La forma de buscar un préstamo personal o hipotecario cambió sustancialmente a partir del 2008, año en que aparecieron los comparadores tipo Bankimia (hoy Credimarket), iAhorro.com o Helpmycash. De depender de un préstamo con las condiciones que nos imponía “nuestro” banco, con un margen de negociación mínimo de la mayoría de consumidores financieros, pasamos a disponer de comparadores online que nos permitían encontrar diferentes opciones y filtrarlas según diferentes criterios. Al reducirse la asimetría informativa, aumentaba el poder de negociación de los prestatarios.
Desgraciadamente la tecnología utilizada por buena parte de comparadores españoles, en lugar de mejorar, ha menguado. En lugar de invertir en algoritmos cada vez más inteligentes, capaces de funcionar como roboadvisors de comparación, han ido limitando tanto el número de productos comparados (y la información financiera y análisis de sus fichas) como las herramientas a disposición del usuario, por motivos comerciales y de rentabilidad, básicamente. El caso extremo lo encontramos en un comparador que para la reforma de una vivienda me sugiere como primera opción el préstamo Monedo al 132% TAE.
Como pequeña cuña comercial y por amistad con uno de nuestros colaboradores habituales, os comento que (Pau A. Montserrat) ha ayudado a crear el primer comparador fintech de nuestro país (Enfintech.com), con la intención de desarrollar herramientas comparativas que sean capaces de personalizar los resultados de préstamos fintech adaptados al perfil y necesidades del cliente y aportar la educación tecnofinanciera imprescindible para que un usuario sepa elegir entre una variedad de productos de crédito nueva. Tecnología cada vez más inteligente, para llegar a conseguir que la comparativa aporte un alto valor añadido al usuario. (Fin de la cuña comercial, Pau, me debes una.)
Los portales y aplicaciones para comparar productos y servicios han llegado para quedarse, ya que son útiles para el consumidor. Sin embargo, tanto por la necesidad de que los comparadores inviertan más y mejor en tecnología que verdaderamente compare de forma personalizada, como por la dificultad de obtener de las entidades financieras y tecnofinancieras información de sus créditos por tipo de cliente y a tiempo real, queda un largo camino de mejoras en el sector.
Las opciones de particulares y empresas se multiplica con la llegada de plataformas fintech de préstamo personal, con productos de variada naturaleza y condiciones financieras. Podemos pedir dinero a un banco, como siempre. Pero, además, podemos complementar o sustituir nuestras fuentes de financiación con operadores tecnofinancieros. A la espera de que alguno de los colosos financieros como Google, Facebook, Amazon o Apple se decidan a actuar plenamente como bancos, las opciones fintech para pedir dinero son:
- Empresas de préstamo directo, conocidas como fintech de lending. Un sector aún en pañales, si tenemos en cuenta que la oferta de este tipo de créditos es muy cara y la tecnología utilizada no parece ser precisamente revolucionaria, en cuanto al análisis de riesgo. Pensemos que empresas como Monedo o Creditea ofrecen dinero a un coste mínimo del 34,5% y 79,4% TAE respectivamente; no hace falta mucha tecnología de análisis de riesgo para ofrecer tipos usuarios. Espero y deseo que en un futuro cercano empiecen a ofrecerse préstamos personales directos que verdaderamente compitan con la banca.
- Préstamos crowdfunding o crowdlending. En puridad es el vehículo de crédito al que podemos llamar fintech: una multitud de inversores prestan en grupo su dinero a un único prestamista, que se compromete a devolverlo pagando las comisiones e intereses pactados. Solo las plataformas de financiación participativa registradas en la CNMV pueden administrar este tipo de préstamos. De momento hay más plataformas que gestionan préstamos crowdfunding a empresas que a particulares, si bien podemos mencionar a Excelend, o Socilen como empresas de crowdlending para particulares, con préstamos que van desde un competitivo 4,83% TAE a un coste de tarjeta de crédito, del 21,89% TAE, en el caso de Excelend, y de entre el 4,68% al 26,79% TAE en Socilen.
A día de hoy solo las compañías de crowdlending suponen una competencia real a la banca, con una oferta más orientada a las empresas que a los particulares.
¿Cómo serán los préstamos del futuro?
Imaginemos que el Banco Google se decidiera a ofrecer préstamos al público en general. Si actuara de forma similar a los bancos tradicionales, montaría una web, en la que podríamos solicitar dinero, enviando la documentación escaneada para que un departamento de análisis de riesgo decidiera si somos clientes aptos. De aprobarse, nos ingresaría el dinero en la cuenta corriente elegida.
Puede que un banco tecnológico inicie su andadura de una forma similar a la mencionada, para no soliviantar a un vetusto Banco de España y la regulación del sector. Sin embargo, estas compañías pueden revolucionar la concesión de préstamos con la información que manejan y su capacidad de exprimirla. Los tiempos en que se ofrecía un tipo de interés igual a la mayoría de clientes habrán acabado: daremos acceso al banco fintech a nuestras cuentas, sus robots averiguaron pautas de gasto e ingresos que ni nosotros conocemos, nuestra psicología se revelará analizando nuestro comportamiento en la web y redes sociales, cada deuda que paguemos será un punto a nuestro favor más (un registro de solvencia positiva online). En un minuto tendremos un préstamo con un tipo de interés personalizado y sin necesidad de que humano alguno intervenga en el proceso. Y los usuarios y comparadores de préstamos fintech tendremos acceso a todos los datos financieros a tiempo real, para que los clientes sepan el tipo casi exacto que pueden obtener en base a su perfil y necesidades. En cuanto a los clientes con problemas de pago, se instrumentarán cláusulas que permitan reconducir de forma automática la situación: los bancos fintech no tienen incentivos para embargar a los prestatarios, sino para comprar sus almas crediticias, para tener un cliente fiel de por vida.
El préstamo fintech del futuro premiará a los buenos pagadores, será casi automático y con una morosidad mínima. En otras palabras, tendremos robots prestamistas que aprenderán a tiempo real como conceder préstamos responsables ya que, a fin de cuentas, los objetivos de los bancos y sus clientes no deberían ser tan divergentes: el banco fintech quiere cobrar según el riesgo que asume con nosotros, y nosotros pagar lo mínimo posible. Y con un buen análisis de la información ambos objetivos convergen.