El FMI inquieta

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La lista puede asustar, pero conviene valorarla como lo que es: la agenda de cuestiones que está tratando el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su reunión de primavera, que este miércoles ha cumplido su tercera jornada. Prácticamente está todo: crecimiento lento y desigual, precios del petróleo, encarecimiento de los alimentos básicos, amenazas por la cuantiosa deuda de Estados Unidos, desempleo y necesidad de implantar reformas laborales, inestabilidades provocadas por el déficit público de muchas economías de primer nivel, amenazas persistentes en el sistema financiero, divisas que no terminan de fluctuar como debieran... Cualquiera tiene suficiente enjundia para merecer un monográfico.

El mapa dibujado a traves de los tres informes presentados -Perspectivas de Crecimiento Mundial, Monitor Fiscal e Informe Global de Estabilidad Financiera- no ha descubierto nada especialmente diferente. Lo que sí ha hecho es poner negro sobre blanco, al detalle y de forma ordenada, una ingente cantidad de datos, razonamientos, avisos, consecuencias, exigencias -hasta donde puede exigir- y consejos; es decir, explica qué está pasando, qué puede pasar, por qué y cómo evitar, a su juicio, consecuencias no deseadas.

Una de las conclusiones que puede extraerse de las más de 450 páginas que suman los informes es que ningún país está libre de culpa y que los desequilibrios mundiales siguen siendo los mismos que antes de la crisis, con el inconveniente de que se han agravado. Por ejemplo, países con altos superávit externos, como Japón o China, no han hecho progresos y siguen dependiendo de las exportaciones. Economías deficitarias, como Estados Unidos, no han adoptado planes creíbles de consolidación fiscal. Países como Turquía, Brasil o Sudáfrica sufren presiones para elevar los tipos de cambio de su moneda, mientras otros, como China, siguen manteniendo depreciadas sus divisas para competir comercialmente.

En cuanto al sector financiero, en cuya recapitalización se han invertido 1,53 billones de dólares (algo más de un billón de euros) desde 2008, y de los que hasta el momento las entidades sólo han devuelto la cuarta parte, el FMI recuerda que persisten debilidades porque aún no han aflorado todas las pérdidas del mercado inmobiliario y las presiones sobre la deuda soberana se trasladan de forma automática a sus balances. En este sentido, ha dejado claro que no se puede meter a todos en el mismo saco y que, igual que la economía mundial se mueve a distintas velocidades, las entidades financieras tienen riesgos heterogéneos que varían no sólo en función del país sino del tipo de banco. Ha afirmado que las cajas españolas aún son vulnerables, pero también las cajas regionales alemanas o landesbanken, los bancos portugueses, irlandeses y griegos, algunos de Reino Unido y de Estados Unidos...

Claro que, en términos de vulnerabilidad, para el director gerente del Fondo, Dominique Strauss-Kahn, el peor problema es "el peligroso cóctel de desempleo y desigualdad, combinado con tensión política" cuyas consecuencias se están viviendo ahora mismo en Oriente Medio y África del Norte.
 
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