“Los negocios de Bruselas. Como se gestiona Europa” es un documental –no precisamente ameno y un tanto deslavazado- austriaco-belga elaborado hace un par de años y que es revelador acerca de algo que es a la vez tan importante para nosotros -el 80% de las normativas que afectan a la vida cotidiana de los europeos se decide en Bruselas- como desconocido para el gran público. El proceso de adopción de decisiones en Bruselas es el siguiente: la Comisión europea estudia una norma legislativa nueva (o un remiendo de alguna anterior) pero como un legislador no puede ser un entendido en todas las materias confía en expertos pero estos expertos pueden no ser objetivos porque están financiados por empresas. Son los lobbistas. Los lobbies son grupos de presión -la mayoría pertenecientes a grandes multinacionales- y en Bruselas hay tantos que la única ciudad del mundo donde hay más es Washington.
En el documental dan voz a un lobista que defiende su trabajo como “una forma de hacer contactos” sobre todo entre las “100 personas clave”. Defiende que todas las multinacionales de todos los países quieren “abrir mercado” y su trabajo ayuda a ello. A su juicio la opinión de las empresas tiene más valor que la que puedan obtener los políticos y pone como ejemplo los EUA donde los “actores económicos” son los que “informan” a los políticos de las “necesidades” del país. El documental abunda en ejemplos concretos: por ejemplo, grandes obras de infraestructura europeas (como el mismísimo Eurotunnel) han sido planificadas con informes que han sido elaborados por las mismas empresas adjudicatarias de las obras. No obstante, los medios no se han hecho demasiado eco de las denuncias de grupos de activistas sobre estos hechos tan inauditos que demuestran el enorme poder que las multinacionales ejercen sobre las decisiones políticas de la UE. El documental incluso especula sobre que ya hace 30 años las grandes empresas lanzaron un ultimátum a los políticos europeos : “o mercado único en Europa o menores inversiones”.
La pregunta que deja en el aire, a mi juicio, el documental es: ¿Es la UE un proyecto político o esa es la excusa y la intención primera es que sea un proyecto empresarial? Si la respuesta es lo segundo, podría justificar el rechazo cada vez mayor que la UE –y su segunda fase, la Eurozona- provoca entre los europeos. Pienso que, se crean o no las teorías del documental, este es un tema de actualidad ya que ¿es coincidencia que la máxima autoridad teórica europea –Juncker- sea alguien que en su día benefició fiscalmente a grandes empresas cuando era primer ministro de Luxemburgo o podría haber alguna relación entre su ascenso político y el poder de influencia que esas mismas empresas tienen en el Parlamento Europeo? Ahí lo dejo…
Cada día que pasa es más evidente la desconexión entre las instituciones comunitarias y el ciudadano europeo y la imposibilidad de que eso cambie mientras sean los gobiernos de cada país los que tengan siempre la última palabra. Nadie puede gobernar pensando en el largo plazo puesto que con cada nueva elección en cada estado miembro –aunque éste sea pequeño- podría cambiarse lo acordado (como hemos visto en el caso de Grecia aunque esta vez por sus difíciles circunstancias y su falta de apoyos apenas han podido trastocar nada) y dado que eso no va a variar puesto que el sentimiento nacionalista –y no el paneuropeísta- es el imperante, el poder ejecutivo europeo no existe. Sí existe el legislativo –con todas las dudas que hemos visto sobre la influencia de los lobbies en los parlamentarios- pero los fondos para aplicar dichas leyes vuelven a depender de gobiernos y no de todos sino generalmente de los que más aportan; es decir, el déficit democrático es claro.
Los párrafos anteriores vienen a que los problemas más actuales de Grecia e incluso de Ucrania puede que tengan raíces mucho más profundas que la UE pero su influencia sobre nuestra vida cotidiana sí que está relacionado con lo mal que está gestionada –y estructurada- tanto la UE como la Eurozona. Sin embargo, a nivel inversor está de moda gracias a BCE. Una vez más, el divorcio entre los mercados financieros y la realidad económica se hace evidente.