia digital dentro del coche suena como una atractiva forma de evitar la mercantilización.

Pero poner el ecosistema antes que el dispositivo tiene sus inconvenientes. Aún no se ha anunciado el precio del FF 91, pero el alto rendimiento y los bajos volúmenes que son la meta de Faraday al principio apuntan a una cifra de seis dígitos. Cualquiera que gaste tanto en un automóvil principalmente quiere algo glorioso que provoque envidia.

Hay otro problema más grande para los constructores de ecosistemas. Normalmente los clientes no quieren sistemas cerrados que los aten a determinados servicios o dispositivos. Apple es la excepción. Pero le ha tomado una década crear la ventaja del iPhone.
 
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