Supongo que conoces el cuento de Blancanives: La Reina quiere ser la más hermosa del lugar, pero el espejo mágico le dice que la más hermosa es Blancanieves, así que decide deshacerse de ella. Para ello la va a visitar con un una cesta en la que hay un montón de manzanas. Blancanieves elige la que le parece más bonita y brillante, pero resulta ser la manzana envenenada.
En nuestro entorno laboral también hay un montón de personas, pero por desgracia, casi siempre nos encontramos con esa persona que es la manzana envenenada. Es ese compañero tóxico con el que tenemos que lidiar día a día.
Nos podemos encontrar con muchos tipos de manzanas envenenadas:
Los negativos. Ven el mundo a través de lentes oscuras. Son los reyes del “sí, pero…” Nunca ven oportunidades, sólo problemas y son expertos en contagiar su negatividad al resto del grupo. Su actitud retrasa la puesta en marcha de los proyectos y, además, hay que elevarles el ánimo.
Los sabelotodo. Si tienes un sabelotodo a tu alrededor cuida muy mucho los comentarios que haces. Si se te ocurre por ejemplo comentar un artículo que leíste en voz alta, el sabelotodo caerá sobre ti y te soltará una soflama sobre él (o un compañero que tuvo en un trabajo anterior) al que le pasó eso. Da igual lo que sea “eso”. Si hablas de la congelación de las tuberías del transiberiano, el sabelotodo tendrá un conocido que trabajó allí.
El sabelotodo va a decir lo que tenga que decir, pase lo que pase, por lo que la estrategia correcta frente a él es no darle pie. No caigas en un error de principiante frente a un sabelotodo como es discutir con él. Por mucho que domines del tema y te des cuenta de que él no tiene ni idea debes tragarte tu orgullo y seguir a lo tuyo o entrarás es una espiral sin fin.
Los quejicas. Se pasan la vida lamentándose por todo, pero no hacen nada para cambiar la situación. En realidad, esta persona sólo quiere quejarse, porque esto le produce un alivio momentáneo. Están al acecho para encontrar un interlocutor sobre el que descargar su retahíla de lamentaciones, cosa que deja al susodicho destrozado.