¿Qué sectores liderarán un futuro ciclo de crecimiento?

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Servicio de Estudios de "la Caixa".– La construcción tuvo un papel determinante en el último ciclo expansivo de la economía española. Su intenso crecimiento no sólo elevó su peso en el PIB sino que al ser una actividad con un potente efecto de arrastre, generó fuertes sinergias de crecimiento en otros sectores de la economía. Una vez desencadenada la recesión, las tornas se han invertido, y el frenazo del inmobiliario repercute sobre el resto de sectores vinculados al mismo. Además, la crisis de la deuda soberana exige una retirada anticipada de los estímulos fiscales puestos en juego para frenar el desplome de la demanda, con lo cual las perspectivas de crecimiento de la demanda interior se han visto ensombrecidas. Sin embargo, la capacidad de recuperación de las economías emergentes (China, Brasil, India, etc.), junto con la salida de la recesión de Estados Unidos, han hecho que el sector exterior sea uno de los que más tiran de la demanda de buena parte de los países europeos.

Todas estas perturbaciones han sumido a la economía en una fase cíclica complicada pero en la cual se estima que lo peor va quedando atrás. En esta tesitura, una de las preguntas que más a menudo se formulan es la capacidad o potencial de crecimiento de la economía en la próxima etapa expansiva. Más concretamente, el interrogante se plantea sobre cuáles serán los sectores que «tiren» de la actividad, dando por descontado que el papel que en la fase anterior ejercieron la construcción y las actividades inmobiliarias no se va a repetir.

Responder a esta pregunta exige un análisis y un ejercicio de prospectiva que está más allá del alcance de estas líneas. Sin embargo, una forma de efectuar un primer tanteo del potencial de crecimiento a nivel de sectores y ramas de la actividad consiste en confeccionar una taxonomía de los mismos según sea el destino de sus ventas. El criterio para efectuar la división parte de un escenario futuro a medio plazo definido de acuerdo con los parámetros mencionados más arriba, es decir, la construcción y el inmobiliario seguirán deprimidos, la demanda interior se recuperará lentamente y las mayores oportunidades de crecimiento se producirán en los mercados de exportación, preferentemente hacia países no Unión Europea. En este sentido, distinguimos cinco grupos de sectores, partiendo de la información disponible de las tablas input-output para la economía española que elabora el Instituto Nacional de Estadística. Este instrumento estadístico relaciona la oferta total de bienes y servicios de una economía, distinguiendo entre producción e importación, con el destino de los mismos, diferenciando entre consumos intermedios y demanda final, y a su vez dividiendo ésta entre sus distintos componentes, es decir, consumo final, formación de capital, exportaciones... Esta información permite aflorar las relaciones intersectoriales y es de gran utilidad para entender la estructura de producción y demanda de una economía.

De acuerdo con los criterios descritos, el primer grupo está formado por los sectores más orientados a la exportación y menos dependientes de las actividades de construcción, por lo que sería el mejor posicionado, y cuyo peso en el conjunto del valor añadido sería de algo más del 17% (los datos corresponden a 2005, última tabla input-output disponible). Encontramos aquí sectores importantes de la economía española como el químico, la agricultura y ganadería, la fabricación de automóviles, la fabricación de maquinaria y equipo mecánico, el textil, confección y calzado y el equipo electrónico, informático y material de oficina.

En segundo lugar definimos un grupo formado por sectores poco o nada dependientes de la construcción y escasamente orientados a la exportación, si bien buena parte de los mismos presentan un potencial de crecimiento de sus exportaciones. Constituyen también algo más del 27% del valor añadido total y el más importante es el que agrupa las actividades de la industria de la alimentación, bebidas y tabaco. También encontramos aquí los servicios a las empresas, el comercio mayorista y la distribución de combustibles, edición y artes gráficas, muebles, intermediación financiera y seguros, etc.

El tercer grupo lo constituyen los sectores muy dependientes de la construcción pero también orientados a la exportación, circunstancia que les debería permitir compensar por lo menos en parte el ajuste inmobiliario. Se trata de la metalurgia, la maquinaria y material eléctrico y la cerámica y vidrio. Es el menor de los grupos, ya que apenas alcanza el 2% del valor añadido.

En cuarto lugar estarían las actividades directa o indirectamente muy vinculadas a la construcción y al inmobiliario y poco orientadas a la exportación, que serían las peor posicionadas. El grupo abarca, además de estos dos, la fabricación de productos metálicos, el cemento, la cal y yeso, la madera y corcho y el reciclaje. Constituye el 25% del valor añadido del año 2005, año de auge de estas actividades, por lo que tras el ajuste registrado hasta ahora su peso habrá disminuido apreciablemente.

Por último, definimos un grupo formado por los servicios ofrecidos por las administraciones públicas o aquellos servicios de mercado no exportables, como el servicio doméstico o los servicios a las personas, que pondera cerca del 30% en el total de la economía.

Esta clasificación permite verificar el hecho de que el ajuste inmobiliario, cuyos efectos en términos de crecimiento son ciertamente relevantes, tiene un alcance limitado, ya que unas tres cuartas partes de la economía tiene reducidos vínculos directos e indirectos con la construcción. En cambio, el núcleo exportador de la economía tiene un peso importante, que si bien no va a compensar la caída de las actividades inmobiliarias sí tiene capacidad de arrastre sobre buena parte del resto de sectores de mercado, y además podría verse reforzado por otras actividades con un potencial exportador poco explotado. Cabe destacar que dentro de este núcleo encontramos sectores industriales tradicionales que no suelen tenerse en cuenta cuando se debate sobre «sectores de futuro» (automoción, textil, química, alimentación, etc.), pero cuya capacidad vertebradora del crecimiento y de generación de empleo obliga a incluirlos en una estrategia de desarrollo. La clave está en que los sectores con potencial de crecimiento encuentren un entorno regulatorio, financiero y fiscal adecuado y que sean capaces de afrontar la dura competencia internacional, orientándose hacia las actividades en las que maximicen sus beneficios y su crecimiento.
 
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