¿Cual es la inflación real de Argentina?

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El costo de vida en Argentina registró una suba del 10,9% en 2010, según el cálculo oficial divulgado el viernes que está muy por debajo de lo estimado por consultoras privadas.

La inflación en diciembre fue del 0,8% comparada con el mes anterior, empujada por un aumento en los precios del rubro esparcimiento (2,7%) y de indumentaria (1,9%), informó el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).

Para el INDEC, el índice de precios al consumidor acumuló una suba de casi el 11% en todo el año pasado.

En cambio, analistas privados calcularon una inflación anual por encima del 25. Según la economista Graciela Bevacqua, quien antes de la intervención del INDEC era la responsable de medir la inflación, el costo de vida aumentó el 25,1% en 2010. Otras consultoras reportaron una suba de 27%.

La brecha entre las estimaciones oficiales y privadas se produjo luego de que el INDEC fuera intervenido en 2007 por el gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner, en coincidencia con las elecciones generales que llevaron al poder a su esposa Cristina Fernández.

Además de un propósito electoral, la medida buscó reducir el costo de la deuda pública dado que un alto porcentaje de títulos emitidos por el gobierno se ajustan de acuerdo al costo de vida, coinciden analistas.

La inflación oficial prevista para este año es de 8,9%, según figura en el proyecto de Presupuesto rechazado por el Congreso en noviembre. Los analistas privados dijeron que estará entre el 25% y el 30%.

En octubre habrá elecciones y al parecer la presidenta Fernández buscará la reelección tras el fallecimiento de Kirchner a fines de octubre. Su esposo era el más serio aspirante dentro del oficialismo.

Una aceleración de la inflación sería un duro golpe para la imagen del gobierno, tratándose de una de las mayores preocupaciones de los argentinos junto al desempleo y la inseguridad.
 

Johngo

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La verdadera inflacion en la Argentina es la que incide en el que menos tiene, 38% en alimentos y bebidas en el 2010 segun encuestas privadas, porque las oficiales del INDEC no sirven.

La estampida vendra cuando se eliminen las cuotas en los electrodomesticos.
 

Johngo

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INFORMACION DE DIARIOS del día Sábado 15-01-2011

DIARIO CLARIN
Para el INDEC, la inflación del 2010 fue la mitad que la real

15/01/11 La cifra oficial, anunciada ayer, fue del 10,9%. Contra entre 22,9 y 27 por ciento de los estudios privados. Las diferencias más fuertes se marcaron en los precios de los alimentos. Pero también las hubo con la salud, los alquileres y la educación.

Por Natalia Muscatelli

Los precios de los alimentos, la salud, la educación y los alquileres fueron los más subestimados por el INDEC durante el 2010, si se los compara con los cálculos privados. Así, el organismo oficial aseguró que la inflación anual acumulada el año pasado fue del 10,9%. Pero para los analistas privados, la suba “real” es más del doble, y se ubica entre 22,9 y 27%.

La diferencia de la variación anual más alta se dio en el rubro Alimentos. Mientras que para el INDEC la suba en el año fue de 14,7%, para los privados osciló entre 35 y 42% . En Buenos Aires City, Graciela Bevacqua, cerró la suba de los alimentos y bebidas en 39,7% y el economista Carlos Melconian, en 42%. Sólo para dar algunos ejemplos, Melconian detalla: “en los últimos doce meses, el precio del pan aumentó un 30%; los lácteos, un 35%; la yerba, un 43% y la carne un 90%”, precisó.

En alquileres, las estadísticas oficiales acusaron un aumento anual del 5,6% contra el 15% de los economistas . Y en el caso de la Salud, el INDEC siguió tomando de manera acotada las subas de las prepagas, y así registró un alza del 11,8% en el año contra más de 25 de los privados.

Las variaciones anuales de los productos relevados por INDEC pudieron establecerse -ayer- cuando el organismo informó la variación del índice de Precios al Consumidor (IPC) de diciembre, que promedió una suba del 0,8%. Los analistas, en tanto, reportaron para el mes entre 1,3 y 1,8% mensual.

El organismo oficial también difundió ayer los precios mayoristas que registraron una suba del 0,9% el mes pasado y a lo largo del año avanzaron 14,6 por ciento.

Acerca de la evolución de los precios durante todo el 2010, el economista Jorge Todesca señaló que “se explicó principalmente por las subas en los alimentos, a raíz del déficit de oferta de algunos productos como la carne vacuna y por la actualización de las tarifas de diversos servicios privados , como la medicina prepaga, los gastos ligados al Esparcimiento, las expensas y los combustibles”, dijo. Y, “desde una versión macroeconómica, al aumento de la emisión monetaria destinada a financiar al sector público”, entre otras razones. Según el analista Joaquín Ledesma, “la virulencia de la inflación en los alimentos amplificó el efecto negativo sobre las variables sociales como la pobreza, la indigencia y el grado de equidad de la distribución del ingreso”. Y advirtió, además, que “la situación es más preocupante si se considera el índice de precios local medido en dólares. Ya que, “ en los últimos doce meses la inflación acumulada en dólares subió casi 20% , una tasa que más que duplica los registros comparables del resto de los países de la región latinoamericana”, apuntó.

Otro rubro que mantiene diferencias importantes en cuanto a la variación de los precios es el de Educación : para el INDEC, acumuló 12% en el año y según la medición de Bevacqua, por ejemplo, un 21,4%.

En cambio, la dispersión es menor, en el sector Esparcimiento donde los números son 14,6 y 19,5% respectivamente.

A pesar del “retoque” sufrido por las estadísticas oficiales, la inflación acumulada del 2010 aún quedó lejos de la inflación estimada en el Presupuesto Nacional que había sido del 6,7%.

Este desfasaje en la estimación inflacionaria es advertido hasta por el titular de la CGT, Hugo Moyano -alineado al Gobierno- quien tomó una inflación cercana a las mediciones privadas para justificar un ajuste salarial superior al 20%.

En un intento por achicar la amplia brecha que mantienen los cálculos privados con el organismo oficial y para transparentar su gestión, los funcionarios recibieron en diciembre a un equipo técnico del Fondo Monetario Internacional (FMI). Su objetivo es asesorar al INDEC en la confección de un nuevo índice que tome en cuenta datos de todo el país, ya que el actual se hace sólo con los precios de Buenos Aires y su periferia. La próxima misión del FMI, si bien todavía no hay fecha, podría volver a visitar el edificio de Diagonal Sur, el mes que viene.

Para el INDEC, la inflación del 2010 fue la mitad que la real
 

Johngo

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DIARIO LA NACION

Fuerte impacto del alza de los alimentos en el poder de compra
Los precios de la canasta básica treparon de 30 a 40%, afectando planes sociales, jubilaciones y sueldos


Luján Scarpinelli
LA NACION

Un paso adelante, dos atrás, uno adelante, otro atrás. No es un baile, sino una lectura del impacto que tuvo el alza de los precios en 2010 en las principales políticas oficiales para la redistribución del ingreso. Las mejoras en planes sociales, salarios y haberes jubilatorios implementadas por el Gobierno fueron erosionadas por la inflación que se notó, sobre todo, en los precios de los alimentos. El alza afectó especialmente a las capas más bajas de la sociedad, que destinan sus ingresos a bienes básicos.

Como ya es costumbre, las estimaciones privadas contrastaron con el índice del Indec, que ubicó en 10,9% el alza de precios de 2010 (ver aparte). La marca del nivel general en consultoras y fundaciones se ubicó entre el 22 y el 26 por ciento. Pero el aumento de la canasta de alimentos fue aún mayor. Por ejemplo, el paquete de productos básicos medido por la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) se encareció 33% de enero a diciembre, hasta los $ 1122,3; el de Ecolatina trepó 31,8%, a $ 1181, y el relevado por Economía & Regiones se ubicó en $ 1075, con una suba del 40,5%. En cambio, el costo de la canasta básica alimentaria (CBA), según el Indec, fue cercano a la mitad: 578,58 pesos.

La inflación real golpeó también el poder de compra de la asignación universal por hijo, que es de $ 220 desde septiembre. Así, esta asistencia social cumplió sólo parcialmente sus objetivos de combatir la pobreza. "La inflación prácticamente evaporó los beneficios de la asignación universal en términos de la tasa de incidencia de la indigencia y la pobreza", señaló Gastón Rossi, director de la consultora Labor, Capital and Growth (LCG). Incluso, los datos oficiales lo confirman: la Encuesta Permanente de Hogares muestra que en el segundo trimestre la pobreza bajó un punto interanual, a 22,9%, y la indigencia subió 0,4%, hasta 8,1 por ciento.

El economista estimó que, pese al aumento, "se redujo un 12% el nivel de compra del monto de ese plan en relación con lo que se podían comprar al momento de implementarse el programa, en diciembre de 2009", teniendo en cuenta que la canasta de alimentos de LCG trepó 39% en ese período. Desde otro enfoque, "cuando se lanzó el programa, el monto representaba el 70% de la CBA [para un adulto] y, en la actualidad, equivale sólo al 60 por ciento", amplió Rossi.

El poder de compra de los beneficiarios, según BA City, dirigida por Graciela Bevacqua, se achicó a $ 150 en diciembre. La conclusión surge del contraste con el avance de los alimentos.

"Para mantener el poder adquisitivo inalterado, el plan debería haber pagado $ 261 en diciembre (40,5% más que en igual mes de 2009) y ajustarse sucesivamente", sostuvo, por su parte, Mario Sotuyo, de E&R.

Por otra parte, Ecolatina traslada el análisis a la línea de la pobreza, calculada en $ 2369. "En junio de 2009, el aumento de la canasta básica ya se había comido el ingreso de dos asignaciones universales. En septiembre subió, pero rápidamente quedó por debajo del alza de la canasta básica total (CBT)", analizó Javier Paz.

El coeficiente de variación salarial del Indec avanzó 22,4% hasta noviembre en el nivel general. También ese indicador oficial de remuneraciones quedó por detrás o casi a la par -según qué medición se tome- de la inflación de los alimentos que superó, incluso, el alza del sector privado registrado, estimada en 28% hasta hace dos meses. El problema más grave, señalan los economistas, se da en el sector informal, donde el Indec estimó un 23% de alza salarial. "El aumento de la canasta duplicó al de los salarios en negro y generó una pérdida del 13% en el poder adquisitivo", estimó Sotuyo, al contrastar su medición con los datos oficiales.

En cuanto a las jubilaciones, E&R estimó un deterioro del 10%, aún sobre las dos subas del año, que sumaron cerca del 27% por la ley de movilidad. Esa normativa, según Jorge Colina, de Idesa, "protegió los haberes de la inflación". El mínimo pasó a $ 1046,5, y con PAMI, a $ 1091,5. Sin embargo, la cifra quedó muy lejos de la canasta elaborada por la Defensoría de la Tercera Edad, de $ 2458,81.

Con todo, para Colina, "con la inflación creció la recaudación y el Estado transfirió más a los hogares, pero en el tiempo eso se termina licuando y acaba siendo un engaño".

Fuerte impacto del alza de los alimentos en el poder de compra - lanacion.com
 

Johngo

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El gobierno Argentino se financia con inflación

El modelo inflacionario sigue incólume dentro de la línea política de un gobierno que no lo ve como un problema, sino como una solución a sus problemas de financiamiento.

La inflación es un fenómeno monetario y por lo tanto es responsabilidad de quien autoriza o avala la emisión de moneda antes que de nadie más. En una economía de trueque la inflación es una entelequia.

En estos últimos días hemos asistido a declaraciones del más variado tono de parte de especialistas y de funcionarios del gobierno, entre las que se destacan las dichas por la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. Tomamos pues éstas en particular para basar la trama argumental que sigue.

Dijo esta funcionaria: “Los que dicen que comprando los dólares que sobran en el mercado estamos generando inflación, atentan directamente contra la política de tipo de cambio real, y, a través de ella, contra el desarrollo de la industria, el despliegue del mercado interno y el aumento del empleo”.

Empecemos por decir que no parecen declaraciones propias de un presidente del Banco Central, sino más bien las de un secretario de industria o cosa por el estilo. Esto, que parece una simple formalidad, no deja de ser un síntoma, porque el Banco Central no está para manejar el desarrollo de la industria, sino para preservar el valor de la moneda. Por otra parte, hay secretario de industria. Pero veamos.

El Estado argentino compra los dólares no porque sobran, sino porque todo exportador debe liquidar obligatoriamente sus divisas, y hacerlo al cambio digitado monetariamente por el gobierno. Esto como punto de partida.

Podemos reiterar acá las consecuencias de la emisión de moneda para adquirir dólares a un precio mayor que el de mercado mediante la emisión de moneda espuria, que es lo que posibilita la falsa idea de que existe un superávit fiscal primario que luego se consume en gasto corriente, obra pública o subsidios y no se destina, como correspondería, a adquirir divisas para pagar las obligaciones de la deuda.

La inflación se genera por comprar dólares a 4 pesos cuando la propia funcionaria nombrada ha dicho que sin la intervención estatal el billete verde caería a $2,80 por unidad. Con lo cual está diciéndonos que no solamente se emiten esos $2,80 para adquirirlo, sino que además se emiten $ 1,20 más. Como se sabe, luego el propio Banco Central “seca” la plaza recurriendo a la emisión de títulos (Lebacs y Nobacs) por los que paga un interés, todo lo cual aumenta la deuda pública.

Hemos señalado muchas veces que la competitividad no se genera con artilugios monetarios, sino con ordenamiento y eficiencia del gasto público y privado, con buenas administraciones y con tecnología de punta. En otras palabras, es bajando costos como mejora la eficiencia, no inflando artificialmente el valor de la moneda. La postergadísima reforma del Estado duerme el sueño de los justos.

La política económica seguida en estos últimos años fue llamada en su momento “modelo industrialista” precisamente por hacer hincapié en el mismo punto que señala esta señora. Así las cosas, mientras esa industria comercializa sus productos al exterior con un dólar de $4.- un productor de soja, de trigo o de maíz apenas si sobrepasa la mitad de ese valor. Esto viene ocurriendo en los últimos años. Es decir, una impresionante transferencia de ingresos del sector agropecuario al sector industrial con el ánimo de industrializar el país, si pensamos que existe buena fe, desde ya. Esta misma política fue seguida con algunas diferencias luego de la segunda guerra mundial por el creador del movimiento hoy gobernante: Juan Perón. Y luego continuada por casi todos los gobiernos posteriores, civiles y militares.

Pero ¿qué pasa que la industrialización nunca termina de concretarse y hoy más que nunca dependemos de las exportaciones de soja para hacernos de divisas? Pasa que la industria nacional no tiene incentivos para mejorar su tecnología porque prácticamente no tiene competencia externa, excepto aquella que proviene de determinados vínculos comerciales y con un montón de restricciones surgidas de la todopoderosa secretaría de comercio.

La industria en la Argentina sigue siendo escasa, mala y cara, tanto como lo era hace 40 o 50 años. Y la tecnología ni hablar. Una computadora o un celular de última generación cuesta en el país el triple o el cuádruple de le cuesta en Miami, cuando el ingreso promedio per cápita argentino es misérrimo si pretendemos compararlo con el estadounidense. Este panorama baja el nivel de vida de la población, incrementa el percentil de pobreza, y contribuye a la mala distribución de la riqueza, que tanto parece preocupar a nuestros actuales gobernantes.

Las consecuencias de esta política están a la vista: inflación creciente, pobreza anquilosada, intervención cada día más agobiante de parte de funcionarios que aparecen como santos salvadores metiéndose en cada rincón de nuestra economía para otorgarnos subsidios, planes, créditos, cuotas, cupos, tipos, modos, calidades, cantidades, aguinaldos, bonificaciones, recuperos, préstamos sin interés y toda la parafernalia discursiva que cualquiera puede conocer y ampliar tanto como quiera no ya desde el famoso “buscador” de Google, sino ingresando en las páginas oficiales de cuanto ministerio o secretaría se le ocurra. El mundo parece que no funcionaría si no fuera por las bondades de la presidenta de la república y su séquito “progresista”.

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Johngo

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Siguiendo con el problema de las divisas, es sabido que las trabas puestas por el gobierno a la compra de moneda extranjera son innumerables. Desde ridículos topes mensuales hasta obligaciones tales como contar con cuentas bancarias, información a suministrar de la AFIP y a la AFIP, documentos, papeles y justificaciones de diversa índole. Obligaciones que en condiciones normales no se exigen para comprar ninguna otra cosa. Y que por supuesto muestran a las claras que más allá de pretender controlar evasiones tributarias y cosas así, como tanto se reitera en el discurso oficial, la verdad es que lo que se intenta es desalentar la adquisición de divisas. Lo cual sumado a la obligación de vender las provenientes del comercio exterior, aumenta el volumen a adquirir por el Banco Central al que se refiere la funcionaria de las declaraciones que estamos comentando. Ello aparte de generar el mercado negro de divisas, hoy denominado “blue”.

Ahora bien, la inflación que todo esto produce le sirve al gobierno para financiar el gasto. Las tasas de interés son marcadamente negativas en la Argentina, y las altas tasas de inflación provocan un incremento notabilísimo en la recaudación fiscal (del orden del 40% anual), al tiempo que licuan los pasivos oficiales en moneda local.

Los subsidios y planes de ayuda, completan el cuadro de situación. El “relato” oficial es que no hay inflación o es muy baja, y si la hay es por culpa de productores y comerciantes inescrupulosos o “destituyentes”, y los funcionarios se encargan de paliar los efectos de tanta perversión mediante el recurso de ayudar a los “no incluidos”. Al mismo tiempo, ni subsidios ni ayudas se cuentan a la hora de determinar los precios con los que se mide la inflación, y no sólo en el devaluado INDEC, sino también en las mediciones de consultoras privadas. Lo cual equivale a decir que aún las mejor intencionadas mediciones de la inflación real adolecen de serias deficiencias.

El gobierno argentino ha venido negando la inflación casi desde sus inicios. La intervención del INDEC ocurrió a fines de 2006, pero ya antes había serios indicios, con controles de precios (que se camuflaban como “acuerdos”), retenciones selectivas a la exportación para “castigar” a productores díscolos, y otras lindezas, entonces a cargo del Dr. Roberto Lavagna.

Las restricciones a las importaciones posibilitan además, el encarecimiento de los productos locales, y la merma de la calidad. Una verdadera pintura del atraso, no del progreso.

Lo que cabe preguntarse a estas alturas es por qué la economía sigue creciendo. Y es obvio que lo hace porque el mercado internacional es altamente favorable en materia de precios para aquello que la Argentina produce más fácilmente y con mayor productividad: la producción primaria.

Así y todo, el intervencionismo a la violeta de la secretaría de comercio ha dejado maltrechos a varios sectores productivos, tales como el cárnico o incluso el triguero. Con resultados deplorables que no parece que estuviera dispuesto a asumir el gobierno. Baste decir que el pan ha trepado a $8.- el kg cuando se esperaba que no superara los $2,50. Y ni hablar de la carne vacuna, cuyos valores se han disparado hasta el punto de superar los precios en varios de los cortes a los vigentes en el Uruguay, por ejemplo, cuya política fue la de ocupar los mercados internacionales abandonados por la Argentina.

El atraso en materia energética es otra realidad industrial que la señora Marcó del Pont dice estar favoreciendo con ésta política. La falta de exploración y la reticencia a explotar hidrocarburos es una realidad. Como también lo es la creciente necesidad de importar combustibles líquidos, gas y electricidad. Y por más que un ministro salga a colocar multas por deficiencias en el servicio eléctrico en momentos de altísimas temperaturas, lo cierto es que todo el mundo sabe que el mantenimiento ha mermado de manera segura y seguida. Y que las razones de tal merma hay que buscarlas en la penosa política tarifaria seguida. Al punto que en el caso de las naftas ha debido liberarse el mercado luego del inconcebible techo impuesto en el mes de agosto pasado por la secretaría de comercio.

No existe hoy otra posibilidad que la de esperar una inflación promedio del 30 o 35% para el año 2011, con una creciente marginalidad y con la sensación de que todas las ayudas y subsidios no alcanzarán a resolver nada. Es que efectivamente no alcanzarán. Apenas serán un paliativo que además surtirá efectos en el año electoral que ha comenzado.

Mientras tanto, el sostenimiento del tipo de cambio mediante los ardides explicados más arriba, no hace sino exacerbar la inflación de manera de retrasarlo progresivamente, al tiempo que se incrementan los costos de producción en dólares y se reza para que esa moneda pierda valor en el mundo.

No sabemos qué cuentas hizo la señora Marcó del Pont para afirmar que el dólar caería a $2,80 si el Central no compra a $4.- Pero esta afirmación conlleva el surrealismo de seguir comprando luego de 7 años, muy caro aquello que podría comprarse más barato, lo cual, aparte de ser un absurdo, no es gratis. Porque las consecuencias inflacionarias y la pobreza consecuente son una realidad.

Baste decir que si verdaderamente el Estado dejara de seguir esta política monetaria, la divisa caería primero, pero la demanda para adquirir bienes importados provocaría en muy cortísimo plazo la suba en el valor. Por otro lado, los exportadores conservarían sus divisas sin venderlas esperando mejores precios, y los compradores de divisas, se apurarían a adquirirlas antes de que suban. Es decir, funcionaría el mercado. Palabra que como sabemos no existe en el vocabulario de ambas presidentas, la del Banco Central y la de la República Argentina.

Héctor Blas Trillo
Informador Público
 
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