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Ley del mínimo esfuerzo

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tumbarseSi es que no siempre estamos con las pilas igual de cargadas. Hay veces que estamos al 100% con una tarea y otras que es francamente imposible ponernos a hacer incluso la tarea más fácil. ¿Pero qué es lo que nos hace estar más vagos o más motivados?

Según publican en La Vanguardia, la respuesta se halla en nuestro cerebro y, en concreto, en un neurotransmisor, la dopamina. Se solía decir que era la encargada de poner en marcha nuestro circuito de recompensas. Sin embargo, era un error. Investigaciones recientes, han descubierto que del placer se encargan otras sustancias, como la serotonina. Y que la dopamina es la encargada de darnos el empujoncito que necesitamos para entrar en acción.

Michael Treadway, un psiquiatra investigador de la Harvard Medical School (EE.UU.) realizó un experimento con 25 voluntarios de edades comprendidas entre los 18 y los 29 años, a los que les propuso realizar unas acciones a cambio de una recompensa económica. Cuando era algo muy fácil, les reportaba un dólar (unos 70 céntimos) y cuando era algo más difícil, 4 (casi 3 euros). En cada ocasión, los psicólogos que conducían el experimento les decían si tenían una probabilidad alta, media o baja de obtener una recompensa.

Cada tarea, que consistía en apretar unos botones, duraba unos 30 segundos y debían repetirlas una y otra vez durante 20 minutos. Mientras, se iban tomando imágenes de la actividad de sus cerebros que les permitía medir la actividad de la dopamina por todo el córtex cerebral. Las conclusiones a las que llegaron fueron que los estudiantes que tenían más cantidad de dopamina en el estriado izquierdo (relacionado con el movimiento corporal) y en el córtex prefrontal ventromedial (implicado en la toma de decisiones) tenían más tendencia a trabajar más a cambio de grandes recompensas e incluso cuando la posibilidad de ganar dinero era muy baja, conseguían mantenerse motivados y seguir participando. En cambio, vieron que en aquellas personas que se daban antes por vencidas, con menos tendencia al esfuerzo, había más dopamina en la ínsula interior, una zona cuya función exacta no está muy clara pero que al menos en este caso parece que responde a los costes o al dolor de tener que sufrir en una tarea desagradable. Una ínsula más excitada, al parecer, nos hace más vagos.

¿Culpamos entonces de nuestra vagancia a la dopamina??? que no, que no. Es cierto que existe cierta predisposición genética: personas que nacen con menos dopamina y puede que eso explique por qué tienen una actitud más relajada en la vida. Pero existen formas de combatir la pereza. Para empezar, buscando nuestros propios estímulos que hagan decantar la balanza de costes-beneficios hacia los beneficios: desde la satisfacción de un trabajo bien hecho hasta los elogios del jefe o, también, evitar una bronca. 

El estudio “Aversión al esfuerzo: opciones de trabajo y su compensación, sobrepasadas por el esfuerzo”, realizado por el profesor de Marketing de Duke University Fuqua School of Business, Peter Ubel, y el profesor asistente de Stirling University, David Comerford, demuestra la animadversión que existe por parte de la gente a realizar esfuerzos extra en su trabajo sin percibir una compensación económica a cambio.

Esta tendencia hace referencia a que, cada vez más, la gente decide aceptar trabajos que conllevan menor responsabilidad frente a aquellos que implican un esfuerzo extra al pensar que no se les va a remunerar lo suficiente por ello. “Hemos descubierto que incluso cuando un trabajo que requiere esfuerzo es más interesante y divertido que uno que no lo requiere, la gente prefiere borrarse del mercado laboral porque piensan que ese esfuerzo debe estar remunerado”.

La gente comienza a conformarse con un trabajo cómodo, estable, que no le resulte muy complicado ni cansado, en el que no tenga que destacar ni sobresalir por encima del resto y por el cual le paguen una cifra razonable. Cada vez son menos los que se atreven a desempeñar funciones más arriesgadas o que suponen un esfuerzo extra ya que les compensa cobrar algo menos pero no tener que demostrar sus cualidades. ¿Para qué esforzarse pudiendo vivir tranquilamente?

¿Estás dentro de este grupo o eres de los que prefieren esforzarse un poco más?

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