Uno de los aspectos que más llaman la atención sobre el Bitcoin es la identidad de su creador, su seudónimo es Satoshi Nakamoto que para los amantes de la teoría de la conspiración es la unión de las siguientes empresas: Samsung, Toshiba, Nakamichi y Motorola.
Independientemente de su creador, de si hay o no una burbuja sobre su valor, de si se utiliza en la “deep web” para vender droga y contratar asesinos o de cualquier rumor (generalmente malo) que podáis haber oído sobre esta criptomoneda lo cierto es que la tecnología que hay detrás es muy buena y sea quien sea Satoshi Nakamoto, hizo un gran trabajo, tanto que muchos no se creen que lo haya podido hacer una sola persona.
Tan bueno es, que el sistema financiero internacional está intentando replicar parte de su funcionamiento para ahorrarse miles de millones. Es la palabra de moda en la tecnología bancaria, el blockchain. En El Economista escribieron hace cuatro meses un artículo titulado “El año del blockchain” y realmente están en lo cierto.
Imaginemos que tu haces una transferencia a un amigo. ¿Quién ha verificado que el comprador disponía de esa cantidad de moneda, que ha renunciado a ella, y que el vendedor la ha recibido? Con esta tecnología es muy sencillo y barato.
En el sistema financiero siempre había uno o varios intermediarios: el banco, la emisora de la tarjeta de crédito…
Pero cuando uno paga con bitcoins, ese intermediario que verifica la operación no existe. O mejor dicho, no es uno sólo, sino decenas de miles de personas a la vez.
Ahí entra en juego la blockchain: un gigantesco fichero de datos que anota todas y cada una de las operaciones que se realizan y cuya administración se realiza por todos los ordenadores que están conectados al sistema. Es lo que los informáticos llaman “red distribuida”, y si ha compartido usted ficheros mediante BitTorrent, ya conoce un buen ejemplo de una de estas redes.
El nombre proviene, simplemente, de la división de las transacciones en bloques. Cada transacción se lanza al sistema, y todos los participantes trabajan conjuntamente para verificar que puede realizarse. Una vez aprobado el pago, el bloque que lo contiene se añade a una cadena donde quedan registradas todas y cada una de las operaciones, y el vendedor recibe su cantidad.
El problema de un sistema así sería que, si miles participan en la verificación de una compraventa, miles podrían saber quién ha comprado qué. Y ahí es donde entra el juego la criptografía, que además de hacer anónima la transacción, la protege contra terceros que quieran introducir datos falsos en la blockchain: el sistema distribuido comprueba continua y matemáticamente que todo está en orden.
Realmente no sé si os interesa conocer más a fondo el funcionamiento del blockchain al igual que generalmente tampoco nos interesan conocer los que hay detrás de cada transferencia bancaria, lo que realmente nos interesa es saber en qué te afecta.
Por un lado será beneficioso para los bancos, de media el coste de verificar las negociaciones en el sector financiero asciende a 80.000 millones de dólares anuales. Y tal y como ha demostrado esta crisis, si a la banca le va bien a ti no te irá mucho peor (o dicho al revés, lo que es malo para la banca lo acabas pagando tu). Pero tiene otras implicaciones y es que se podrán hacer pagos de una manera más barata y rápida, con lo cual se haría viable aquello de pagar el pan con tarjeta (o móvil) o incluso donarme un centimillo de euro por escribir este artículo tan bueno.
El pasado Miércoles se dio a conocer una noticia que pasó bastante inadvertida pero podría ser el avance más significativo de la banca en décadas y es que el Santander y otros bancos promoverán el uso del dinero digital entre entidades
Banco Santander se ha unido a UBS, BNY Mellon, Deutsche Bank, el operador de mercado ICAP y a la startup Clearmatics para investigar y promover el uso del dinero digital entre instituciones financieras y con los bancos centrales en el proyecto bautizado como ‘Utility Settlement Coin’ (USC).
Eeste sistema tiene como objetivo facilitar pagos y liquidaciones de forma “eficiente, rápida y segura”. La entidad precisa que lo “innovador” de este proyecto es el uso de la tecnología ‘blockchain’ en la que se basan criptomonedas como bitcoin “para presentar y permitir la transaccionalidad de activos reales como euros o dólares”.
De este modo, USC sería una ‘moneda’ que existe en un registro contable distribuido, es decir, en un ‘blockchain’. “Este registro contable lo comparten un gran número de entidades financieras, razón por la que es tan seguro y representa digitalmente dinero respaldado por un activo real”.
De momento la nota de prensa esta llena de “serían”, “podrían” y demás condicionales pero toda revolución tiene su comienzo y éste parece uno bueno.
El bitcoin ha demostrado ser una moneda que funciona pese a su falto de respaldo oficial y la poca confianza que genera entre los que no son sus usuarios, algo que un un sistema como el USC podría llegar a alcanzar alegrando así los balances de los bancos y alejando un poco más su rescate de nuestro bolsillo.