Optimismo para variar en el sector turístico español

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El sector turístico tiene grandes expectativas para la inminente Semana Santa. Las previsiones apuntan que los datos serán los mejores en varios años y en algunas zonas se volverán a rozar los niveles previos a la crisis. El calendario (la fiesta tardía animará los destinos playeros), las crisis en los países del sur del Mediterráneo (que llevan meses desviando viajeros a las costas españolas) y la recuperación económica de algunos de los grandes emisores fundamentan un optimismo que había desparecido hace muchos meses y al que el sector no suele ser muy propicio.

No obstante, existen matices, puesto que aún quedan algunos retos que se deben afrontar. En primer lugar, los referentes al turismo nacional, que todavía sigue inmerso en una atonía de la que el extranjero comienza a desprenderse. En segundo término, los precios, que especialmente en el caso de los hoteles continúan sin encontrar suelo y siguen introduciendo rebajas para captar clientela. Y, finalmente, los derivados del cambio de perfil de conducta o hábito: estancias más cortas, viajes low cost, menor intermediación de las agencias de viajes, paquetes todo incluido...

Los problemas en destinos competidores (Túnez, Egipto...) están propiciando una mayor afluencia a determinados enclaves, particularmente Islas Canarias, pero nadie debería pasar por alto su carácter coyuntural. Dicho de otra forma, no elimina los motivos por los que España venía perdiendo capacidad competitiva en los últimos años. Antes al contrario, persisten larvados y bueno sería aprovechar la coyuntura para recuperar posiciones en el concierto global.

El turismo tiene mucho que aportar a la recuperación y, aunque no se mencione, a ese renovado patrón de crecimiento del que tanto se habla. Su peso en el Producto Interior Bruto (PIB) y la creación de empleo, así como su contribución positiva a la balanza de pagos, son insustituibles... ni falta que hace, porque la oportunidad sigue ahí.
 
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