Soy un lector casi compulsivo y por eso doy las gracias a todos los científicos que inventaron internet y a todos los emprendedores que lo popularizaron así como a todas las personas que suben contenidos de interés. Por desgracia, hay tanto y el tiempo es tan limitado, que se hace imprescindible hacer cribas continuas: por temas, por fuentes, por autores, por recomendaciones… Y al cabo de un tiempo, todos tenemos nuestros “fijos”. En concreto en el ámbito de la economía yo tengo una lista que ha variado mucho a lo largo de estos años pero en los que hay algunos que no cambio. Uno de los grupos de articulistas que me gustan son aquellos que saben de lo que hablan, que no dicen lo mismo que la mayoría y que además van más allá de lo inmediato. Si además, opinan como yo o me convencen de opinar como ellos, miel sobre hojuelas.
Este es el caso de Thomas M. Hoenig, vicepresidente de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC) norteamericana del que ya comenté un discurso suyo o Simon Johnson, ex economista jefe del FMI. Ambos son personas muy bien informadas y que creen, como yo, que el sistema financiero mundial es demasiado frágil y que debería reformarse con urgencia. Tras la última crisis, de hecho, pienso que lo raro es no pensarlo y sin embargo, y a pesar del prestigio de ambos, sus opiniones no son las mayoritarias. El último artículo de S. Johnson que he leído más claro no puede ser (traducción libre, la fuente original aquí):
Aunque la Fed fue en parte responsable de las fallas regulatorias que llevaron al casi colapso de la economía mundial en el período 2008-2009, la reforma posterior a la crisis le ha dado aún mayor autoridad y más responsabilidad de la supervisión del sistema financiero
¿Cómo no estar de acuerdo con ello? Han premiado a una organización que se equivocó en valorar la situación económica. Si Greenspan y su mano derecha, Bernanke, no supieron ver la última crisis, ¿qué ha cambiado en la FED para que el nuevo consejo presidido por Yellen nos vacune contra la próxima?
La Fed no se ha movido con celeridad para aplicar íntegramente las disposiciones clave de la reforma financiera Dodd-Frank , que se aprobaron en 2010. Por ejemplo, la legislación Dodd-Frank especifica que todas las grandes instituciones financieras deben elaborar detallados “testamentos en vida“, básicamente un plan para que si un banco llega a la insolvencia, pueda asumir una quiebra rápida y ordenada sin la necesidad de pedir rescates al gobierno. La creación de tales “testamentos en vida” no es una opción; es un requisito legal.
Según él, esta cuestión no se ha tomado con la suficiente seriedad y da por hecho que ante una nueva crisis volverá a ocurrir lo mismo ya que
No hay suficiente capital para absorber pérdidas en las grandes instituciones financieras complejas, y la estructura de financiación de grandes holdings bancarios sigue siendo precaria
Critica el optimismo infundado de la FED citando un dato demoledor:
El Índice de Capital Mundial construido por Thomas Hoenig, vicepresidente de la FDIC, indica que los mayores bancos de Estados Unidos siguen estando al 95% financiados con deuda.
Por si todo esto no fuera suficiente, hace unos semanas leí sobre la economista Anat Admati que dice lo mismo:
¿Por qué los bancos, incluso bajo las nuevas reglas posteriores a la crisis, hacen negocios con el 95% del dinero prestado cuando a ninguna otra empresa se le permitiría eso?
Con razón el New York Times le dedicó un artículo titulado: “Cuando ella habla, los bancos tiemblan” y es que propone que se reforme la forma de financiarse que tienen los bancos. Cree que habría que limitar la dependencia de fondos ajenos y para ello obligaría a la banca a capitalizarse mucho mejor. Por ejemplo, propone que el capital de la gran banca USA provenga en mayor medida de sus accionistas multiplicando por 6 (del 5% actual al 30%) la aportación de éstos.
Y ya tenía preparado el artículo cuando la semana pasada pude leer a este cargo del Banco de Abu Dhabi (dejando claro que las opiniones son suyas y no las del banco) que no conocía de nada y que dice –entre otras cosas- lo siguiente en este texto: La correcta ponderación del riesgo hipotecario by Amit Tyagi:
Supongamos, por ejemplo, que un banco otorga un préstamo de 200.000 dólares para comprar una casa que vale 235.000 dólares. Si el banco le asigna una ponderación de riesgo de 10%, el equivalente ponderado es 20.000 dólares. Si para proteger ese equivalente el banco necesita un 10% de capital propio, entonces puede financiar la hipoteca con dos mil dólares propios y pedir prestados los otros 198.000.
Por lo que añade:
El problema es que en tanto los bancos no tengan mucho capital propio en juego, seguirán prestando a lo grande
Y mientras, nuestros políticos le piden a la banca que preste más aumentando el riesgo…
En resumen, gente preparada que, sin ser apocalípticos y sin alarmismos, simplemente con argumentos y datos, advierten de lo frágil que resulta un sistema financiero que está basado en exceso en deuda, en fondos ajenos que, como ya se demostró en 2008, como vienen se van. En la próxima crisis, cuando el gobierno de turno se vea “obligado” a salir al rescate de la banca insolvente con dinero público con la excusa de la estabilidad, puede que alguien se acuerde de ellos.