Cada uno tenemos nuestras filias y nuestras fobias y eso vale para todo, desde la gastronomía a las relaciones personales pasando, cómo no, por la política. Y a veces en esas elecciones no hay demasiada racionalidad: igual que nadie sabe por qué le gusta comer una cosa y no otra, muchas veces no encuentra la razón de por qué cierto político le inspira simpatía o confianza y por qué otro no. Por eso conviene tanto atenerse a los hechos. Por ejemplo, Tsipras tiene según las encuestas un enorme apoyo popular en su país y para muchos europeos es un personaje con muy buena imagen, algo que comparte con su ministro de finanzas Varoufakis. Sin embargo, analicemos los hechos: Syriza ganó unas elecciones con un listado de promesas que suponían mayor gasto público y cuando en la campaña electoral algún periodista preguntaba cómo iban a conseguir esos fondos, Tsiripas contestaba que lo conseguirían de la UE, que ellos iban a negociar unas mejores condiciones de las existentes. Es decir, la base de sus promesas era que la UE financiaría y haberlo dado por hecho fue responsabilidad suya. Y por supuesto aquí no hay inocentes, la UE tiene mucha culpa en todo esto (y la he criticado por ello aquí desde que empezó sus rescates en 2010, no como otros críticos mucho más recientes) pero mirándolo fríamente, lo que es evidente es que nadie tiene obligación de prestar dinero a nadie, lo hace si quiere y Tsipras sabe –aunque debería haberlo sospechado desde mucho antes- desde el primer €grupo post-elecciones griegas la posición de la UE. Todos los gobiernos –elegidos democráticamente por los europeos- se han opuesto a las pretensiones del nuevo gobierno griego. Los hechos pues son los siguientes: con un exceso de confianza (o mintiendo a sabiendas, que cada uno piense lo que quiera), Syriza prometió a sus votantes que podría conseguir financiación de la UE para su programa electoral y hace meses que sabe que eso no pasará. ¿Qué ha hecho en todo este tiempo además de echar la culpa al exterior de todo lo que pasa dentro de Grecia? Pues ignorar que el país ha dejado de crecer, que el paro ha vuelto a subir y que los bancos se están vaciando con medidas populistas poco racionales como reabrir la radio televisión pública (la publicidad como prioridad, ya se sabe) y trampas dialécticas como –según su última propuesta- mantener las pensiones pero subiendo los impuestos a esos mismos pensionistas.
Repito, aquí no hay nadie inocente pero como jefe de gobierno Tsipras es el máximo responsable del deterioro económico (y social, porque sin dinero pocas medidas sociales serán viables) del país. Y puede caernos bien o caernos mal pero pocos gobiernos han tenido en tan poco tiempo –ganó las elecciones en enero- un balance tan malo. Algo similar ocurre en España, a mi Rajoy (que como Tsipras también subió el IVA después de prometer no hacerlo) no me gusta: a mi juicio es un mentiroso, un cobarde, un amparador de corruptos, no me gusta la ideología de su partido y ha perdido una ocasión única con su mayoría absoluta de cambiar muchas cosas (empezando por la Constitución) en este país. Tampoco me han gustado muchas de sus decisiones económicas pero no seamos ingenuos, si un gobierno del PSOE, de IU, de Ciudadanos, de Podemos… del que sea, tuviera los datos económicos actuales y sobre todo la tendencia de dichas cifras, sacaría pecho y presumiría de la recuperación económica exactamente igual que está haciendo el PP. Igualmente, si el PP estuviera en la oposición estaría criticando, como hoy lo hacen los demás, la poca solidez de los datos e insistiría en todo lo malo que aún no se ha arreglado. Así es por desgracia el juego político de estos mediocres a los que votamos pero por eso insisto en que a veces es mejor dejar nuestras fobias y filias a un lado y, al menos para juzgar con la máxima objetividad posible, recurrir a los fríos hechos.
Otro ejemplo: el FMI. Es una institución que no me cae bien y que resulta extremadamente contradictoria. Por un lado es una de las instituciones más políticamente intervencionistas del mundo, plena de burocracia y el brazo financiero de los estados más importantes del mundo. Sin embargo, las condiciones que exige para dar sus créditos y sus recomendaciones, incluso si no hay dinero por en medio, coinciden en bastantes facetas con las ideas liberales (no en todas porque suelen insistir en subir impuestos) que son por naturaleza poco intervencionistas. El caso es que sus análisis no suelen ser muy acertados pero como prestador de última instancia (ciertos estados recurren a él cuando no consiguen financiación por los métodos tradicionales o es muy cara) ha ayudado (sí, puede parecer sorprendente pero es así) a muchos países desde su creación: desde la propia China hasta Brasil pasando por México, Turquía, Rusia… países que hoy son potencias solventes lo son en parte gracias a que en momentos de desconfianza consiguieron fondos del FMI. Siempre se comenta de las historias que no son de éxito pero es que es normal que haya tantas ya que cuando se recurre al FMI (es decir, a perder parte de la soberanía financiera a cambio de tener un dinero que nadie más le presta) es porque la situación del país en cuestión es muy mala y está al borde de la quiebra.
Claro que podría funcionar mejor pero la otra opción es que cuando un país esté en problemas financieros puntuales (los programas del FMI no son sólo rescates, hay muchas líneas de crédito y hasta ayudas para emergencias naturales) sólo pueda conseguir financiación bien de inversores privados a tipos de usura o de créditos bilaterales de otro país a cambio de quién sabe qué contraprestaciones geopolíticas y territoriales. Lo más curioso es que cuando otra organización supranacional (y también política) como la Eurozona tuvo que actuar como prestador de última instancia para sus socios, fue tan dura y exigente como lo suele ser el FMI y eso que tuvo la ventaja de que sólo ha aplicado rescates y ayudas financieras -desde 2010- a países desarrollados europeos que en teoría tienen más capacidad de devolución que muchos africanos por ejemplo. Quizás por ello de momento, excepto con Grecia, los rescates en la Eurozona –copia de los realizados por el FMI- están “funcionando”. Repito lo que he dicho antes, yo estoy en contra de todos estos rescates y de la institución en sí y de su funcionamiento pero los hechos son los que son y al FMI lo buscan determinados países para conseguir financiación porque les interesa y el FMI, como cualquier prestador, como nuestro banco cuando le pedimos la hipoteca, pone sus condiciones y lo que es muy hipócrita es aceptar su dinero y luego criticarlo cuando toca devolvérselo. ¡Ya está bien de la incoherencia de echar las culpas a quien ha prestado en el pasado a la vez que se le piden nuevos créditos en el presente!.
En cuanto a la actualidad, de nuevo dominada por el culebrón griego. El lunes la percepción de una nueva patada para adelante que postergará la solución del problema una vez más (y llevamos más de 5 años con las mismas medicinas sin que mejore el enfermo), alegró a los mercados que respondieron con la mayor sesión de subidas bursátiles en 3 años asegurando con ello el positivo semanal y quizás –a saber en qué acaba la última propuesta- el mensual. Al fin y al cabo a ellos no les cuesta nada, son los europeos los que nos gastaremos el dinero en mantener este disparate un tiempo más. De hecho, además de los desembolsos actuales, una de las condiciones del remiendo (los nuevos fondos europeos, si llegan finalmente, se acabarán tras el verano) que ahora se discute deja claro que habrá en un futuro cercano una nueva reestructuración de la deuda griega y esta vez los mayores poseedores no son bancos privados sino instituciones públicas. En este cuadro (vía IESEG School of Management) está el dinero que nos estamos jugando los europeos y es lo que explica el por qué los gobiernos prefieren seguir postergando este tema y que no haya quiebra ni Grexit ya que de momento sólo están “perdidos” los créditos bilaterales, el riesgo de perder el resto definitivamente sólo se concretará si Grecia suspende pagos:
En cualquier caso, aunque parece que hay acuerdo, aún tienen que ratificarlo parlamentos tan complicados como el alemán o el griego, en el que Syriza, al ser una coalición, puede que tenga problemas en conseguir la aprobación del ala más izquierdista ya que Tsipras ha acabado cruzando alguna de las líneas rojas que él mismo se había propuesto no traspasar. Seguramente, ¡qué ironía!, salga adelante con apoyos de la oposición.
Links.
- Financial Expansion: Contrasting Effects on Growth
- World Wealth Report 2015
- Grecia, Argentina, y la trampa del ingreso medio by Andrés Velasco
- En qué se gastan los hogares españoles el dinero
- El rescate encubierto a Caixabank gracias a Banco Valencia
- Los siete irrelevantes by Joschka Fischer
- BP Statistical Review of World Energy – Junio 2015
- 2015 Internet Trends