Alemania La reunificación contra el euro

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La reunificación contra el euro



"Si renuncias al marco, te ayudo a reunificar Alemania..."



¿Fue el abandono del marco el precio a pagar para la reunificación, que se conmemora su vigésimo aniversario el 3 de octubre? Según documentos confidenciales a los que ha tenido acceso Spiegel, Francia deseaba que la unión monetaria se realizara con la mayor rapidez posible.



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En 1989, en el momento mismo en que caía el muro de Berlín, tenían lugar negociaciones secretas entre París y Bonn a propósito de la unión monetaria europea. ¿Es posible que los alemanes sacrificaran su marco a cambio de la reunificación?, se pregunta el Spiegel, que ha tenido acceso a documentos confidenciales.

El padre de la unificación alemana está indignado. Wolfgang Schäuble, ministro del Interior en el Ejecutivo de Helmut Kohl y principal negociador del tratado de la unificación, no encuentra palabras lo bastante duras para expresar su descontento. Tiene en las manos un libro de Peer Steinbrück, antiguo dirigente del SPD. ¿Qué es lo que pone nervioso a Schäuble? Una pequeña frase en el segundo capítulo, bien escondida dentro de una extensa exposición acerca del “toro cojo” europeo. “El abandono del marco alemán a cambio de un euro estable fue una de las concesiones que contribuyeron a abrir la vía de la reunificación alemana.”
No se trata únicamente de una disputa política, sino de un juicio histórico acerca de los principales proyectos del gobierno federal durante las últimas décadas. Si se confirmara la versión francesa de los hechos, la información no sólo arrojaría algunas sombras sobre las celebraciones nacionales alemanas.
El euro también podría verse afectado, un euro que no pasa por sus mejores momentos después del plan de rescate de Grecia. Algunos críticos, como el viejo canciller Gerhard Schröder, ya habían calificado al euro de “hijo prematuro de salud frágil”. Ahora podrían decir incluso que la moneda europea les fue prácticamente impuesta a los alemanes.
La amenaza del aislamiento


Los documentos de los archivos del ministerio de Asuntos Exteriores a los que ha tenido acceso el Spiegel, hasta ahora confidenciales, muestran que la situación era mucho más compleja de lo que se pensaba hasta el momento. Existía el riesgo de que se formara una vasta alianza en la Europa Occidental contra la reunificación alemana, y la pareja franco-alemana estuvo cerca de la ruptura. Mitterrand le expresó claramente al gobierno de Bonn que podría volver a encontrarse muy aislado en el continente, “como en 1913”.

Hasta que los acontecimientos se precipitaron a finales del año 1989, el debate acerca de la moneda única seguía el ritmo habitual en Bruselas, lento y laborioso. Toda tentativa chocaba con los intereses contradictorios de los países inflacionistas del sur por un lado y sus socios rigoristas de Alemania y Holanda por el otro. Los franceses sufrían en especial las consecuencias del sistema monetario en vigor, que percibían como un modelo de dos velocidades que les desfavorecía. “La bomba atómica es a Francia lo que el marco alemán es a Alemania”, se decía en los pasillos del Elíseo.
Pero he aquí que de un día para otro volvió al primer plano de las preocupaciones internacionales una idea que incluso los negociadores de la época consideraban más utópica aún que la moneda única europea: la reunificación alemana. A finales del mes de noviembre de 1989, Helmut Kohl presenta su proyecto en diez puntos para una confederación alemana, con el fin de que “el pueblo alemán pueda escoger libremente si quiere recuperar su unidad”. Los socios occidentales no habían sido informados. ¿Acaso Kohl pretendía ir por libre con una Alemania reunificada? Cuando Mitterrand escucha la explicación de Kohl, experimenta “un ligero acceso de cólera de unas pocas horas”, observa su consejero en tono socarrón.
Un silencio glacial

Los acontecimientos que siguieron muestran hasta qué punto se sintió traicionado el presidente francés. El ministro alemán de Asuntos Extranjeros, Hans-Dietrich Genscher, fue convocado al Elíseo. El encuentro es memorable y muestra mejor que ningún otro documento clasificado hasta qué punto el apoyo de Mitterrand a la unidad alemana iba ligado a una concesión alemana sobre la unión monetaria. Mitterrand amenaza con imponer su veto a la reunificación de Alemania. Si lo hiciera, Bonn ya no se enfrentaría únicamente a la primera ministra británica, Margaret Thatcher.
El ministro alemán de Asuntos Exteriores se muestra entonces razonable y asume ante el presidente francés un compromiso nada desdeñable. “Es preciso adoptar una decisión en Estrasburgo acerca de la conferencia intergubernamental para preparar la unión monetaria y económica”, respondió Genscher. El 8 de diciembre de 1989, cuando Kohl y Genscher entran en la sala de conferencias de Estrasburgo, son acogidos por un silencio glacial. Sólo con grandes dificultades lograron arrancar a sus socios europeos el apoyo a la reunificación alemana. A cambio, se aprueba el borrador del calendario francés para la unión monetaria. No se habla de unión política.
Todo el mundo salió ganando

A continuación todo ocurre muy deprisa. Durante el verano de 1990, la RFA y la RDA firman el acuerdo de reunificación, y el 3 de octubre Europa acoge la nueva República Federal de Alemania. En diciembre, los jefes de Estado y de gobierno europeos se reúnen en Roma para poner en marcha la conferencia intergubernamental sobre la unión monetaria. Cuando los Estados miembros firman, en febrero de 1992, el tratado de Maastricht que prevé la introducción del Euro, Genscher experimenta una profunda satisfacción. “Para mí, esa decisión representaba el cumplimiento de mi promesa, hecha en ocasión de las negociaciones de la reunificación”, explica.
¿Es posible que el marco fuera el precio a pagar por la reunificación? No cabe duda de que el hundimiento de la RDA precipitó la entrada del proyecto europeo en una etapa decisiva de su historia. “Es probable que la unión monetaria europea no se hubiera llevado a cabo sin la reunificación alemana”, declara el antiguo director del Bundesbank Karl Otto Pöhl. Al final, la concesión resultó provechosa para los dos jefes de Estado. Al permitir que Alemania se reencontrara con su parte oriental, Mitterrand ayudó a Kohl a convertirse en el canciller de la reunificación. A cambio, Kohl prometió abandonar el marco alemán, lo que fue una de las mayores victorias de la presidencia de Mitterrand
 
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